Dicen que cuando el perro es bravo hasta a los de casa muerde, y esto es precisamente lo que ha sucedido con el carismático, prudente y siempre agradable técnico de la Selección Nacional. Espero que la Asociación Canófila Mexicana sepa disculpar esta comparación en la que evidentemente pierden los perros, considerados desde siempre como los mejores amigos del hombre.
El señor La Volpe, como todo mundo sabe, en una entrevista concedida a un diario capitalino volvió a las andadas y armó un despiporre con declaraciones absurdas, fuera de tiempo y contexto, carentes todas del mínimo respeto.
Porque cuando de hablar sandeces se trata, el argentino es generoso y no se contiene; es más, pareciera que le gusta escucharse hablar y le pone candela a su verborrea para no dejar títere con cabeza. El lenguaraz estratega arremetió contra ?Kikín? Fonseca por su postura de querer ser titular. Una vez más se comprueba que para agradar a Ricardo sólo queda el sí señor y calladito, pues de lo contrario se le prende la mecha y suele explotar.
Estaremos de acuerdo que un buen líder buscaría platicar a solas con el delantero, le haría ver las cosas positivamente y zanjaría las diferencias por la vía del diálogo y el convencimiento. Esto viene a cuento porque sólo a un desenhebrado se le puede ocurrir decir que su jugador dice estupideces, insultándolo públicamente a sólo nueve días del Mundial.
Luego arremangó a todos aquellos que le fueron llegando a la caja donde deberían estar los sesos, y a él le pusieron el hígado, y así le pegó por igual a Hugo Sánchez que a Miguel Mejía Barón y Manolo Lapuente. Minimizó los logros de la sub 17 y Jesús Ramírez, atacó a los ex seleccionados y se puso algunas medallas francamente discutibles como el valor de jugar eliminatorias fuera del Estadio Azteca y su aportación a las finanzas de la Femexfut vía los partidos contratados en los Estados Unidos.
A mí la verdad ya ni coraje me dan las declaraciones de La Volpe. Me produce pena y me da lástima este personaje sinceramente patético. Es tal su inseguridad, tan grandes sus miedos y tan poca su actitud, que en los momentos de presión se suelta hablando cosas de las que después se arrepiente y acaba por explicar, desmentir o bien, ofrecer disculpas.
Debe ser horrible vivir con tantos fantasmas, tanto rencor, arrastrar esa cantidad de complejos y contradicciones que guarda en su corazoncito Ricardo La Volpe. Ha de ser terrible ver en todos lados un enemigo, sentirse a cada paso traicionado y pretender avasallar, no convencer a todo aquel que ose no pensar como él.
Pobrecito de La Volpe, en serio, no quiero ser irónico, simplemente no me gustaría estar en sus zapatos. Puede que sepa mucho de futbol, que tenga mucho dinero, que sea famoso, que pueda decir sin problemas ?da, da, da? en un comercial de televisión, incluso puede ser que triunfe en el Mundial.
De lo que estoy seguro es que un tipo así no puede, de ninguna manera, ser feliz. De ahí mi conmiseración.
