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El delito de fumar

Juan de la Borbolla

Parto de la premisa inicial subjetiva, a manera de una confesión pública para ilustrar el fondo del artículo presente: siendo yo un niño de poco más de una año de edad, no había manera de quitarme el vicio de chuparme el dedo, hasta que un día a mi madre se le ocurrió untarme una colilla apagada en el pulgar de referencia con el resultado de que no he vuelto a llevarme a la boca ni dedo ni cigarrillo.

Con ello deducirá usted que escribo estas líneas no por una especie de defensa personal al gustillo de fumar, sin embargo, el hecho que en muchos países desarrollados a los cuales se ha incorporado España a partir del pasado primero de enero están colocando a los fumadores de tabaco en una situación de delincuentes jurídicos y de segregados sociales, me parece cuando menos una actitud incongruente frente al permisivismo con que actúan con el consumo del alcohol y en muchos casos incluso con las drogas duras.

La noticia más importante del inicio del año en España fue sin duda la aplicación rigurosa de la nueva normativa en contra del tabaco y de los fumadores puesta en vigor el primer día de 2006. Buena parte de los noticieros televisivos dedicaron a este tema reportajes y entrevistas.

Por esas mismas fechas el ministro del Interior español daba a conocer cifras verdaderamente alarmantes en torno a la penetración del consumo de drogas entre los jóvenes españoles al declarar que tres de cada cuatro niños entre 12 y 14 años ya han probado alguna vez la marihuana y uno de cada cuatro jóvenes entre los 18 años ha consumido cocaína u otras sustancias enervantes.

En Estados Unidos hemos podido constatar desde hace varios años una actitud intransigente contra el tabaco y al mismo tiempo muy poco estricta contra el consumo del alcohol y drogas.

En el fondo esa posición es una manifestación más del individualismo exacerbado imperante en el mundo occidental bienestarista, que busca por encima de todo el confort personal y el placer desenfrenado.

Si te alcoholizas o te drogas, el problema es casi exclusivamente tuyo: haz de tu cuerpo lo que quieras, yo no me entrometeré en lo que hagas con tus cosas, ahora bien, si fumas tabaco, tu humo sí me afecta, me apesta y puede incluso dañar mi salud por lo que ello sí que no lo toleraré.

Es problema casi exclusivamente tuyo el alcoholismo y la drogadicción siempre que tus acciones alcoholizado o drogado no afecten derechos de tercero, por ello te propongo salidas permisivas como el conductor designado o la legalización del consumo de droga en pequeñas dosis. Lo que no se puede permitir es que el humo de tabaco dañe pulmones y gargantas ajenas y apeste la ropa de los fumadores pasivos.

Ese daño intolerable al prójimo sí que tiene que combatirse jurídica y socialmente sin que por ello el Parlamento que discute y aprueba esa legislación y el Gobierno que la promueva puedan ser tachados de intolerantes.

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