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El infundio

Gilberto Serna

No lo creo. No por que no sea capaz el ciudadano Vicente Fox Quesada de realizar actividades partidistas en plena campaña proselitista, si no por que carece de seriedad quien hace la revelación. No es creíble que el presidente de buenas a primeras suelte a los cuatro vientos el contenido de sus estrategias electorales, eso en el caso de que las tuviera, interviniendo en el proceso que se ventila en estos días con la participación de cinco candidatos, previo a despojarse de sus obligaciones inherentes a un jefe de Estado. Hubo, se dice, tres reuniones en los últimos meses del año 2005, en la residencia de Los Pinos, de un grupo de políticos con el presidente, en las que presuntamente se presionó a Jorge Emilio González Martínez, líder del Partido Verde Ecologista, para que apoyara al PAN, tratando de seducirlo al decirle que iba a haber una oferta de cargos, haciendo Fox un planteamiento consistente en que no permitiría que ganaran la Presidencia ni Andrés Manuel López Obrador ni Roberto Madrazo, del PRD y PRI respectivamente. Veamos. Vicente Fox, con todas sus fobias, no es el villano rencoroso que pretenden sus opositores. Imaginemos nomás a un presidente de la República arrastrando en un charco de lodo partidista su investidura. No es creíble.

Sería necesario estuviera dispuesto a ultrajar su dignidad de primer presidente, producto de la democracia, lo que es impensable a menos que se estuviera jugando su propio pellejo en los próximos comicios, corriendo el peligro de ser enjuiciado una vez terminado su mandato. Ahora que a él solo no le sería posible ya que necesitaría para ello la complicidad del Instituto Federal Electoral en el que la mayoría de sus integrantes respondiera a sus llamados para la realización de tareas enderezadas a favorecer, chueco o derecho, una de las candidaturas.

Esto sería pavoroso porque ese organismo perdería la poca confianza que hoy le acompaña dado que en su origen hubo fuerzas extrañas que evidentemente metieron sus largas narices en el escogimiento de sus componentes. La regla, imbíbita en el desarrollo de sus funciones, se entiende, es el de figurar como árbitro en la contienda electoral. Sería el caos que nadie creyera en la imparcialidad de sus resoluciones. Estaríamos en el caso de presenciar una pelea de box sin que hubiera réferi o existiendo le levantara el brazo en señal de triunfo a un noqueado en la lona. Lo ratifico, no considero que eso pueda o esté por suceder, pues Vicente Fox no es así.

No puedo digerir que el hombre que ha sustentado el criterio de que el país debe tener instituciones democráticas, entre las que se encuentra primordialmente el que los ciudadanos elijan libremente a sus autoridades, mediante comicios en los que se respeten los votos, aceptando la voluntad de la mayoría de los mexicanos, esté empeñado, con las manos metidas en la campaña, en dejarle el cargo, cueste lo que le cueste, a un correligionario.

Que el presidente esté dispuesto a usar artificios y añagazas para que las elecciones favorezcan ciertos intereses, me niego a avalarlo. Es verdad que en varias ocasiones durante el tiempo que ha venido ocupando el puesto de presidente ha mostrado su ojeriza al partido político que postula a Roberto Madrazo, así como un odio acérrimo al candidato del PRD, pero esto no puede llevarlo a atropellar normas de conducta que desde siempre, ha venido defendiendo a capa y espada. No estoy de acuerdo con quienes piensan que Vicente Fox esté actuando así, a pesar de sus sentimientos personales de aborrecimiento, antipatía o encono. Él, como hombre de campo, no es de los que revuelven las preñadas con las paridas.

¿Una elección de Estado? ¿el presidente usa fondos públicos para apuntalar la victoria de Felipe Calderón? tonterías, simple tácticas de campaña de sus malquerientes, pues Fox se ha comprometido a que el proceso electoral se desarrolle con absoluta equidad e imparcialidad. Ha dicho que respetará el resultado de los comicios salga quien salga. Lo que debemos creer por que no es un político mentiroso. No puede pensarse en que el presidente quiera que salga electo el candidato del PAN pues él ha dicho que tiene un compromiso indeclinable con la democracia.

Y yo le creo, pues de otra forma, él lo sabe, estaría abriendo un gran hueco por el que puede colarse la discordia nacional. Además, no pasar por alto, que hay quien lo cuestiona por las intensas giras que realiza en el interior del país, pidiendo con metáforas campestres no se cambie el modelo de Gobierno, lo que se ha considerado como un abierto apoyo a la campaña del abanderado del PAN. Ya veremos, en su momento, como el presidente recordará que protestó cumplir con lo que ordena la Constitución acerca de los procesos electorales y la renovación democrática de las instituciones. Lo otro, la denuncia que hace el llamado “niño verde”, sin más evidencia que su testimonio, no deja de ser un infundio. El presidente no fragua intrigas, ni gestiona entierros, pues su función no ha sido, no es, ni será la de embaucar a los mexicanos.

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