EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Divagaciones de la manzana/No más guerra

Martha Chapa

Una vez más se recrudece la violencia en Oriente Medio con la agresión de Israel al Líbano.

De nueva cuenta se repiten los episodios bíblicos que describen las primeras contiendas fratricidas, que se han repetido y extendido a través de la historia. Ahora se inscriben en el siglo XXI con armas más destructivas que aquellas hondas primitivas o espadas, que en nuestros días podrían parecer casi inofensivas.

Por las escenas que vimos en la televisión, horribles e impresionantes, saetas de fuego cruzan los cielos sin mirar fronteras, llevando crueldad, muerte y duelo a tierras libanesas.

Pero también se repite el sentimiento de impotencia de que nada ni nadie pueda detener la guerra, si bien la ONU reaccionó y pretende apaciguar los ánimos e instaurar una tregua para que se abran las negociaciones pertinentes.

Sin embargo, en una reunión a distancia el propio presidente Bush, lejos de mostrar un afán conciliatorio, tomó partido al justificar las maniobras bélicas por parte de los israelíes. Y así también otros mandatarios que, en contrapartida, por lo menos encuentran explicable la consecuente ofensiva libanesa, con fuerte influencia del proiraní Hezbolá.

En estos casos es imposible olvidar lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial con las dos grandes fuerzas combatientes, los Aliados y los del Eje, que se disputaban a Dios y afirmaban, ambos, que estaba de su lado.

Lo más grave es que se van sumando los muertos y heridos, sobre todo, como ocurre en este tipo de conflictos, con bajas de la población civil, que inerme y sorprendida se ve envuelta por el fuego de las armas de uno y otro lado.

Por el momento, crece la amenaza de que se intensifiquen las acciones violentas y se involucre a otros países, pues ya Siria dejó entrever que está preparado para atacar a la Armada israelí.

Ante esta posible conflagración, hoy más que nunca las potencias, como las que se acaban de reunir en Rusia bajo las siglas de G-8 –es decir, los países más industrializados–, deberían convocar a un cese de las hostilidades, tarea que desde luego no es tan fácil como deseable, porque algunos de ellos justamente tienen grandes intereses en el mercado mundial de la compra-venta de armas.

Sin embargo, todo tiene un límite y es imposible soslayar que una guerra, en mayor o menor medida, se revierte contra todos.

En todo caso, lo más urgente será tratar de detener este conflicto bélico para después establecer los fundamentos que garanticen una paz verdadera y perdurable en esa región tan ensangrentada. Un propósito que se antoja casi imposible, si consideramos que los diálogos y hasta la firma de tratados de paz en las décadas más recientes no han sido respetados y, de hecho, han quedado en letra tan muerta como los cientos de miles de seres humanos que han perdido la vida por motivos bélicos en esas tierras a lo largo ya de tres milenios.

e mail:

enlachapa@prodigy.ent.mx

www.marthachapa.net

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 226637

elsiglo.mx