EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El día después

Jorge Zepeda Patterson

El dos de julio por la noche un gran número de mexicanos festejará el triunfo de su candidato presidencial. No sabemos todavía si las banderas serán blanquiazules o amarillas, pero seguramente sus portadores serán individuos eufóricos, convencidos de que, ahora sí, el país incurrirá en un verdadero “cambio”.

El problema es que otra multitud, de casi igual tamaño, se quedará en casa a rumiar su derrota. Estoy convencido que, pese a que habrá incidentes asilados, el dos de julio México vivirá una enorme fiesta democrática. Lo que me preocupa es la cruda del día siguiente.

Si gana López Obrador, muchos ciudadanos estarán alarmados porque “el peligro para México” gobernará durante seis años. Creerán que su deber patriótico consistirá en oponerse por todas las vías posibles a las directrices del nuevo Gobierno. Identificarán cada palabra y actitud de El Peje como la mera confirmación de que un Chávez tabasqueño se ha instalado en Palacio. Los boicots empresariales y la fuga de dineros encontrarán campo fértil en el clima de desconfianza que ha generado una campaña electoral de acusaciones criminales.

Si gana Felipe Calderón una enorme cantidad de mexicanos asumirá que la democracia electoral ha sido desvirtuada en detrimento de los pobres. Muchos quedarán convencidos que los poderosos impidieron el ascenso de su candidato. Peor aún, muchos de ellos llegarán a la conclusión de que si no fue ahora, no será nunca, y que las urnas no son el camino para buscar un cambio que favorezca a los desprotegidos. Pensarán que sólo la confrontación, las marchas y las movilizaciones serán capaces de arrancar migajas al poder.

Esta polarización es el resultado de una clase política absolutamente irresponsable. Desde el presidente Fox que maquinó un desafuero con todo el aparato de Estado para deshacerse de un rival político, hasta López Obrador que desde la jefatura de Gobierno lanzó una campaña demagógica que escindió a los mexicanos en pobres y ricos, con el propósito de favorecer su propio ascenso. Pasando, además, por Felipe Calderón que no ha tenido ningún rubor en dirigir una campaña que inventa infundios, exagera e impulsa el odio y el temor para atraer votos a su campamento.

Todos ellos son responsables de lo que pueda suceder a partir del tres de julio. Hicieron campañas como si no hubiera mañana; como si el ganador se llevara todo. Pero no es así. Cualquiera que resulte presidente terminará siendo rehén del campo minado que sembró durante la guerra. Dependerá de un Congreso de Oposición cuyo principal propósito será sacar del Gobierno a su enemigo lo más pronto posible. Olvidémonos de las reformas que el país necesita con tanta urgencia. El próximo presidente enfrentará a una gran porción de la opinión pública convencida que su líder es un delincuente o un fascista.

Hace una semana escribí un artículo en el que anticipaba un repunte de López Obrador, luego del desplome de abril. Pese a que tal repunte se confirmó a lo largo de esta semana, recibí un gran número de correos acusándome de ser perredista. En otras ocasiones, he sido acusado justamente de lo contrario. En realidad yo creo que es menos importante quién gane que cómo gane. Pero sobre todo, lo más decisivo son las percepciones que los ciudadanos tengan del nuevo Gobierno y la manera en que se relacionen con él.

Dos aspiraciones están jaloneando nuestra endeble democracia y poniéndola seriamente en riesgo: libertad e igualdad. Los grupos de poder y las fracciones de derecha hacen énfasis en la primera aunque con frecuencia haya sido una libertad que profundiza las diferencias y favorece a los privilegiados. Su lema principal es el tan traído “Estado de Derecho”, que en la práctica supone la preeminencia de los que están en condiciones de impulsar leyes que les favorecen y una impartición de justicia “a modo”. El Gobierno de Fox y de ser el caso el de Felipe Calderón, privilegiarían la noción de libertad por encima de la de igualdad.

Por otro lado, los partidos de izquierda y muchos movimientos y organizaciones sociales enfatizan un criterio de igualdad. Es una aspiración genuina en virtud de los enormes desequilibrios sociales que padecemos. El problema es que los gestores de estas banderas suelen tener en poca estima la noción de libertad, en aras de un criterio de igualdad. López Obrador ha mostrado intolerancia al ejercicio crítico y desprecio por todos aquellos que se oponen a su causa. Si bien en lo personal me inclino por una agenda que favorezca las causas de los necesitados, también es cierto que en mi calidad de periodista, temo que su triunfo propicie un clima de hostilidad hacia la libertad de expresión en todas sus formas.

No es fácil, pues, tomar partido, pero hay que hacerlo. Lo peor sería dejar que esta clase política tan irresponsable y egoísta hiciera suya la “cosa pública”. Lo importante es que tomemos posición pero al mismo tiempo rechacemos las actitudes y los individuos que promueven el sectarismo, el odio y la intolerancia. En cada partido hay actores deleznables, pero también hay protagonistas que están buscando alguna conciliación posible entre libertad e igualdad: Beatriz Paredes, Amalia García o Josefina Vázquez Mota, por poner un ejemplo en cada bando.

De la manera en que nos insertemos en nuestra respectiva elección, dependerá que sean ellas y ellos los que conduzcan los procesos y no las versiones obtusas y destructivas que militan en cada corriente política. Lo importante no es que optemos por un candidato u otro, o que apoyemos al presidente que gane o a su Oposición, sino que lo hagamos exigiendo un respeto por la libertad y la igualdad y repudiemos las muestras de sectarismo e intolerancia que anidan en cada partido. De otra manera no importa quién gane, México quedará sumido en la polarización y la parálisis.

(jzepeda52@aol.com)

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 215820

elsiglo.mx