EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Echando a perder se aprende

Adela Celorio

Trascendentes descubrimientos científicos o hasta el calentamiento mismo de la Tierra ocurren ante la más absoluta indiferencia de los hombres. Sin embargo, un balón entra en la portería y la humanidad se comprime, el locutor aúlla y las gradas estallan con el mismo alarido irracional.

Ante los televisores de los pueblos más remotos del planeta, seres de todas las razas se abrazan, pasando de la íntima miseria que cada ciudadano arrastra, hasta la máxima expresión de dicha colectiva. No conozco misterio más impenetrable que ese entusiasmo nacido de una simple patada.

A mí los balones y los divos de la patada nada me dicen y en días como estos de FUT intenso; me siento expatriada. Aunque eso sí, debo aceptar que en esta ocasión nos ha venido bien el aturdimiento colectivo que provoca el Mundial, para ventilar un poco el enrarecido ambiente de polarización que han provocado las campañas políticas, y devolver a la ciudadanía una cierta templanza; condición indispensable para seguir construyendo una democracia que sin los cuidados paternos de las instituciones; podría quedar abandonada a sus instintos más salvajes.

Si manejamos el lenguaje del odio sistemático, si se destruyen las instituciones mediadoras y el respeto que les debemos, también se rompen los equilibrios y entonces llega la barbarie que no beneficia a nadie.

Nos acercamos al dos de julio y la batalla tan cerrada entre los dos candidatos viables, sin duda someterá a una dura prueba a nuestro sistema electoral; y a la ciudadanía misma que despertará del sueño futbolero a una elección que promete ser cardiaca. En estos últimos días de campaña, estamos viendo a los candidatos prosternarse ante los electores y adelantarse a sus caprichos: ¿A ver quién da más?

La ciudadanía se divide y se activan las intrigas. Todo el mundo habla de democracia, pero no se sabe cuál contenido darle, sólo se piensa en ella en términos de forma de Gobierno. Sin duda la gran tarea que la democracia tiene por delante, es la educación y en especial la educación cívica, sin la cuál, es muy fácil que al voto razonado se imponga la demagogia.

Ya Eurípides advertía: “La inferioridad de la democracia consiste en la existencia de oradores que se dirigen al pueblo, parecen estar de acuerdo con él en todo; pero sólo buscan su propio interés. Éstos hacen hoy las delicias del pueblo y mañana harán su desgracia”.

Se me ocurre que la agitación que ha suscitado esta elección, subleva más pasiones ficticias que grandes causas políticas. Lo atribuyo a que estamos apenas viviendo por segunda vez la experiencia de una campaña real por la Presidencia de la República. Ni modo, echando a perder se aprende.

adelace@prodigy.net.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 220605

elsiglo.mx