El partido escenificado por las Chivas del Guadalajara y el Cruz Azul fue decidido por un poema de gol realizado por el jugador que menos sudor había gastado en la contienda: Adolfo ?Bofo? Bautista.
Seguramente de raza le viene al galgo pues la apatía de este jugador no es nada nuevo y algo le debió conocer quien le puso el sobrenombre pues efectivamente, es bastante bofo.
El problema es que posee una calidad futbolística que sólo es frenada por cualquier cosa que esté dentro de su calva testa y que haga las funciones de cerebro; de otra manera no se puede entender una catarata de facultades técnicas tiradas al vertedero a manera de desperdicio.
Lo peor es que la manera de ser y actuar del delantero del Rebaño es asumida por muchos de nuestros paisanos, entre los que incluso se cuentan jóvenes, que piensan que la vida no está para sacarle lo mejor sino que así nos va porque simplemente nos toca.
Esa especie de Destino Manifiesto en el cual el Cosmos está diseñado para perder en las grandes batallas es lo que mantiene postrado a este hermoso país de grandes alcances y escasos logros.
?El Bofo? es incapaz de sacar toda la raja a sus inconmensurables posibilidades deportivas, conformándose con ir tirando, salpicando genialidades cuando podría convertirse en un jugador de excepción, referente indudable de la excelencia.
Pero; ¿pa?qué? se preguntará el introvertido Adolfo, si así estamos bien. Bautista es un ídolo, gana mucho más de lo que desquita, y en un descuido, bajo de forma y sin condición física, puede colarse al equipo de Ricardo Antonio La Volpe para Alemania 2006.
Lo que a veces da coraje es pensar todo lo que podría hacer ?El Bofo? si tuviera los pies en la tierra, hambre de triunfo y una mentalidad a prueba de bombas. Estaríamos seguramente hablando del mejor dotado de los jugadores mexicanos de los últimos tiempos.
Pero no, eso no es lo del ?Bofo?; lo suyo es la flojera, hasta para dar entrevistas, el pedir un lugar en el Tri en vez de exigirlo con sus actuaciones, la grilla barata en lugar del liderazgo positivo, en fin, un bofo en toda la extensión de la palabra.
Incluso en el propio encuentro ante la Maquina Celeste, en un par de ocasiones Bautista había exhibido su falta de conexión con sus compañeros al tocar el balón sin ton ni son.
Ojalá que La Volpe, al elaborar la lista definitiva de la selección nacional, haga un análisis integral de cada jugador y así opte por los de personalidad, agallas y deseos de portar la camiseta verde. En este país, de gente bofa, estamos hasta la coronilla.
En más de Chivas, el fin de semana se supo que Jorge Vergara, en otro de sus arranques viscerales, había despedido al holandés Hans Westerhoff de la dirección técnica del Rebaño y nombrado en sustitución a José Manuel de la Torre.
Es increíble la forma en que este hombre maneja a un club que es patrimonio nacional; además, sus arranques no son de un empresario exitoso sino de un niño berrinchudo, eso sí, con mucho dinero.
El agachón Vergara se escuda tras un famoso Consejo Deportivo que es el que supuestamente toma las decisiones pero que en realidad no le hace ningún contrapeso. Pobres Chivas, también a nivel directivo están bofas.
