Hendrix y la
experiencia religiosa
Jimi Hendrix marcó en su música a la perfección el espíritu de su época, comenzando por su manera particular de tocar: ?su erótico acto en el escenario incluyendo ese golpetear de su guitarra, tocando la misma con sus dientes, prendiéndole fuego, representando en la mente océanos de sonidos a través del arte del uso de la distorsión y el feedback?.
El autor de este escrito, que no tiene crédito y se encuentra en una publicación especial de la revista norteamericana Entertainment Weekly, hace referencia a la participación de Hendrix en el festival de rock y pop Monterey Pop Festival, el 18 de Junio del mismo año de 1967 en Monterey, California, en donde el oriundo de Seattle simula tocar la guitarra con sus dientes, o colocándosela en su espalda, para posteriormente prenderle fuego a la misma mientras él se encuentra arrodillado.
Este no fue el primer concierto masivo musical de la historia, pero sí fue el primer concierto de rock masivo (50,000 personas) con la participación de varios grupos, en el que los jóvenes ya no iban exclusivamente a gritar por el simple hecho de ver a ciertos músicos en el escenario, ya que a diferencia de Elvis o Los Beatles, y aunque suene paradójico, estos jóvenes iban a escuchar música, traían el pelo largo y fumaban marihuana, y sobre todo tenían la oportunidad de apreciar un ritual en el cual ellos eran los feligreses y Jimi Hendrix, con la guitarra ardiendo, se transformaba en sacerdote: el rock ya era virtualmente una religión, pero no una iglesia.
En ese casi verano californiano la magia psicodélica de la bahía de San Francisco se muestra en su esplendor con The Greateful Death, mientras que la rabia y la vida de esa juventud se manifestó en la voz de Janis Joplin, (qué festival tan mágico, en toda la palabra, habrá sido ese de Monterrey), y como cereza de pastel a un The Who que quería mostrar a un Pete Townshend y Keith Moon destrozando sus respectivos instrumentos musicales; pero no, esa noche era de Jimi, y al momento de ejecutar Wild Thing el rock ya no volvió a ser el mismo.
La experiencia de Jimi Hendrix, como se conocería en castellano a la agrupación del músico, con Mitch Mitchell a la batería y Noel Redding en el bajo, formaría un power trío tan maravilloso como lo fuera Cream, que con la mano de Hendrix, o mejor dicho, que con Fender en mano, nos regalaría piezas como Voodoo Child o Hey Joe, que conmueve como pocas canciones.
El epitafio es Woodstoock en 1969, en donde termina el sueño de todos, incluido el de la nación más poderosa en el mundo, cuyo himno es distorsionado por la guitarra de su más grande músico, el cual no sobreviviría mas que un año más, recibiendo así Dios, a uno de sus más grandes sacerdotes. luisdemetriomoreno@hotmail.com
Posdata: Ante la ya eterna poca o nula propuesta musical de la radio local recomiendo que escuchen la página de Internet: carintoradio.com.mx, realizada por gente lagunera.