Quiero que amarres tu perro / que no me vaya a morder / esta noche voy contigo / tu viejo te quiere ver / deja la ventana
abierta / pa’ que me pueda meter.
Nunca he estado de acuerdo con aquellos que afirman que todo tiempo pasado fue mejor. Ahora dicen que los jóvenes no tenemos valores, que no se conoce el respeto y que vivimos rodeados de vicios. Es cierto que en la actualidad hay marihuanos, delincuentes y pervertidos sexuales, pero personas así existen desde que mi tatatatatatatatatatatatatarabuelo todavía no nacía.
Las cosas han cambiado y qué bueno. Ahora tenemos algunas costumbres que en otros tiempos hubieran sido escandalosas. Tuteamos a nuestros padres y no se ofenden. Bromeamos con ellos y nos responden con su cariño.
Ahora el papel del sexo femenino dentro de la sociedad es muy distinto. Antes las oportunidades para las mujeres eran muy reducidas; o eran maestras o secretarias comerciales. No había destacadas empresarias, licenciadas, doctoras, taxistas, presidentas municipales, ni mucho menos policías.
Yo nací en la era de la información. Crecí en una casa con televisión; cuando de niño me bañaba -confieso que no era algo tan frecuente- no tenía que echarle leña al boiler; mi madre guardaba los alimentos en el refrigerador y no era necesario comprar barras de hielo; en la escuela me enseñaron inglés y computación y eso que Labastida no era presidente.
Doy gracias a Dios por haber nacido en este tiempo. Soy completamente feliz en este mundo loco, en este mundo de contrastes, en este mundo repleto de nuevos inventos. No creo que en otra época hubiese sido más dichoso, sin embargo, debo confesar que en un aspecto creo que los tiempos pasados eran mejores: en el de las composiciones musicales.
Esta noche cena Pancho/ no te la vas a acabar / ya se me cuecen las habas / en tus brazos quiero estar / te dejaré relinchando / te lo voy a demostrar.
Antes las letras de las canciones eran verdaderos poemas. Ahora pocos se fijan en lo que dicen, pues el ritmo y la melodía dominan sobre lo demás. Es cierto que todavía hay grandes compositores, como Armando Manzanero, sin embargo, son una especie en peligro de extinción.
Hace unos años Luis Miguel tuvo el acierto de grabar un disco con boleros. Dicha grabación fue todo un éxito e impuso un récord en ventas. ¿Pero a qué se debió ese éxito? La respuesta es muy sencilla: a la bella letra de las canciones. Recuerdo que muchos amigos míos estaban convencidos que esa era música nueva y hasta se reían cuando les decía que Los Panchos habían interpretado, desde hace años, algunos de los temas incluidos en el álbum.
Gran parte de las canciones actuales son desechables. La música de antes, en cambio, tiene la enorme virtud de ser inmortal y aunque pasen los años, seguirá vigente en el gusto del público.
Yo te consigo trabajo / muy pronto lo vas a ver / haciendo bien la talacha / vas a sacar pa’ comer / con lo que ganes mi prieta / nos vamos a mantener.
Es triste la situación actual de la composición mexicana. Antes una canción era suficiente para embriagar a los hombres con un desfile interminable de sonidos agradables y bellas frases. Ahora una canción es un desfile interminable de disonancias y de palabras que degradan al espíritu humano.
Lo que usted leyó en letra itálica, son algunas estrofas de la canción “El perro de tu marido”, que hace días escuché en la interpretación de Los Huracanes del Norte. Es triste, pero esa canción la escucha mucho más gente de la que pueda escuchar la música de Lara o de María Grever.
Soy joven y como tal, acepto emocionado las novedades que me depara la actualidad, sin embargo, no puedo negar que las canciones de antes me gustan más, pues gracias a ellas alimento mi espíritu con algo mucho más rico que un montón de frases sin sentido.
De toditas mis viejas / tú
serás la mera buena / si tu marido se enoja / yo te quitaré las penas / conmigo andarás descalza / pero con la panza llena.
javier_fuentes@hotmail.com