Antes de los atentados del martes 11 de septiembre de 2001, en el calendario de la agenda internacional el 11 de septiembre obligaba al mundo, y particularmente a los latinoamericanos, a recordar que un día como ése, pero de 1973, una de las democracias con más tradición de América Latina fue acribillada por el golpe de una junta militar, encabezada por Augusto Pinochet.
Treinta y tres años han pasado desde aquél, también martes, 11 de septiembre, en el que el único Gobierno socialista elegido democráticamente en Latinoamérica en tiempos de la Guerra Fría fuera reducido a cenizas en pocas horas.
Mucho se ha escrito sobre los abusos a los derechos humanos de los años de la dictadura de Pinochet (1973-1990) –que en números fríos dejaron más de tres mil 500 muertos/desaparecidos. Mucho se ha escrito sobre el papel de la Iglesia Católica chilena, de la presión internacional para desgarrar el régimen de Pinochet y de la política económica neoliberal de la dictadura.
Sin embargo, 33 años después del golpe, Chile es un ejemplo para Latinoamérica y para México. La rápida transición chilena: de la democracia electoral, a la dictadura militar, a la democracia sustantiva, es referente obligado para países como México que se quedaron atrapados en la transición.
En tan sólo tres décadas, Chile ha logrado terminar con la herencia de los enclaves autoritarios de la dictadura militar. Los senadores designados vitalicios hoy son parte del pasado. Desde que en 1990 se instauró el primer Gobierno civil, los chilenos, no menos conservadores que los mexicanos, eligieron a una mujer como su presidenta.
En 16 años Chile pasó de ser uno de los regímenes más dictatoriales y represivos del mundo a una de las democracias más sólidas en América Latina. Hace 16 años hubiese sido impensable que la izquierda regresara al poder. Hace 16 años Chile vivía bajo las corruptelas de la clase político-militar; hoy, de acuerdo con Transparencia Internacional, es uno de los países con mayor grado de combate a la corrupción. Hace 16 años, los periodistas que no servían a la dictadura eran desaparecidos; hoy la libertad de prensa es una realidad en Chile. Hace 16 años los derechos humanos de los chilenos no existían; hoy, de acuerdo con Amnistía Internacional, Chile es uno de los países que más rápidamente erradica la tortura. Hoy el punto negro y el pendiente de la transición chilena se apellida Pinochet.
Para América Latina, el 11 de septiembre marcará el día en el que Estados Unidos hizo del combate al terrorismo la prioridad de su política exterior, pero el 11 de septiembre también deberá seguir obligando a la región, y particularmente a los mexicanos, a reflexionar en torno al caso chileno, a su experiencia y a su éxito y a preguntarnos ¿por qué en Chile se han logrado consensos, gobiernos de unidad, diálogo y avance? ¿Por qué en México 71 años de una “dictablanda”, como la llamaran Vargas Llosa y Octavio Paz, y seis años de alternancia nos tienen en esta parálisis?
Internacionalista y politólogo
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