Mucha gente tiene perros y niños bajo el mismo techo; y aunque es algo muy normal esta sana relación en ocasiones puede llegar a sufrir de ciertos percances. Debemos tomar en cuenta que los perros son de una especie totalmente diferente a nosotros y tienen otra manera de ver el mundo. Ellos al estar amenazados tienden a ser agresivos no por maldad, sino por supervivencia. Al hablar de supervivencia me refiero a su vida, alimentación y comodidad. Los perros suelen ser agresivos cuando se sienten agredidos, por ejemplo mientras comen, roen un hueso, o están con sus cachorros ellos responderán a ciertas acciones.
Los niños juegan con nuestra mascota pero en ocasiones estos juegos suelen ser un poco agresivos para alguna de las dos partes. Para evitar los pleitos entre los niños y nuestro perro debemos hacerle entender al perro que el niño es su amo y tiene todo el apoyo de sus papás, y al mismo tiempo debemos enseñar a nuestros hijos que el perro merece respeto y se deben de respetar también sus juguetes y su territorio. Sé que esto puede parecer raro, pero así es, se deben establecer reglas entre ambas partes.
Una de las reglas muy importantes entre perros y niños debe ser la comida. Si al estar comiendo nuestros hijos intentan jugar a quitarle la comida a nuestro perro esta acción se puede tornar en amenaza, y responderá con agresividad. Así pues si un niño arremete un golpe al perro, aunque sea jugando, el perro puede volverse en su contra. Pensemos que los niños a veces pueden ser crueles con nuestras mascotas sin saber que lo están haciendo enojar; y mas aún que la agresión está siendo en su territorio. Para un perro un territorio puede ser su manta, la cama, el sofá, su esquina del patio o del jardín; así que deberemos tener presente que el perro pueda lesionar a cualquier niño si invade su terreno de una manera incómoda para nuestra mascota.
Así pues es de suma importancia tener muy claro que los perros por muy buenos que sean pueden agredir a un niño no por maldad sino por reacción a una acción del niño. Para que esto no ocurra deberemos ser capaces de educar al niño de forma que vea al perro como un ser vivo, no como un juguete. De todas formas, tengamos o no un perro bien educado, no deberemos dejar JAMÁS a un niño y a un perro solos sin supervisión. Si ambas partes respetan las reglas de juego veremos una relación de amistad y protección entre nuestros hijos y nuestra mascota.
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