En un Estado democrático lo que debe protegerse es el derecho de las personas a conducirse de manera autónoma, sin presiones y sin riesgo de violencia, en los terrenos de las creencias y la sexualidad que sólo a ellas atañe. La discriminación por preferencia sexual viola los derechos y libertades fundamentales de alguien o limita sus oportunidades legítimas, sólo por vivir de acuerdo con una moral sexual que no es la de la mayoría.
Gilberto Rincón Gallardo.
Recibí hace unos días un correo de una amiga en la que el escritor Sergio Téllez-Pon menciona la agresión sufrida por él y varios de sus amigos homosexuales en la Ciudad de México el día dos de septiembre. En dicho correo Sergio confiesa vivir una vida homosexual desde hace nueve años en la que ha participado en asociaciones de lucha contra el SIDA y a favor de los derechos gay. El mensaje cuenta cómo él y sus acompañantes fueron víctimas de uno de los llamados ?operativos? que se realizan el día primero de cada mes y en los que está implicado, según informes recabados por Téllez-Pon, un alto mando de la Secretaría de Seguridad Pública del DF. Días antes en Monterrey sucedió un caso similar en el que otros chavos gay fueron golpeados por policías municipales. Tales muestras de intolerancia hacen patente la discriminación que aún se vive contra las preferencias sexuales diversas y el feroz atavismo en lo referente a discriminación e intolerancia.
A pesar de que la historia nos muestra que la homosexualidad ha estado presente en el desarrollo de la especie, como en el caso de la sociedad ateniense y romana en la que incluso se inscriben en la enseñanza (ej. los maestros y sus efebos) y en la mitología (Zeus/Júpiter que gozaba en ambos sexos); o en el rescate de las pocas muestras al respecto en las sociedades Inca y Maya; los chamanes siberianos o los sanadores de dos espíritus de los indios norteamericanos; los miembros de las tribus africanas, pasando por los emperadores o los eruditos chinos; los aprendices de samuráis; los hombres santos sufíes musulmanes; hasta llegar a los matrimonios celebrados del siglo III al XIII entre hombres, documentados por John Boswell en el libro Las Bodas de la Semejanza; la homosexualidad permanece como una práctica retrógrada que agrede el status-quo.
La visión machista, que encierra una homosexualidad velada en el juego del albur donde uno termina doblando al otro mediante juegos verbales de contenido sexual, apoya la intolerancia. Los chistes sobre ?raritos?, la visión social del ?no seas mariquita?, dan como resultado una expresión abierta contra la diversidad sexual que ha desembocado en los extremos del apodado ?El Sádico?, Raúl Osiel Marroquín Reyes, ex militar de 25 años, ?el matagays? quien aseguraba que ?hasta le hice un bien a la sociedad, pues esta gente hace que se malee la infancia?. Discriminación que se vuelve patente en una sociedad de alta intolerancia hacia la diferencia: ?no seas indio?, ?chinche negro?, ?mujer al volante peligro constante?, ?bola de nacos?; y en la que la solución de crímenes contra homosexuales no se logra debido a la homofobia de los encargados de aplicar la Ley. Incluso al escribir la palabra homofobia la computadora donde realicé esta columna me la marcó como palabra no válida.
La homosexualidad ha sido una de las expresiones culturales en la que importantes y primordiales personajes de la historia se han manifestado, intelectuales, políticos, artistas de muchas disciplinas, clérigos, etc. Han ocultado sus preferencias por la presión social y la exigencia de la heterosexualidad.
En el mundo animal la homosexualidad se presenta con frecuencia y dicha conducta se debe, según el médico veterinario Mauricio Fabry a cuestiones instintivas, de dominación y sumisión como en el caso de los perros o de las vacas que tienden a montar a sus congéneres en temporada de celo. El veterinario indica que existen conductas homosexuales entre animales y se pueden dar por la falta de hembras o por frustración, como en el caso de los pingüinos; sin olvidar a los animales que cambian de sexo cuando la proporción de hembras es menor como en el caso de algunos anfibios.
Existen campañas que intentan terminar con tan arraigada percepción de lo correcto en cuanto a preferencia sexual se refiere. Una campaña radiofónica se llevó a cabo desde marzo de este año y tuvo una duración de ocho semanas. El spot llamado ?la cena? buscaba fomentar la tolerancia:
?Mamá: Pues te ves muy enamorado mi hijito, ¿cuánto llevan?
?Juan: Cinco meses, mamá.
?Mamá: ¿Y le gustó la idea de venir a cenar con la familia?
?Juan: ¡Le encantó! Es más, preparó un postre que te va a encantar.
?Mamá: Espero que le guste lo que preparé, por cierto ¿cómo dices que se llama?
?Juan: Óscar, te acuerdas, se llama Óscar.
?Locutor: Aunque te parezca raro, hay mucha gente que todavía ve mal esta situación. La homofobia es la intolerancia hacia la homosexualidad. La igualdad comienza cuando aceptamos que todos somos diferentes.
Desafortunadamente, la intolerancia hacia la diversidad de género es una tara cultural que no permite la libre expresión del amor y la vida en pareja sin importar cuál sea la preferencia de sus integrantes.
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