El repunte en las encuestas de Felipe Calderón Hinojosa, es una prueba de que los resultados de las próximas elecciones son aún inciertos. La moneda está en el aire y cualquiera de los tres principales partidos puede alcanzar la victoria el próximo domingo dos de julio.
El efecto chachalaca demostró que Andrés Manuel López Obrador no es invencible, que el PAN puede repuntar y que es muy temprano para descartar a un viejo lobo de mar como Roberto Madrazo.
Por desgracia los números se han movido por marketing político y no por propuestas. Tal vez hoy más que nunca las campañas se han desarrollado sin contenido y plagadas de descalificaciones, que en ocasiones rayan en comentarios vulgares e incluso llegan a ser insultos.
Especialistas del análisis político advierten que una campaña electoral reducida a la emisión de repetidos anuncios de televisión y radio, empobrece la contienda, menosprecia la inteligencia de los votantes y niega la oportunidad de crecimiento a la cultura política. En esta ocasión se destinaron a las campañas cinco mil millones de pesos, lo que representa un derroche de recursos insultante para la mayoría de los mexicanos, sobre todo cuando el debate de ideas ha sido prácticamente nulo.
El gran riesgo que corre el país es que la contienda por la Presidencia de la República sea ganada por quien tenga mejores publicistas y no por quien posea los atributos de liderazgo necesarios para dirigir los destinos de la nación.
Ante esta disyuntiva los mexicanos estamos obligados a razonar el voto, para no comprar “espejitos” que después comprometan el futuro de la nación.
