Rentas, crecimiento y distribución
En varias colaboraciones hemos comentado acerca de la causa de la mala distribución del ingreso y riqueza en México, que también tiene que ver con un crecimiento económico inferior al esperable.
Se trata, hemos dicho, de privilegios que tienen ciertos grupos. Estos privilegios, para que tengan sentido, se deben transformar en dinero, y eso es lo que los economistas llaman ?renta?, un dinero que se obtiene, pero no se gana.
En una situación ideal, cada persona obtiene como compensación lo mismo que aportó a la producción. Pero en la vida real, algunos obtienen más. Como se imaginará, esto sólo puede ocurrir cuando otros obtienen menos. Las rentas son una redistribución del ingreso, pero no en el sentido de mejorar a quienes menos tienen, sino simplemente de otorgar a algunos un dinero adicional, que se les quita a otros.
Aunque este fenómeno ocurre en toda sociedad humana, en algunas es peor que en otras, y nosotros somos de los peores. Me refiero a toda América Latina, pero especialmente a México, en donde los privilegios se han mantenido por siglos, y nos impiden tener una sociedad próspera y justa. No podemos crecer lo que deberíamos, porque la gente, en lugar de trabajar para ganar dinero, busca colocarse en una situación de privilegio para obtener una renta. Es decir, que dedica más tiempo y esfuerzo a buscar la renta que a producir, de manera que crecemos poco. Y no podemos ser justos precisamente porque financiar esas rentas implica quitar dinero a unos para darle a otros.
Estando ya claro el problema en lo conceptual, hay que traducirlo a la realidad, para entonces poder actuar y resolverlo. Deberíamos entonces de hacer una especie de lista de privilegios que generan rentas, algo que hicimos de manera gruesa la semana pasada. Hay este tipo de rentas en las empresas que no compiten, porque las leyes no los obligan, o porque una combinación de leyes y cuestiones técnicas les permite evitar la competencia y, en consecuencia, cobrar más por sus productos. México tiene una ley para impulsar la competencia, y una organización dedicada a ello (la Comisión Federal de Competencia), hace menos de 15 años. Algo se ha logrado, pero éste debe ser uno de los puntales del próximo Gobierno.
Hay mercados especiales en los que esta Comisión no puede hacer todo el trabajo. Especialmente, hay dos en los que conviene reforzar la vigilancia y la presión para la competencia: Telecomunicaciones y Servicios Financieros. No olvidemos que estos son los sectores con más alto crecimiento en las últimas décadas, y que son origen de riquezas fabulosas, en parte por la falta de competencia. No todo el éxito de esos sectores es renta, por cierto, pero la parte que lo es debe eliminarse. Hay en estos sectores organismos adicionales, la Cofetel y la Comisión Bancaria y de Valores. Sería bueno que también en estos casos hubiese una atención especial del nuevo gobierno.
Pero, como habíamos dicho en otras colaboraciones, los privilegios no son sólo de empresarios, también hay otros grupos que tienen rentas, ingresos que no deberían tener y que salen de la bolsa de los demás mexicanos. Pero estos otros grupos acostumbran defenderse con argumentos de ?justicia social?, ?rezago histórico? y otras invenciones que sólo sirven para quedarse con dinero que no es de ellos.
Menciono tres casos que creo que son importantes. Uno primero corresponde a los sindicatos de los gobiernos, especialmente del federal. Estos sindicatos tienen privilegios que ningún trabajador en la iniciativa privada tiene, desde bonos, aguinaldos de dos o tres meses, días económicos, vacaciones más largas, y especialmente planes de pensiones que son lo más parecido al paraíso terrenal. No ocurre en todos, pero el caso máximo de estos planes permite la jubilación a los 50 y poquitos años, recibiendo 30% de ingreso adicional al que se tenía cuando se trabajaba, y es dinámica, es decir, recibe todos los incrementos salariales que obtengan los trabajadores en activo. Este tipo de planes de pensión es absolutamente impagable. Por eso los trabajadores del IMSS obtienen pensiones 12 veces mayores que los asegurados de la institución. Nosotros, los asegurados, transferimos a los trabajadores de esa institución nuestros ahorros. Cada uno de nosotros ?cedemos? 30 por ciento de nuestros ahorros a esos trabajadores. Eso es renta.
El segundo caso relevante es el de las universidades públicas, que tienen el mismo problema con sus sindicatos, pero además deberían hacerse cargo no sólo de producir conocimiento nuevo, sino de transmitirlo, produciendo profesionistas calificados. Tampoco aquí se puede generalizar, pero el deterioro que muestran estas instituciones desde los años 70 no puede esconderse detrás de discursos. Al menos, al mercado no lo engañan. Aquí hay una transferencia de recursos muy seria, porque implica que miles de jóvenes pierden su futuro gracias a la ineficiencia de dichas universidades. Reitero, no generalizo.
Muy rápidamente, le comento el tercer caso: el campo. El año pasado, el gobierno destinó cerca de 100 mil millones de pesos a todo tipo de subsidios, apoyos, programas y lo que usted guste y mande. Todo para el campo. Pero el campo no produce impuestos, porque sus actividades no están gravadas, como parte de nuestro discurso rural. El campo produjo 1.2 billones de pesos, por los que, si fuese como nosotros, debería haber pagado 300 mil millones de impuestos. No sólo no los pagó, sino que recibió 100 mil de regalo. Le transferimos al campo 400 mil millones de pesos, una tercera parte de lo que produce. Cantidad parecida a la que transferimos a los trabajadores del IMSS, como puede ver.
Así que cada vez que trabaje, no olvide que un tercio de su trabajo va a los sindicatos del Gobierno, y que además debemos financiar al campo, entre otros. No se sienta tan mal si la parte que le queda no le alcanza, piense en todo el bien que hace?
macario@macarios.com.mx