Fabio Morábito reúne su poesía en La Ola que Regresa, un volumen que va de lo narrativo a lo metafísico.
EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- Fabio Morábito (1955) es dueño de una poesía anclada en el acontecer diario, que se alimenta de su biografía, pero también del ruido de sus vecinos o del vuelo de una mosca, que reivindica, como escribió alguna vez David Huerta, ?un tono íntimo que deviene en confesión pública?.
Tres son los poemas que constituyen su trabajo poético: Lotes Baldíos, De Lunes Todo el Año y Alguien de Lava, los dos primeros prácticamente inconseguibles y que ahora se reúnen en un sólo volumen, La Ola que Regresa, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE).
?El estímulo para hacerlo es la escasa circulación que suelen tener los libros de poesía, es decir, se trata de un gesto muy usual?.
Morábito, quien nació en Alejandría, pero es de nacionalidad italiana y vive en México desde hace más de 30 años, tiene la convicción de que no hay que mirar demasiado lejos para encontrar motivos de misterio y de inquietud que son los móviles de toda poesía.
?En mi poesía el oído y la mirada están puestos en lo que nos rodea de cerca y en ese sentido los tres libros son muy coherentes entre sí y los cambios que han habido tienen que ver con los enfoques?.
El primer libro, explica, es muy mineral, de las cosas inanimadas, mientras que, en el segundo, tiene más importancia el recuerdo de personas, es decir, se empieza a poblar de seres humanos, con nombres, con historias, es un libro más narrativo, y el tercero es un poemario más metafísico, es decir, la materia se enrarese y se descubre como un sustrato común, metafísico.
?La poesía es justamente una mirada sobre algo que de repente nos parece ajeno, no porque nos parezca inalcanzable, sino porque comprendemos sus contornos, su autonomía espiritual?, acota el también cuentista.
Morábito, quien ha escrito La Lenta Furia, La Vida Ordenada y Grieta de Fatiga, admite además que sus versos tienen una vena narrativa que refiere a historias personales y a objetos que lo rodean.
?Se ha dado de manera natural ?señala?, aunque también hay poemas vagamente filosóficos, pero en general hay una intención narrativa, quizás en el último poemario menos, quizás esa vena narrativa se ha ido enrareciendo para dar lugar a una reflexión un poco más abstracta, con una mayor concentración de la emoción poética?.
De acuerdo con Morábito ?no es tan fácil confesarse a través de la literatura? porque ésta ?es una pantalla artificial y el que escribe nunca es realmente el que vive y también en la poesía funciona igual, algunos piensan que no, que la máscara sólo se da en la novela o en los cuentos, y que en la poesía uno se quita todas las máscaras, no es cierto, la escritura es, en ese sentido, implacable en cualquier género?.
?Usted ha dicho en otras ocasiones que no hay que tomar la poesía al pie de la letra, ¿sigue pensando igual?
?Sería muy triste tomar la poesía al pie de la letra, como un acto de confesión, sospecho que el personaje que escribe inventa cosas que finalmente hacen más interesante y más dramático la vida de aquel que vive simplemente.
?¿En qué estado escribe: bajo el influjo de las musas o simplemente con los ojos bien abiertos?
?No estoy acostumbrado a estar con los brazos cruzados esperando a que llegue la musa, puesto que escribo todos los días, y lo mismo pasa con la narrativa que con la poesía, creo que la única forma de encontrar algo qué decir es a base de concentración, de voluntad de trabajo, a veces esa voluntad no lleva a ningún lado porque hay días que sencillamente no fueron hechos para que uno escribiera, pero aún así yo hago el esfuerzo, pero creo en la inspiración en la medida que me he dado cuenta que hay días en que trabajo realmente muy a gusto, y días en que no me sale absolutamente nada.
Hay palabras que son recurrentes en toda su obra: espiar, observar, escuchar, vigilar.
?Son términos que en el último libro se han acentuado, tal vez son el reflejo de un sentimiento de aislamiento frente a la realidad, que además es constitutivo de todo poeta en mayor o menor medida. Hay algo de morbo también, finalmente es algo que nos permite profundizar en algún aspecto que siempre nos ha inquietado, por eso hay un verso mío que dice: ?verso y poesía andan juntos?, y me gusta mucho porque aparentemente la poesía debería estar alejada del morbo, debería ser como la conquista de la espiritualidad, yo creo que el morbo es el principio de un despertar espiritual, un principio de metamorfosis, de capacidad de meterse en la piel del otro. En todo caso la mía no es una poesía confesional, terapéutica o autoterapeútica, responde a una necesidad de expresar ciertos misterios, pliegues de la realidad que son inquietantes y que se pueden mostrar a través de una persona, de un recuerdo, y que al explorarlos uno toca cosas que son más vastas y que en este sentido pueden ser compartidas por un lector.
El autor
Nacido en Alejandría, Egipto en 1955, de padres italianos, vive en México desde 1969; sus libros son Lotes Baldíos (1984), El Viaje y la Enfermedad (1984), Gerardo y la Cama (1986), La Lenta Furia (1989), Caja de Herramientas (1989) y De Lunes Todo el Año (1991).
-En la obra de Fabio Morábito casi todo es nítidamente inmediato: sus poemas y relatos son un laboratorio o gabinete lleno de objetos cotidianos; y un lente más lucido que el ojo revela el perfil y la forma, la vida insomne del mundo orgánico.
-Esa presencia intensa, sin embargo, convierte a las cosas en fragmentos de un espejismo, y lo real, cuanto más patente, se hace inexplicable, insólito.
-Desde el primer poema de su primer libro, Morábito lo ha visto casi todo: en Lotes Baldíos contempla la luz ardiente del muro absorto; en De Lunes Todo el Año contempla desde su ventana un parque oscuro como si fuese el foso del mundo.
-Son poemas que convierten la precisión del detalle en asociaciones que trazan un campo visual. Son poemas, por eso, que traducen el drama de una escena evidente y vacía, a un tiempo; de un espacio sin fin y limitado, a la vez.
FUENTE: Agencias