Como ya es tradición en las campañas electorales, los políticos prometen destinar un mayor número de recursos al rubro de la educación, para disminuir así los niveles de analfabetismo. Se habla de construir aulas, escuelas, dotarlas de equipo de cómputo, sin embargo, hasta el momento ninguna autoridad o candidato ha presentado un proyecto integral para acabar con el rezago que existe en materia educativa en el país.
Por si fuera poco en los últimos cinco años el sector público disminuyó su participación en la educación. De acuerdo a la Secretaría de Hacienda el gasto nacional retrocedió en el periodo 2000-2005 al pasar de 78.3 por ciento -cifra equivalente a 80 mil 633 millones de pesos- a 77 por ciento cuando se sumaron 93 mil 892 millones de pesos. Esta situación, a pesar que el gasto nacional como porcentaje del Producto Interno Bruto subió de 6.4 por ciento en 2000 a 6.9 por ciento en 2005.
Es cierto, el problema de la educación en México no se resolverá únicamente invirtiendo más recursos. Existen otros factores como la preparación de los maestros, la cuestión de los contenidos, planes y programas, los modelos educativos, los temas de equidad y calidad y otras variables más del proceso.
Por lo tanto, decir que la ausencia de resultados es sólo consecuencia de un ejercicio ineficiente del gasto educativo sería simplificar las cosas; pero negar que, en toda política pública, el manejo eficaz del gasto es un instrumento central, sería subestimar la importancia estratégica que puede tener para mejorar este rubro.
Roberto Rodríguez, representante de Observatorio Ciudadano de la Educación, informó que México enfrenta diversos retos en la materia ya que hay más de 35 millones de personas en el país que no cuentan con la secundaria terminada, lo que representa un déficit importante.
Ante este panorama es lamentable que ningún candidato en estos días de campaña colocara el tema en la agenda nacional, dando prioridad a la guerra sucia y escándalos políticos.
