El consumo inmoderado de alcohol no es problema exclusivamente contemporáneo. Hay que recordar cómo una de las semidivinidades mitológicas más popular en aquellos tiempos, era precisamente Dioniso según la mitología griega o Baco según la interpretación latina; semidivinidad a la que eran tan devotos tantos y tantos epicureistas o hedonistas e incluso estoicos de esas épocas.
Hoy en día no es por lo tanto sorpresa el uso inmoderado de bebidas de alto contenido etílico entre jóvenes y no tan jóvenes contemporáneos. Y desgraciadamente al hablar de los no tan jóvenes no es que me imagine a hombres o mujeres maduros o de la tercera edad bebiendo con singular alegría, sino desgraciadamente encontramos índices alarmantes de alcoholismo entre adolescentes e incluso niños, lo cual en muchos casos se está convirtiendo en puerta de entrada al consumo y adicción de drogas por parte de esos niños, púberes y adolescentes, con lo que se magnifica ese problema de nuestro tiempo.
Una derivación de ese problema en muchas ciudades de España es la moda que ha venido a ser denominada El Botellón: ésta consiste en la reunión de muchos jóvenes en plazas o parques públicos la tarde y noche de los viernes, sábados y domingos, con la compra en tiendas de autoservicio de importante cantidad de refresco y bebidas de alta graduación etílica, llegándose inclusive a la compra de alcohol industrial para hacer combinaciones, buscando tener varias horas de reunión lo más económicamente posible, ahorrando lo que pudiera suponer realizar esos actos sociales, de diversión, de escucha de música y baile, acompañada de la continua ingestión de bebidas de alto porcentaje de graduación Gay-Lussac, en locales comerciales ex profeso, que por ende encarecen la ingestión de tales bebidas espirituosas.
Por esta razón esos muchachos buscando sacar el máximo partido a su dinero, es decir, poder beber lo máximo posible, prefieren la cantidad a la calidad y convierten el parque o la plaza pública en lugar propicio para la “marcha”, fiesta, borrachera y el escándalo... y la molestia a los vecinos que cada fin de semana sufren las consecuencias de tales francachelas en lugares públicos y las congestiones alcohólicas de muchos jóvenes.
El Botellón ha provocado que el problema del alcoholismo tienda en muchas ciudades españolas a salir de control de las autoridades públicas, sanitarias y educativas. En las vías públicas donde se llevan a cabo esos festejos fin-semanarios, se consume cualquier clase de licor sin que exista un responsable específico. Lo mismo sucede respecto de las edades de los concurrentes a la ya famosa “marcha”: hay niños y niñas de muy tierna edad hasta auténticos gamberros ya entraditos en años, que precisamente se aprovecharán de los menores para inducirlos en problemas mayores.
Por ello algunos ayuntamientos han dictado ordenamientos específicos para poner límites a este cáncer social enseñoreado de muchas plazas y parques hispanos, provocando que los pasados dos fines de semana se realizaran multitudinarios botellones en importantes ciudades españolas convocadas a través de teléfonos celulares, con saldo final violento y con agresividad en aumento.