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¿Dónde están las ?arcas llenas??

José Juárez Medina

Como ha sido ampliamente difundido, la administración gubernamental que está por salir, y particularmente el presidente Fox, afirma que dejará a su relevo un país estable y caminando en todos los órdenes; el presidente ha sido reiterativo que en materia de estabilidad macroeconómica (continuación de políticas de sexenios anteriores y con el mismo equipo, cabe aclarar) las cosas están bajo control. En finanzas públicas, enfatiza heredarlas ?muy saneadas? y con ?las arcas llenas? a Felipe Calderón, para que ?despeje? pronto, haciendo honor, hasta el final, a su talante declarativo.

En este espacio hemos señalado que efectivamente, bajo la óptica de lo que pudiéramos llamar la ?contabilidad gubernamental creativa?, las cosas parecen estar bajo control. Pero saliéndose de este marco, para lo cual no hay que escarbar ni buscarle mucho, el escenario y, por tanto, la perspectiva es totalmente diferente.

Esta ?contabilidad creativa?, desarrollada mediante la manipulación del ordenamiento legal sobre deuda y contabilidad gubernamental (a veces violándola) y la ingeniería financiera, ha permitido crear figuras como los proyectos de impacto diferido (Pidiriegas) y la deuda contingente, todo lo cual ha permitido dar esa imagen de finanzas públicas ?sanas?, que se configura con la idea de darle la vuelta al concepto tradicional del déficit fiscal.

Desde luego, como es ampliamente conocido, a esta línea de contención fiscal también han contribuido en gran medida las restricciones del gasto de inversión en infraestructura y social.

En una palabra Fox, deja en las finanzas públicas una gran carga de obligaciones que formalmente no se contabilizan para efectos de déficit? pero que se tienen que pagar con el dinero de los contribuyentes, lo que ha implicado que buena parte del presupuesto público ya esté amarrado para hacer frente a las obligaciones derivadas de esos rubros no considerados en él déficit tradicional. Así que ¿cuáles arcas llenas?

Pero por si esa carga no fuera suficiente, encima de ella tenemos que en esta administración la deuda pública tradicional creció notablemente, cuyo pesado servicio se agrega a la carga. Ésta pasó de 2.3 billones de pesos en diciembre del 2000 a 3.3 en junio de 2006, con lo que la deuda por habitante se aumentó de 23 mil 776 pesos en diciembre del 2000 a 34 mil 20 pesos en junio del 2006. Es decir, un aumento del 43 por ciento. Así que la mayoría de mexicanos, además de pobres, más endeudados, con las implicaciones del caso.

Seguramente usted lector se preguntara ¿cómo es posible esto?, si el presidente Fox anuncio con bombo y platillos que la deuda pública externa se redujo notablemente durante su administración. Lo que no dijo es que en sentido estricto no se trató de una reducción sino de un canje de deuda externa por interna, un movimiento cuyas ventajas no están muy claras todavía. Así que seguimos preguntando, ¿arcas llenas, para quién?

Se ha querido identificar, por parte de los partidarios de la continuidad, el éxito o el fracaso de la política económica en su conjunto con el de una parte de ella. Sin embargo, hay que llamar la atención sobre la irrelevancia de esta perspectiva. Debemos evaluar los resultados de manera integral y no solamente de una parte, sobretodo cuando es la que ofrece menor grado de dificultad para manipular, como es el gasto público. Pero aún considerando estrictamente el manejo de las finanzas públicas, este queda marcado por la ineficiencia.

En efecto, la inercia del gasto público durante la mayor parte de esta administración deja ver que no se adoptaron criterios de ahorro y eficiencia en el uso de los recursos públicos, incluyendo el ingreso extraordinario originado por los altos precios del petróleo. Así, de acuerdo con el INEGI entre 2001 y 2004 los ingresos brutos estatales crecieron 18.5 por ciento en términos reales. En ese lapso la inversión pública solamente aumentó 2.1 por ciento, mientras que el gasto corriente lo hizo en 21.4 por ciento.

Pero además la eficiencia para elevar la recaudación no aumentó. Por cada 1 peso de gasto, los impuestos financian menos de 50 centavos, otros 40 centavos se financian con el petróleo, es decir, una parte importante se financia con ingresos no permanentes y provenientes de un recurso no renovable, con lo que la finanzas públicas siguen muy ?petrolizadas?.

Así que el saldo global es de un crecimiento mediocre, deuda pública acrecentada, rezagos en competitividad, educación, salud, empleo, desarrollo y cohesión social. Todo ello no obstante los grandes recursos con los que contó este gobierno. ¿Es esto una política económica exitosa y eficaz? No son estas precisamente banderas que pueda ostentar una administración que insiste en criticar, con autoridad, las tentaciones populistas. De eso se trata la discusión del modelo económico. Hay tareas.

josemedinajuarez@yahoo.com.mx

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