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El padre Maciel

Sergio Sarmiento

“El primer castigo del culpable es que su conciencia le juzga y no le absuelve nunca”.

Juvenal

El castigo que la Iglesia Católica le ha impuesto al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, no ha dejado satisfechos a sus acusadores. La sensación de que no se ha hecho justicia quedó de manifiesto en una entrevista que José Barba, uno de los ex legionarios que hicieron públicas las acusaciones en contra de Maciel, concedió el fin de semana al periódico Milenio.

Para la orden de la Legión de Cristo, que ve a Maciel no sólo como un fundador sino como un padre reverado, la simple petición -que no orden- de que el sacerdote se abstenga de ejercer un ministerio público y se dedique a “una vida reservada de oración y penitencia” ha generado un dolor enorme.

El Papa Benedicto XVI, porque no hay duda que la decisión final debe haber procedido de él, sabía que con esta decisión estaba reconociendo que algo hay de verdad en las acusaciones que hace años se hicieron en contra de Maciel. Si bien la Congregación de la Doctrina de la Fe, el órgano de doctrina teológica y de disciplina de la Iglesia, decidió no entablar un proceso contra el ya anciano fundador de los Legionarios, ese simple reconocimiento es más que suficiente para dejar marcado el nombre de Maciel.

¿Fue realmente Maciel responsable de esos abusos sexuales que se le atribuyen hace décadas? Al final, la respuesta sólo la conocen en su fuero interno el propio sacerdote y quienes han hecho las acusaciones. El padre Maciel nunca ha querido ofrecer una defensa pública, pero se sabe que en su declaración privada ante la Congregación de la Doctrina y la Fe negó los abusos.

Quienes presuntamente sufrieron esos abusos guardaron silencio durante décadas antes de darlos a conocer. Esta gran demora entre los supuestos hechos y la divulgación de las acusaciones ha sido utilizada por los Legionarios como indicación de que quizá esos abusos nunca hayan tenido lugar. Tanto fue el tiempo transcurrido, de hecho, que nunca se presentó ninguna denuncia penal: es muy poco probable que con el paso del tiempo se hubieran podido reunir los elementos para comprobar jurídicamente estos actos. Por otra parte, con frecuencia se ha señalado que las presuntas víctimas permanecieron durante décadas en el seno de la Legión de Cristo, lo que parecería improbable ante los abusos que después denunciaron.

Pero no fue solamente una persona quien hizo estas acusaciones. Han sido varios, quienes han ofrecido recuentos de los abusos que en sus detalles coinciden. El temor de acusar a un personaje de autoridad religiosa como lo ha sido Maciel toda su vida, por otra parte, sin duda implicó una lucha de conciencia entre quienes pudieron haber sido víctimas de estos actos.

Durante la vida de Juan Pablo II la Iglesia guardó en reserva la investigación debido a la gran estima que el pontífice le tenía a Maciel. El cardenal Joseph Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina y la Fe, sin embargo, tuvo conocimiento de toda la información reunida. En vida de Juan Pablo seguramente decidió congelar la investigación. Una vez convertido en Papa, dejó pasar otro año completo antes de dar a conocer la decisión, a pesar que se sabe que desde hace meses ésta se encontraba lista.

Para cualquier otra persona, el “castigo” que se le ha dado a Maciel no sería tal. Al padre no se le ha hecho un proceso canónico. Ni siquiera se le está instruyendo que deje el ministerio público. Simplemente se le está pidiendo que no tenga apariciones públicas y que lleve una vida de recogimiento y penitencia. De alguna manera los cambios que hace algunos años se hicieron en la Legión, cuando el padre Maciel dejó de ser cabeza formal de la orden, ya habían establecido este estado de cosas, por lo que no se le está pidiendo al fundador que haga algo nuevo.

Pero para un hombre como el padre Maciel, y para la Legión de Cristo, el castigo es severo. Oficialmente nunca se sabrá si hay suficientes pruebas para condenar al sacerdote por los delitos que se le imputan. No hay cárcel ni sentencia en el proceso. Pero la decisión del Vaticano implica un reconocimiento de que las acusaciones son creíbles y quizá más que eso.

La Iglesia nuevamente demuestra las características que le han permitido ser la única institución que ha sobrevivido a lo largo de dos milenios de historia. Su decisión ha sido sopesada y discreta. Podríamos pensar que la negativa a procesar al padre Maciel significa un carpetazo a un tema doloroso. Pero el Vaticano pudo haber permanecido en silencio y decidió no hacerlo.

La decisión de la semana pasada, que a tantos ha dejado insatisfechos, representa un castigo que es quizá más pesado, por su sutileza, que el que se hubiera podido establecer tras un proceso formal.

CELIBATO

Son muchas las denuncias que ha habido en los últimos años contra sacerdotes por abusos sexuales y pederastia. Me doy cuenta que en la sociedad en general hay un sinnúmero de este tipo de casos. Pero considero que la Iglesia tiene obligación tarde o temprano de considerar si realmente el celibato, una situación que podría considerarse antinatural, provoca los abusos que se han documentado en tantos sacerdotes.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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