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EL PESO DE LOS VOTOS

La democracia mexicana es unde las más caras del mundo... y amenazan con encarecer más. Al entrar nuevos partidos a la disputa, el Congreso deberá destinar recursos a organizaciones nacientes que ya gastaron 82 millones de pesos en un año, como Nueva Alianza.

EL UNIVERSAL-AEE

MÉXICO DF.- Con 17 millones de pobres extremos, México tiene el sistema electoral más caro del mundo. El Estado mexicano eroga hasta seis veces más por voto que los países de mayor desarrollo internacional y aun así no logró disipar la desconfianza, entre partidos y candidatos respecto a sus instituciones electorales.

En promedio el voto costó al contribuyente el equivalente al pago de una jornada laboral de cinco salarios mínimos, es decir 285 pesos por sufragio. Los partidos tuvieron que gastar mucho más para captar cada voto a favor en 2006 que en cualquier otra elección. El costo del voto priista se duplicó respecto de 2000, mientras que el sufragio más caro fue el de Roberto Campa.

Esto sin contar el gasto del voto velado, el de organismos empresariales, candidatos sin registro y agrupaciones fantasmas que se sumaron este año al derroche electoral.

El dos de julio los mexicanos tuvieron una elección de muchos pesos y centavos. No sólo un millón de ciudadanos hizo posible la instalación de las casillas y el conteo de los votos, sino que todos los contribuyentes pagaron ?y caro? cada sufragio que entró a las urnas.

En términos de financiamiento público per cápita, el sistema electoral mexicano es el más oneroso del mundo, asegura Alejandro Poiré, ex director de Prerrogativas y Partidos Políticos del IFE y ahora profesor invitado por la Universidad de Harvard.

Aun así, la institución electoral encargada de llevar a cabo los comicios no pudo determinar de manera creíble quién ganó la elección.

Para organizar la votación este año, el Instituto Federal Electoral obtuvo del Congreso un presupuesto de 11 mil 892 millones de pesos, que hubiera bastado para abastecer de leche Liconsa durante toda una década a las 5.5 millones de familias beneficiarias de este programa.

Ese presupuesto es equiparable al que destina el Gobierno Federal para combatir la pobreza, vía el programa Oportunidades. Sin embargo, todo ese gasto no bastó para construir un sistema a prueba de impugnaciones.

A las urnas acudieron casi 42 millones de votantes, la mayor participación en números absolutos registrada en procesos electorales mexicanos, pero el precio promedio por voto se mantuvo en niveles similares al del año 2000.

El costo por voto efectivo (se obtiene de dividir el gasto entre la cantidad de personas que acudió a las urnas) bajó sólo 20 pesos esta elección, de 305 pesos en el año 2000 a 285 pesos este 2006, con la única diferencia de que en 2000 no fracasó el Conteo Rápido y tampoco se descalificó al Programa de Resultados Preliminares (PREP).

Si los 71 millones de ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores hubieran acudido a las urnas nuestra democracia habría costado 167 pesos por elector.

Pero mientras que México ocupa el último lugar de ingreso por habitante entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el voto llega a ser hasta seis veces más caro, en comparación con los socios de ese organismo.

En Estados Unidos y la mayoría de los países europeos, el costo de cada voto potencial (es decir, el financiamiento total a partidos dividido entre el padrón electoral) fluctúa entre diez y 30 pesos. En México, de acuerdo con un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP), cuesta 60 pesos, el doble.

En otros países de América Latina, con niveles similares de desarrollo, el voto es menos costoso también. En Brasil, en promedio, cuesta 23 pesos; en Costa Rica, 18, y en Chile, 12. Lo mismo sucede en otros continentes. En la India, el voto cuesta diez y en Ghana, siete pesos.

?La democracia nunca es cara, pero vivimos en un país de contrastes, de desigualdad, en el que 47 millones de personas están en situación de pobreza, por lo que se debe disminuir esa disponibilidad abundante de recursos para los partidos, sobre todo en un periodo tan extendido?, estableció Rodolfo Tuirán, ex subsecretario de Desarrollo Urbano de la Sedesol y miembro del Consejo Ciudadano de Seguimiento al Proceso Electoral.

De dónde cortar

Desde 1994 el gasto electoral se disparó en México.

Para dar credibilidad a la democracia se creó el IFE, organismo autónomo único en el mundo y se cuadruplicó el financiamiento de los partidos políticos, a fin de garantizar mayor equidad en las campañas electorales.

Este año, 60 por ciento del presupuesto del IFE correspondió a gastos de operación y el resto, a prerrogativas para los partidos. De los seis mil 932 millones de pesos que corresponden al sostenimiento del órgano autónomo, sólo una cuarta parte sirvió para el desarrollo de la jornada electoral; es decir para la impresión de alrededor de 220 millones de boletas y de más de un millón de actas electorales, la instalación de 131 mil 500 casillas, la compra de papelería y el despliegue de capacitadores a lo largo y ancho del país durante el día de la elección.

Tres de cada cuatro pesos del gasto de operación del IFE correspondieron a gastos ordinarios: a sostener una institución electoral permanente que cuenta con más 13 mil funcionarios y empleados.

Los órganos encargados de llevar a cabo los comicios trabajan aun sin que haya una elección en puerta. A nivel federal, la cita a las urnas es cada tres años, pero sólo uno se emplea en la organización de la elección y la plantilla laboral es fija.

