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EL BUEN CALDO

DANIEL MALDONADO

¿CÓMO SE ACERCA UNO AL ARTE?

Decía Jaime Muñoz en alguna entrevista, que antes de intentar exponerle al público obras de gran renombre y complejidad deberíamos empezar por acercarlo al arte. Como en el caso de la buena gastronomía y el ahondamiento en los placeres del paladar, es poco probable que alguien disfrute en igual medida un platillo en el que una exótica variedad de sabores inunda las papilas, que si probara unos simples tacos de carnitas con un poco de salsa, cilantro, cebolla y su limón -ajas, tacos-. En ambos casos la delicia será notada y quizás resulte bien paladeada y nutritiva; el asunto es en qué medida se pueden disfrutar conforme al conocimiento y la distinción de sabores y texturas en los alimentos. Lo mismo sucede con el arte.

Recuerdo un texto de Cortázar, en el que menciona que aunque disfrutaba las presentaciones y espectáculos artísticos hasta el llanto emocionado, siempre llegaba alguien con alguna opinión avezada sobre la obra que destruía sus recién degustadas presentaciones y exposiciones. Lo importante es saber qué, como en el caso del autor de Rayuela, no se necesitan grandes conocimientos para acercarse a una obra de arte, aunque el hecho de desarrollar un sentido contemplativo de lo verdaderamente artístico puede auxiliarnos en un mayor goce del trabajo y distinguir lo que apenas llega a llamarada de petate.

El arte que es en verdad Arte, con mayúscula, no necesita de conocimientos previos o grandes sobre los movimientos y corrientes artísticas, pues por lo general habla por sí mismo, cimbra: la poesía de Sabines, los grabados de Goya, el muralismo mexicano, la música de Mozart, Debussy, los cuentos del mismo Cortázar, El Llano en Llamas de Rulfo, la pintura de Dalí, la escultura de José Luis Cuevas, el Jazz de Miles Davis, entre muchísimos ejemplos de carácter mundial nos dicen que el acceso a estas ejecuciones no se sustenta en las complejidades o las capacidades desbordadas de sus creadores. El arte cuando en realidad lo es, agita la profundidad del espíritu y nos enfrenta con esa desolación del saberse ínfimo en la condición de hombre golpeado por las corrientes de la vida y su transcurso ?lo otro, lo que permanece fuera de nosotros, la otredad-, el arte verdadero nos recuerda nuestra situación maravillosa de seres efímeros, pero dentro de esa misma pequeñez nos da un choque y encuentro con la intimidad del espíritu común y con la monstruosidad de la naturaleza que nos hizo domar las fuerzas del entorno y convertirnos en el hombre que sabe, aunque, Socráticos, partamos de la condición del no saber para llegar a la obtención de respuestas. El arte mayúsculo e inviolable en el tiempo nos enfrenta a nuestra realidad particular y personal y nos hace conscientes de los problemas y contextos existenciales y sociales además de poner en jaque los convencionalismos que anquilosan a la sociedad, el arte mayor ayuda al hombre a tomar conciencia de los abusos e injusticias que permean entre la sociedad, sus líderes y sus componentes.

¿Y cómo se acerca uno al arte, cómo se comprende que las cuestiones del arte no son sólo de iniciados, elites y grandes conocedores, cómo se ve fotografía, se escuchan distintas clases de música, cómo se disfrutan las pinturas, el cine que las grandes carteleras olvidan, la escultura, la danza y las bellas artes en general? Primero hay que buscarlo. Luego, acercarse al arte es como andar en bicicleta: no se puede correr entre el tránsito cuando no se le han quitado las ruedas entrenadoras, aunque subirse siga siendo igual de divertido y emocionante.

El arte, al ser llamado así, nos crea automáticamente una especie de rechazo, pues se ha consolidado dentro de círculos a los que es difícil acceder, pues pensamos que necesitamos ser los grandes capacitados en esas cuestiones, tener gigantescas referencias o toda la enciclopedia en la memoria, también la diferenciación entre el arte popular y el arte ?consagrado? nos evita el goce estético y separa las manifestaciones en niveles, como si existiera en realidad una diferencia en el impacto que cada manifestación suscita.

Perder el miedo a acercarse es otro paso para subirse al pedaleo. Si vemos la bici y no sabemos para qué sirve ese objeto, no podremos prever las experiencias que nos provocará. Entrarle al arte es también una cuestión de sus difusores. Siempre insisto en la cualidad de encierro que padece el arte en general en la Comarca, la exposición callejera de los movimientos artísticos resalta las cualidades de los aparatos culturales al difundir las expresiones con mayor alcance para el público que no puede pagar un boleto o que simplemente se acerca a ver qué es eso que se muestra en la calle, pero son pocos los espectáculos en la vía pública y los que se presentan no se difunden (publicitan) de manera debida. Por ejemplo, ¿qué actividades se planearon para el Día Internacional del Libro a celebrarse el próximo 23 de abril? En otros estados con mayor actividad cultural callejera, Guanajuato y Zacatecas, por citar dos de ellos, la presentación de espectáculos de danza y teatro en espacios abiertos es muy frecuente, incluso existe un perifoneo, una camioneta con sonido que va anunciando las actividades a realizarse ya sean en la calle o en los distintos centros de cultura, una cartelera ambulante que invita a la población a una participación activa en las manifestaciones del arte. Pero, insisto, en La Laguna siempre se ven a las mismas personas en los actos culturales y los participantes forman parte de un círculo selecto y cerrado, los informadores de los eventos se van más por la parte del protagonismo, de las fotos y los socialitos en lugar de la cobertura y redacción de una nota sobre el evento, predominan las fotografías de sociedad sobre el contenido y la realización del evento, puro esnobismo charro.

Para acercarse al arte basta tener la curiosidad de conocer algo nuevo, tener mucha incredulidad, estar un poco harto de las visiones unitivas que nos imponen la televisión y otros medios y darse cuenta que se puede tener una mayor mirada sobre este gran despapaye que significa el ser humano, estar dispuesto a disfrutar distintos pareceres sobre la vida sostenidos sobre el saber que todos somos personas en una sociedad plural y digna de ser desgajada. Pero como siempre, ¿cómo se alimenta el espíritu cuando el cuerpo tiene hambre? Bukowski se iba a las bibliotecas a leer para olvidar el hambre y la miseria. El arte, otro tipo de alimento, nos puede hacer conscientes de otras apetencias, nos puede dar los pilares para, cuando menos, tomar participación en la inconformidad que provoca la situación de la sociedad.

Acérquese al arte, ganará un poco de cultura, entretenimiento y asombro y le aseguro que no perderá ni una pizca de asombro.

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