Nuevamente ayer, como en los últimos doce años, fueron muchas las voces que recordaron la muerte de Luis Donaldo Colosio y exigieron justicia. El 23 de marzo de 1994 el que fuera candidato a la Presidencia de la República por el PRI, fue asesinado cuando se desarrollaba un mitin en Lomas Taurinas en Tijuana.
El responsable material del crimen, Mario Aburto Martínez, purga una larga condena en el penal de alta seguridad de La Palma, en calidad de “asesino solitario”; explicación que a doce años de distancia nadie cree. ¿Cómo un hombre, hasta entonces desconocido, tuvo el valor y la inteligencia para burlar al Estado Mayor Presidencial? Para la gran mayoría de la población son más los indicios de que el asesinato del candidato del Revolucionario Institucional fue un crimen político, planeado y perpetrado desde el interior del sistema político mexicano, cuya ejecución y posterior investigación contó con la participación de diversos responsables de instituciones del Estado.
Sin embargo, a pesar de las dudas que existen en la población, para Los Pinos en términos de la justicia el caso está cerrado y sólo si se dieran nuevas pruebas podría abrirse este expediente.
En los días de campaña de Vicente Fox, el panista se comprometió a esclarecer el crimen. A punto de terminar el sexenio la teoría del asesino solitario se mantiene. Ayer, 23 de marzo y en tiempos electorales, todos los candidatos a la Presidencia de la República prometieron reabrir el caso y llevar las investigaciones hasta sus últimas consecuencias. Una promesa más, que difícilmente será cumplida por cualquiera que llegue al poder.
La vox populi señala como culpables del crimen a personajes relacionados con el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pero más allá de los rumores y leyendas urbanas, es necesario saber quién estuvo detrás de los acontecimientos del 23 de marzo de 1994. El reclamo por parte de la sociedad para conocer la verdad debe ser enérgico y no limitarse a cada aniversario luctuoso.
