Washington, (EFE).- Steve Vaught era uno de tantos obesos anónimos hasta que un buen día se echó la mochila al hombro para atravesar EU a pie, en un viaje que está a punto de acabar y en el que ha perdido casi 60 kilos y recorrido más de 3 mil 700 kilómetros.
La odisea de Vaught ha tocado un nervio sensible en la sociedad estadounidense, víctima de una epidemia de obesidad que el Director de Sanidad considera una amenaza mayor que el terrorismo.
La gordura, de hecho, es una de las principales causas de muerte en EU, al cobrarse nada menos que 300 mil vidas al año.
Vaught iba camino de una muerte prematura cuando decidió dar un giro radical a su vida.
Hace ahora poco más de un año, y con 190 kilos repartidos en su metro ochenta de estatura, Vaught se sofocaba con solo caminar por los pasillos del supermercado.
"Me dijeron que moriría antes de los 50 años si no perdía peso", dijo a EFE este ex militar grandullón, de 40 años, a quien le horrorizó pensar que sus dos hijos se quedarían huérfanos con sólo 13 y 18 años.
Gordo y deprimido, llegó a la conclusión de que tenía que hacer algo para recuperar el control de su vida, que perdió a los 25 años, cuando, tras atropellar a dos ancianos, se adentró en un círculo vicioso que lo llevó a ganar 78 kilos.
Y lo mejor que se le ocurrió fue cruzar EU a pie, en un largo periplo desde su residencia en San Diego (California) -de donde salió el 10 de abril del año pasado- al Rockefeller Center, en pleno corazón de Nueva York, a donde tiene previsto llegar a finales del próximo mes.
Caminar en el "país del automóvil" no es tarea fácil y tampoco lo es comer sano.
Vaught recuerda, por ejemplo, que en los primeros 30 kilómetros de su viaje se topó con 24 restaurantes de comida rápida, y ninguna tienda en la que comprar fruta o verduras.
"Nos hemos convertido en un país obeso porque ya no comemos en casa y vivimos en una sociedad en la que hay una enorme presión para consumir más y más", afirma Vaught, quien cree que ese es uno de los motivos que lo han llevado a él, y a sus compatriotas, a engullir porciones cada vez mayores.
Controlar la cantidad de alimentos que se lleva a la boca ha sido uno de los grandes desafíos para este estadounidense natural del estado de Ohio, que se ha convertido, sin pensarlo, en toda una celebridad.
Su caso ha merecido la atención del "The Washington Post", "The New York Times" y otros rotativos nacionales de gran tirada, así como la de programas televisivos de máxima audiencia, como "Today", de la cadena NBC.
Su página web (www.thefatmanwalking.com), donde relata sus vicisitudes físicas y espirituales, tuvo el mes pasado 700 mil visitantes y Vaught, que está hoy en Zanesville (Ohio), dice que esta semana el tráfico del sitio se ha disparado.
Su historia, que aparecerá relatada en un libro de la editorial Harper Collins ("El caminante gordo. Un viaje a través de EU"), promete alcanzar todavía mayor notoriedad la semana que viene, cuando se espera que Vaught aparezca en el programa de la presentadora Oprah Winfrey, diva de la televisión.
A periódicos y cadenas de televisión se suma un equipo de filmación que lo sigue desde hace varios meses y que producirá un documental sobre su viaje.
Vaught parece vivir la atención mediática con relativa calma y asegura que lo que de verdad quiere es tener una vida equilibrada cuando regrese a su casa en California.
Aun así, es más consciente que nunca de su imagen, lo que le llevó a interrumpir su viaje durante varias semanas en febrero para viajar a Los Angeles y recibir consejo de un entrenador físico que cuenta entre su clientela a algunos famosos de Hollywood.
"El impacto visual lo es todo", dice Vaught quien recurrió a los servicios del entrenador para intentar rebajar su todavía abultada barriga antes de llegar a Nueva York en abril.
Su larga caminata le ha valido, según dice, para conocerse mejor, aprender a comer más sano y vivir la vida "día a día".
A los millones de gordos que siguen su caso les recomienda que "no dejen el perder peso para mañana" y que recuerden, primero, que la obesidad no es una enfermedad y, segundo, que no existen curas mágicas: "Hay que dejar de comer demasiado. Eso es todo".