Buenos Aires, (EFE).- El Obelisco situado en pleno centro de Buenos Aires cumplió ayer 70 años convertido en el mayor símbolo de la ciudad y como testigo privilegiado de protestas y festejos populares en la capital argentina.
La torre de 67 metros de altura, inaugurada en 1936 para conmemorar la segunda fundación de Buenos Aires, recibirá como único regalo de cumpleaños un sistema de iluminación "para embellecerlo y resaltar su valor histórico", según fuentes del Gobierno porteño.
El lugar donde se encuentra, entre las avenidas 9 de Julio y Corrientes, la más ancha del planeta y la equivalente al Broadway neoyorquino, marca el sitio donde el adelantado español Juan de Garay refundó en 1580 la ciudad abandonada por su antecesor, Pedro de Mendoza, y bautizada como Santa María del Buen Ayre.
Además, en ese mismo sitio ondeó en 1812 la bandera argentina por primera vez en la capital del país.
El monumento, objetivo de las cámaras de casi todos los turistas que visitan la ciudad, ha sido con el paso de los años objeto de controversia y testigo de cientos de manifestaciones políticas, festejos deportivos y actos religiosos y artísticos.
Así, en el momento de su construcción, la obra fue duramente criticada e incluso el ayuntamiento de la ciudad votó a favor de su demolición en 1939, tan sólo tres años después de su inauguración.
Sin embargo, el Obelisco consiguió salvarse y pudo asistir, por ejemplo, a una sesión fotográfica en la que 450 personas desnudas congregadas por el artista Spencer Tunik posaban junto a su mole.
Más recientemente la torre apareció en los diarios de todo el mundo cuando fue cubierto con un preservativo rosa de 67 metros de largo con motivo de la lucha contra el sida.
La torre, revestida de cemento armado en sustitución de las originales losas de mármol que se desprendieron debido a deficiencias en la construcción, fue restaurada hace menos de un año.