Finalmente este martes se celebró el segundo y último debate entre los candidatos a la Presidencia de la República. Contra todos los pronósticos el encuentro se llevó a cabo en un tono mesurado, incluso amable. De esta forma los aspirantes confrontaron por primera vez sus ideas, dejando a un lado el intercambio de adjetivos y descalificaciones.
La expectativa por la participación de Andrés Manuel López Obrador era alta, debido a la guerra sucia a través de spots publicitarios, la ciudadanía esperaba que el río de las pasiones se desbordara y los candidatos terminaran en un diálogo de malas razones. Afortunadamente no fue así, el martes los aspirantes a la Presidencia demostraron que es posible discutir sus propuestas en un ambiente civilizado. Esto sin duda viene a bajar la polarización que se vivía en el país y que generaba temor sobre lo que podría pasar el tres de julio.
Los participantes recibieron con agrado la propuesta de Roberto Madrazo de firmar un pacto de civilidad, que genere las condiciones adecuadas para la celebración del proceso electoral del próximo dos de julio. Dicha propuesta no debe quedarse sólo como una frase de buenas intenciones, es necesario que los partidos se comprometan a darle seguimiento para concretar el acuerdo.
El debate, que tuvo una duración aproximada de dos horas, evidenció que la contienda por la Presidencia de la República habrá de definirse entre dos proyectos, el que encabeza Felipe Calderón y el de Andrés Manuel López Obrador.
Ambos contendientes llegaron empatados en las encuestas de las preferencias electorales al debate, de ahí que buscaran “jugar a la segura” para no bajar en su puntaje. Este primer objetivo lo lograron, la contienda electoral permanece cerrada y la moneda sigue en el aire. Ahora corresponde a la ciudadanía evaluar las propuestas y acudir a votar el próximo dos de julio para así elegir, de manera mayoritaria, qué modelo de país quiere para los próximos seis años y a qué gobernantes y legisladores desea tener.