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El debate del martes

Gilberto Serna

No creo que hubiera quién ganara de los dos que compitieron la noche del martes pasado. Digo los dos por que a pesar de que eran cinco los atriles, había uno vacío, en tanto los otros los ocupaban candidatos a los que no se les da importancia por carecer de posibilidades, provenientes de partidos de los llamados morralla. Éstos lograron hacerse notar como en su tiempo lo hicieron Humberto Roque Villanueva y Gilberto Rincón Gallardo que compitieron en los debates haciendo gala de elocuencia. La diferencia es que en esta vez Roberto Campa Cifrián fue tachado de patiño porque, según Roberto Madrazo, lo era de Felipe Calderón. Tanto Campa como Patricia Mercado al tomar la palabra dejaron constancia de que saben hablar, lo que hicieron sin mayor gloria, dejándose llevar por la euforia del momento. Patricia demostró que tiene tablas. Campa durante todo el tiempo mostró una cara dura, comportándose en ratos como un basilisco. El panista Felipe fue el único que lanzó dardos ponzoñosos en contra del ausente, cuya silla detrás del facistol que se le destinó, permaneció desocupada durante la sesión.

Se había iniciado el acto que atrajo la curiosidad del público que siguió su desarrollo durante las dos horas que duró. Tanto Campa como Calderón, según Madrazo títere y titiritero, vestían traje, camisa azul y corbata roja a rayas. Los dos Robertos se veían fulgurantes con un atuendo gris Oxford, elegantes mancuernillas y grandes orejas. El más alto de estatura física de los comparecientes, era Madrazo. Este último era el único con bigote, en tanto Calderón traía espejuelos. El que sobresalió sin estar presente fue Andrés Manuel López Obrador, que divertido veía desde su vivienda la pantalla cuya señal enviaba la televisora. Terminado el debate, sin un ápice de vergüenza o convencidos de ello, daban como vencedor del encuentro a uno u otro de los contendientes, conforme a sus filias o fobias. No hubo un análisis desapasionado. Todos los que opinaron dejaban ver que debajo llevaban la camiseta calderoniana o madracista. No tuvieron la ecuanimidad que se requiere para juzgar el acontecimiento. Hubo gran carga de parcialidad o preferencia que impidió distinguir quién fue el mejor o el peor expositor.

Esto pinta bien. Lo grave sería la indiferencia. Cada quién escoge su barricada. Los madracistas o los calderonistas se sienten identificados con sus respectivos abanderados. Ambos son de gran prosapia. Roberto es de estirpe priista y Felipe es panista de alcurnia. A Roberto le han endilgado un pasado tormentoso donde la falta de probidad y la propensión a mentir lo hacen poco confiable, según sus detractores. A Felipe sus ligas con el foxismo lo vuelven “más de lo mismo”. En experiencia, el clamor popular indica que Roberto está preparado para asumir el puesto que busca. De Felipe se dice que será rehén si llega a la Presidencia de los que favorecen ahora su candidatura, señalándolo como marioneta de poderosos padrinos. Creo que contrariamente a lo que se dice, ambos son mexicanos que actúan de buena fe siguiendo sus instintos.

Lo que he oído en la calle es que quien se siente en la silla sea un hombre con don de mando.

La República requiere un presidente fuerte, que no se doblegue ante el primer problema, un hombre que no los rehúya, que sepa enfrentarlos.

Si he de ser sincero creo que no tenemos derecho a equivocarnos. Habrá otro debate al que asistirán los cuatro que estuvieron este martes. Si las cosas no cambian asistirá el que esta vez se abstuvo de concurrir. Mientras las encuestas irán y vendrán. Algunos medios informativos están tratando que el común de la gente se entere de quién tiene la preferencia de las mayorías, antes de que los indecisos se decidan a otorgar su voto.

Le crean una falsa aureola. El próximo debate despertará el interés que provocará la asistencia del tercer candidato de los grandes.

-Por cierto el espaldarazo que le da George W. Bush al Gobierno del presidente Fox muestra el interés de Estados Unidos por que resulte electo su gallo, tratando que no le pillen los dedos contra la puerta y lo tilden de entrometerse en nuestros asuntos domésticos-.

En fin, lo que se pretende es que de última hora Andrés Manuel no se vaya a echar atrás pues se le tiene preparado un corralito. Los asesores de AMLO están pensando en aconsejarle que no comparezca con cualquier pretexto o se arriesgará ser vapuleado con la consiguiente pérdida de puntos, no decidiendo hasta ahora qué medida se los reste más. De ahí que de aquí a la fecha en que se celebrará el segundo encuentro sus rivales estarán pregonando que, si se arrepiente de comparecer, la opinión pública lo hará trizas. Diría un clásico que lo están poniendo entre la espada y la pared.

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