Jorge Alcocer, especialista en temas electorales y director de la revista Voz y Voto, argumenta que el sostenimiento de la institución electoral encarece considerablemente el voto.

?El proceso electoral va del mes de octubre del año previo de la elección al mes de agosto del año siguiente, pero en el resto de los meses hay que gastar recursos públicos para sostener al personal en cada uno de los 300 distritos electorales, de las 32 juntas locales y de las oficinas centrales?.

La mitad del presupuesto de operación del instituto electoral se destina al padrón, credenciales e instrumentos encaminados a dar confianza y seguridad a los ciudadanos.

El PREP cuya vida útil es de 24 horas, pero que en esta elección no ayudó a generar certeza, requirió una inversión mayor a los 250 millones de pesos, mientras que el Conteo Rápido encargado a un grupo de expertos de la UNAM y del ITAM consumió 20 millones de pesos, y sus conclusiones se mantuvieron inicialmente ocultas.

No sólo eso, la estructura electoral corre a cargo de autoridades federales y locales a la vez. El pasado dos de julio hubo elecciones concurrentes a la federal en diez estados de la República ?en cuatro de ellas se eligió gobernador? y tanto los institutos electorales locales como el nacional se encargaron de organizar la votación.

?Así como existe duplicidad de organizaciones para una misma función, también hay duplicidad de prerrogativas. Los partidos reciben financiamiento público a nivel nacional y estatal?, señaló Poiré.

Para captar el voto, los partidos políticos recibieron del erario cuatro mil 926 millones de pesos, equivalentes a dos veces el monto que se destina a los adultos mayores a través del Instituto Nacional para Adultos Mayores (INAPAM).

Aun así, cuatro de cada diez mexicanos se abstuvieron de participar en la elección pasada. Ni las intensas campañas mediáticas, donde fue a parar 70 por ciento del financiamiento partidista ni los espectaculares en las calles, ni los tiempos oficiales que les otorga el Estado y menos aun los dos debates presidenciales ?que obtuvieron juntos menor rating que las telenovelas estelares de Televisa y TV Azteca? ayudaron a superar el porcentaje de votación registrado para la elección presidencial pasada.

A pesar que los partidos contaron con mayores recursos para esta elección, comparado con las de 2000 y 1994, su desempeño en las urnas fue consistentemente más pobre.

Demasiado dinero

Mientras que el PRI ganó con 17 millones de votos la Presidencia en 1994, ahora el PAN pelea por el triunfo con poco más de 15 millones de votos y un padrón con el doble de posibles electores. En pocas palabras, los partidos requieren gastar cada vez más para adquirir un voto adicional.

El precio promedio del voto priista se duplicó, el del PRD (ahora representado por la coalición Por el Bien de Todos) se encareció en 50 por ciento y el del PAN se mantuvo sin cambios.

Roberto Madrazo logró imponer récord de encarecimiento del voto, al pasar de 82 a 178 pesos de 2000 a 2006. Perdió en seis años 4.3 millones de votos, mientras que su financiamiento fue casi 40 por ciento más elevado, sumadas las prerrogativas del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

En el caso del PRD, el costo por voto subió de 60 pesos, cuando su candidato fue Cuauhtémoc Cárdenas, y 88 pesos, con Andrés Manuel López Obrador. En ambos casos, el partido del Sol Azteca encabezó una coalición de partidos, y si bien logró duplicar la preferencia electoral en seis años, lo hizo con un aumento aún mayor de los recursos públicos.

El único que sostuvo su costo por voto fue el PAN. De los 78 pesos que le costó cada voto a Vicente Fox en 2000, pasó a 76 pesos durante esta elección. Esto, cabe aclarar, sin contabilizar el financiamiento privado de Amigos de Fox ese año y de los empresarios que se sumaron al proselitismo en contra de López Obrador este año. En el último caso, el voto panista se dispararía hasta en 50 por ciento.

El voto más oneroso de 2006 fue el de Roberto Campa, que le costó a Nueva Alianza 205 pesos. Su candidato presidencial sólo conquistó 402 mil votos presidenciales a pesar de contar con 82.2 millones de pesos de financiamiento público.

En contraste Patricia Mercado fue la candidata más eficiente para conseguir las preferencias electorales. El sufragio por Alternativa costó 73 pesos en promedio.

El sistema de financiamiento no castiga la poca efectividad de los partidos en las urnas, juzgó José Antonio Crespo, profesor-investigador del CIDE.

Explica que aunque a cada elección se incrementa la abstención, los partidos políticos no se ven afectados, pues el presupuesto que ellos mismos se atribuyen se reparte en función de los votos obtenidos aunque el nivel de participación haya sido bajísimo.

Por lo general, el voto por los partidos emergentes ha sido también el más caro ?mil 411 pesos por voto del PSN y 514 el voto del PAS en la elección de 2003?pero la asignación de las prerrogativas se expande desproporcionadamente con el registro de cada partido nuevo.

?La bolsa de financiamiento para el año que viene va a crecer 30 por ciento, porque en lugar de multiplicar por seis, que es el número de partidos que hay, se multiplicará por ocho. ¿Hasta cuándo los ciudadanos podemos seguir financiando a los partidos políticos, cuando vemos que este financiamiento se derrocha, se dilapida en campañas sin sentido??, se quejó Jorge Alcocer.

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Escrito en: Elecciones

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