Si hemos decidido tener un perro es porque tenemos tiempo, espacio y recursos suficientes para poder mantenerlo en condiciones dignas. Si no tenemos tiempo, o no lo podemos llevar al veterinario, menos tendremos tiempo para educarlo y le estaremos agregando un fuerte problema a nuestra vida. Un perro mal educado puede resultar en un grave problema y eventualmente será una carga en lugar de ser un amigo.
Al hablar de espacio, más que nada me refiero a que a un perro pequeño no le hace falta un terreno muy grande y, en cambio, un perro grande no puede estar en un patio pequeño.
Tener un perro ocasiona muchos gastos, comida, veterinario, mantenimiento, educación, eventuales destrozos y medicinas cuando se enferme. Se debe tener en cuenta que un perro no es un juguete que podamos aventar en el closet, regalar o incluso tirar a la basura. Un perro necesita atención constante y supervisión adulta. Mucha gente que no quiere batallar prefiere la opción más fácil y la menos problemática: el abandono.
Estas personas sin alma no tienen un lugar en específico para abandonar a sus perros, los abandonan por la ciudad, en el bosque, en las carreteras, en el campo e incluso en la colonia o ejido más cercano. Muchos perros abandonados mueren de hambre o atropellados mientras van buscando el camino de vuelta a su casa, o en su defecto, en busca de una mano amiga que los quiera recoger.
Aunque suene ilógico los más afortunados van a parar a la perrera municipal, que suele estar llena y los encierran en una jaula pequeña donde apenas tienen lugar para moverse, comen muy poco y si sobreviven por cinco días los sacrifican si es que no los han ido a recoger.
El abandono es la peor solución, ¡nunca lo abandones!
Cuando llevamos a un animal a nuestra vida se convierte en uno más de la familia, tanto de pequeño cuando se hace del baño en todos lados, de joven cuando destroza toda la ropa, y de mayor cuando ya no hace nada, sólo duerme y pide caricias. Un perro es una gran responsabilidad desde que llega a nuestras manos hasta que nos deja y merece ser feliz. Recuerda que en él encontrarás un amigo para siempre.
Si no cumples las condiciones necesarias para tener un perro, mejor ¡no lo compres!
Pero si cumples con todos los requisitos anteriores, entonces ¡no compres, adopta! Adoptando salvas dos vidas, la del perro que adoptas y la del que ocupará su lugar en la perrera, de donde lo has salvado.
Miles de perros esperan ser adoptados, tener una nueva familia que no les falle, que los quiera y que los trate como ellos se merecen.
Adoptando les das una vida, adoptando vuelven a nacer.
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