Luis Maeda Villalobos
LA CALIDAD DEL AGUA, UNA INCÓGNITA
Conocemos algunos antecedentes importantes, en el uso y manejo discriminatorio del recurso agua en la Región Lagunera, desde los años cincuentas. Conste que desde hace tiempo, los hemos dejado escritos en esta columna, como testimonio para las generaciones venideras y sobre todo de las actuales, que hasta ahora se dan cuenta de la escasez del recurso agua y la pérdida de su calidad en forma progresiva.
Si se toma en cuenta que los grandes periodos de sequía que azotan la región ?cuya periodicidad no va más allá de algunos sesenta años- señalan once años por cuatro o cinco de lluvias regulares, lo que ha propiciado, además de la enorme explotación de las aguas superficiales y reservas subterráneas que los niveles estáticos de los acuíferos regionales se abatan progresivamente. No vayamos a caer en el ánimo de señalar culpables, puesto que los hechos hablan por sí solos y ello no conduce, de ninguna manera, en encontrar soluciones a la crisis de agua regional.
Analicemos tranquilamente los sucesos a través de contemplar dos curvas que se cruzan en un sistema de coordenadas cartesianas. Una de parábola ascendente, señala la explotación del recurso acuífero, que persiste en forma continua; y la otra descendente, indica el abatimiento de los niveles cada año, nivel que se desconoce a la fecha. Las consecuencias de ese descenso, es la concentración de sales y metales pesados, como el arsénico, el flúor, el cadmio entre otros, lo que tiene como resultado, la pérdida progresiva de la calidad del agua, como lo estamos observando desde el año de 1953. Por razones explícitas, estamos visualizando el negro futuro de nuestra única reserva de agua, sin negar por otro lado, que gracias a la bondad del ecosistema y su clima del semidesierto, La Laguna posee una cuenca lechera con productos de alta calidad y primer orden, una industria cervecera y refresquera importantes, con un alto costo de las reservas subterráneas, tasación que requiere un análisis de conciencia y encontrar un equilibrio justo, con un diagnóstico preciso, del cual depende el futuro de una región, con su millón y medio de habitantes, considerada como un polo de desarrollo importante de México. En el estudio hemos propuesto a la Comisión Nacional del Agua y a la Semarnat, la evaluación del acuífero principal por medio de los Sondeos Electromagnéticos (SEMS), que ya se han practicado en otros lados exitosamente, y así, en forma comparativa con los métodos piezométricos, llegar a conocer realmente, lo que nos queda en el subsuelo y desde luego, tomar las medidas para defender, no sólo el poco o mucho volumen de las reservas subterráneas, sino preocuparse por la calidad del agua en su preservación.
Si usted, estimado lector, voltea su mirada a los alrededores, con angustia verá que no es tan fácil ni factible, recargar nuestros acuíferos.
