Canelo es un pobre perrito, que fue a parar en manos de unos niños sin atención. Al principio como toda novedad fue la sensación en la casa, todos lo querían y estaba lleno de atención. A pesar de haber llegado un poco grandecito sus amos estaban muy contentos de tenerlo en casa. Su vida era muy sencilla, todas las mañanas a las 7:20 le daban de desayunar, mientras lo hacía sus jóvenes amos lo acariciaban y él prefería jugar a desayunar. Después escuchaba la voz de la mamá diciendo que se lavaran las manos y veía cómo sus amos se iban a la escuela. Durante toda la mañana Canelo se dedicaba a dormir, a jugar con las plantas del jardín y a disfrutar una vida sin preocupaciones, sin problemas y llena de amor. En las tardes, después de hacer la tarea, venía el paseo por la plaza que tanto le gustaba, y al final del día era recompensado con varios abrazos y caricias antes de dormir. ¡Su vida era perfecta! No había nada que pudiese romper ese vínculo que existía entre él y su familia. O al menos eso es lo que él creía. Con el paso del tiempo, y mientras crecía junto con sus amos poco a poco fue siendo víctima de la indiferencia y ausencia de caricias. Sus baños de ser cada semana cambiaron a ser cada mes o incluso cada dos meses. El desayuno era simplemente ver cómo salían rápidamente a dejarle el plato aventado cerca de la entrada a la casa. En algunas ocasiones le hacían una que otra caricia mientras desayunaba. Los paseos vespertinos desaparecieron y la soledad se convirtió en su mejor amiga y compañera. Aprendió a cambiar su amplio jardín por un pasillo lateral y a entender que aunque estuviese lloviendo o haciendo mucho frió su salud y condición era lo que menos importaba en ese hogar. Una tarde mientras veía la puerta de sol se puso a reflexionar sobre su condición. No estuve en la calle, siempre tuve que comer, por un tiempo fui muy feliz, mas sin embargo me ganó la indiferencia. Sí, así es, la maldita indiferencia que permite que un programa de televisión, que un video juego, que la flojera misma nos haga olvidarnos de la vida que tenemos alrededor de nosotros. Hoy Canelo ha muerto. Falleció durante la noche triste y solo en un pasillo. Fue hasta el mediodía cuando notaron que nadie había tocado el desayuno de croquetas de canelo y decidieron ver qué pasaba. Lo más triste de todo fue que con su muerte la familia sintió alivio y lo puso en una caja para que al día siguiente que pasaba la basura se lo llevaran. Ésa es la historia de Canelo, no fue vencido por un carro a alta velocidad, o por una enfermedad contraída en la calle, o a manos de algún desalmado, fue vencido por la indiferencia de una familia que al crecer se olvidó que una mascota también tiene sentimientos y necesita atención y amor. Esperemos que con el tiempo no le pase eso a nuestras mascotas.
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