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El PRI en la espiral/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Disputadas antaño con ferocidad, hay ahora candidaturas priistas indeseables. Nunca se vio el caso, durante los años del avasallamiento tricolor, de un aspirante a una gubernatura que una vez ungido por el PRI se retirara de la contienda.

¿Cómo iba a hacerlo, si la postulación priista era el camino seguro al Gobierno? Pero dejó de ser así especialmente en las entidades ganadas alguna vez por la Oposición. Por eso en Aguascalientes hace dos años Óscar González renunció a la candidatura: ya seis años atrás Héctor Hugo Olivares había perdido la contienda y él no quería tener el mismo destino debido a falta de apoyos en su partido. Quien lo reemplazó, Óscar López Velarde, sufrió como era previsible una severa derrota.

Con mayor razón el PRI padece complicaciones en Guanajuato, pues allí tres veces ya perdió la gubernatura. La primera ocurrió en 1991: o fue derrotado en las urnas, a manos de Vicente Fox y le escamotearon la victoria al ahora presidente de la República, o la perdió en Los Pinos, entregado el cargo al PAN por el presidente Salinas. La segunda vez tuvo que respetarse la victoria de Fox, en 1995, contra Ignacio Vázquez Torres. Y la tercera en 2000, cuando José Carlos Romero Hicks se impuso a Juan Ignacio Torres Landa.

La diferencia de votos se acrecentó entre estas dos últimas derrotas (el PAN pasó de ganar con 300 mil votos al PRI, a vencerlo con 400 mil), y el tricolor no ha podido levantar cabeza. En la elección federal legislativa de 1993 sólo pudo obtener dos curules, apenas una más que la lograda tres años atrás cuando el efecto Fox arrolló al PRI. Así, es altamente probable un nuevo triunfo panista, esta vez con Juan Manuel Oliva Ramírez, elegido senador en 2000 y luego secretario general con Romero Hicks.

Quien pretendiera la candidatura priista debería, o bien lanzarse resignado a una derrota segura, o establecer variada suerte de arreglos si no para triunfar sí al menos para contender con probabilidad de revertir la tendencia perdedora de su partido. Wintilo Vega obtuvo la candidatura priista, a partir de esos arreglos. Pero renunció el martes 21, un mes después de su elección como candidato, ocurrida el 19 de febrero. Apenas hoy iba a ser registrado oficialmente y de hecho sólo realizó un acto de campaña: la rumbosa celebración de su cumpleaños número 44, el 13 de marzo. Aunque se le supondría desilusionado porque ese lunes lo dejaron con los gastos hechos (llegó la mitad de los mil invitados a la fiesta), su retiro obedeció a decisiones que el PRI anunció una semana después, el 20 de marzo. El primer arreglo en que fundó Vega su aspiración presumiblemente fue establecido con la señora Marta Sahagún de Fox, quien lo apoyaría como recompensa por la clausura de las investigaciones sobre sus hijos, promovida en diciembre pasado por el ahora candidato renunciante, que era secretario de la primera comisión legislativa integrada con ese propósito.

La situación convenía a ambos, pues el foxismo fue derrotado en la selección del candidato panista (Javier Usabiaga perdió frente a Oliva) y no tiene mucho entusiasmo por apoyar al aspirante del PAN y sí en cambio en procurarle un traspié. El segundo arreglo de Vega fue con Jorge Videgaray, que presidió la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, y que aspiraba a ser senador. Vega se comprometió con el empresario a colocarlo en la primera fórmula de la disputa senatorial, con lo que aseguraba al menos una curul de primera minoría.

El comité nacional del PRI aceptó proceder de ese modo, mediante acuerdo escrito, pero lo infringió. El lunes pasado anunció que esa preciada posición corresponde a Francisco Xavier Arroyo Vieyra, y no a Videgaray. Aparte los criterios que no expresaron quienes tomaron esa decisión, hay un factor que favorece a Arroyo, quien además cuenta con experiencia legislativa de que carece Videgaray: éste perdió la alcaldía de León en 1997, mientras que aquél fue uno de los dos candidatos priistas que ganaron su curul por mayoría en 2003.

La postergación de Videgaray pareció a Vega una aceptación anticipada de la derrota y por eso renunció a la candidatura, en que lo acompañaron casi todos los candidatos a diputados y buena parte de los aspirantes a alcaldes.

Sobra decir que esas defecciones ahondarán la brecha que separa al PRI de la recuperación de su primacía en Guanajuato. Miguel Ángel Herrera Chico, líder del PRI que ayer mismo fue nombrado candidato sustituto ejercerá una candidatura meramente simbólica, por más que responda al interés de grupos de influencia en la entidad.

Vázquez Torres, el candidato priista derrotado por Fox, salió de su partido en una nueva señal del debilitamiento sufrido por el tricolor desde que Salinas antepuso su interés personal al de su partido en esa entidad. Si no ha ocurrido a la hora en que circule este diario, podría no transcurrir mucho tiempo en que se conociera una decisión semejante a la de Vega, la de Maricela Sánchez, candidata a la gubernatura de Morelos. Tampoco ella quedó satisfecha con las candidaturas senatoriales, pues no fue ubicadaa en la privilegiada primera posición quien ella quería. El caso de la candidata Sánchez es peor todavía que el de Vega.

Es muy probable que no pueda recuperar el Gobierno para su partido, y aun es posible que ni siquiera quede en segundo lugar. Éste puede ser para el PAN, que actualmente gobierna, y el primero para el PRD, que presenta al ex panista Fernando Martínez Cué, que puede ganar.

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