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Dudas, divergencias y esperanzas...

Roberto Orozco Melo

Créanlo o no mis pocos lectores, el movimiento político de Andrés Manuel López Obrador parece estar estratégicamente ligado, tanto a la campaña turística que encabeza por la República Sebastián Guillén (a) subcomandante Marcos, como a la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca y a la movilización de varias organizaciones radicales de extrema izquierda con movilidad en la sierra de Guerrero, en la de Puebla, en Oaxaca, en Chiapas y en alguna otra entidad del país.

Y no solamente por su afinidad ideológica, pues no es necesario ser un perspicuo investigador político para reparar en la coincidencia de los actos públicos, supuestamente fundamentales para el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, con los incendios de autobuses y alborotos diversos que tienen lugar en Oaxaca, más las manifestaciones y agresiones verbales en otras entidades. Si esta concordancia de eventos no tiene el mismo origen, entonces habría que atribuirla a una casualidad prodigiosa y conveniente al interés del menguado tercio de los electores nacionales que siguen al supuesto ?presidente legítimo?.

Vino a Coahuila la encapuchada comitiva encabezada por el sedicente y encapuchado comandante Marcos y sólo unos cuantos interesados en el folclor se acercaron a verlo y que los viera. Así Marcos vino y vio pero no venció ni convenció; los observadores de los medios de comunicación se asombraron al ver a su ?estado mayor? que no se integra con aborígenes chiapanecos, sino con guaruras leucodermos, (rubios, blancos y ojizarcos) procedentes de Francia, Alemania o Italia.

Según la prensa a nadie simpatizó Marcos, pero él resultó convencido de que las llanuras del Noreste no son el criadero de problemas que algún informante pudo haberle dicho que eran. Y se marchó muy enojado a engrosar la multitud que bebió tequila marca AMLO en la friolenta explanada del zócalo capitalino, o champaña Moet Chandon que el ex regente había puesto a enfriar en casa de uno de sus corifeos para consumirla con varios de sus elegidos luego de haber jugado a ser presidente de la República y de haber derrumbado su humanidad sobre una silla usada del comedor ?art noveau? de alguna familia porfirista que la alquiló para el retrato ?oficial?. El saldo del día 20 es de interrogaciones y dudas...

Todo esto acaeció antes de ayer. Horas más tarde el presidente electo Felipe Calderón Hinojosa daría a conocer los nombres de la primera camada de secretarios de su próximo Gabinete: el de Hacienda Agustín Carstens, la de Energía, Georgina Kessel, el de Economía Eduardo Sojo, el de Comunicaciones y Transportes Luis Téllez Kuenzler, el de Trabajo y Previsión Social Javier Lozano y el repetidor de Turismo, Rodolfo Elizondo. Así mismo se filtraba a los medios de comunicación la solicitud de licencia del gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, quien parece estar apuntado para la secretaría de Gobernación.

De acuerdo con las costumbres más que setentonas de la clase política mexicana, la prensa se lanzó de inmediato a entrevistar personajes para calibrar las reacciones de senadores, diputados, simples políticos y empresarios destacados. Y obviamente, igual de acordes con lo establecido, los declarantes dividieron opiniones: la derecha se puso feliz, pues sus áreas estratégicas seguirían siendo funcionales; la izquierda se encarajó, naturalmente y el PRI, que hoy por hoy anda en la feria política como el cuervo de San Onofre, se adhirió al optimismo panista; después de todo los líderes de esta bancada son salinistas de firma, de marca y de convicción, lo cual refuerza las divergencias...

Otros nombres para otros cargos terminarán de desgranar la mazorca de la bolsa de empleo más importante de la República, antes que concluya el mes de noviembre. Todos los designados serán bienvenidos: algunos mal, otros bien, pero ya saben ustedes, queridos lectores, que todo comienzo, cualquier iniciación, es en la vida diaria y en la política un monumento verde a la esperanza, virtud cardinal del cristianismo católico que los mexicanos hemos desacralizado en aras de la conveniencia nacional para tener un ganchito donde colgar, sexenio tras sexenio, nuestras mejores ilusiones, nuestros más inocentes sueños. Y a pesar de las divergencias, ésta es una coyuntura manejable.

Dentro de siete días va a protestar el cargo de presidente de los Estados Unidos Mexicanos el licenciado Felipe Calderón Hinojosa, hombre joven y político tesonero que llega más temprano de lo esperado a la primera magistratura del país, antes que muchos viejos y experimentados políticos de todos los partidos.

Creemos que es un hombre de buena fe, que lo anima la intención de servir y que ha aprendido a hacerlo durante los muchos años que ha estado en las trincheras de la política. Esperemos, ?otra vez la esperanza? en que podrá llevar a cabo el cabal cumplimiento de la protesta constitucional del cargo que va a asumir; que observará y hará observar las leyes y verá en todo por el bien de la nación y el bienestar de los mexicanos. Ésta es nuestra esperanza...

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