“El único adiestramiento real para un
líder es el liderazgo”. Anthony Jay
Andrés Manuel López Obrador ha sido el puntero en la carrera presidencial desde hace mucho tiempo, antes de que ésta se iniciara de manera formal. Todas las encuestas lo señalan. La de Consulta Mitofsky de enero le daba una ventaja de nueve puntos porcentuales sobre Felipe Calderón, que se encontraba en segundo lugar.
En la última del Reforma, publicada este lunes 20 de febrero, tenía una ventaja de siete puntos. La de El Universal de la misma fecha le daba cinco puntos de ventaja. La de Milenio, dada a conocer ayer, le otorgaba también cinco puntos de ventaja, aunque lo sorprendente en esta última es que, por primera vez, sus dos principales rivales, Calderón y Roberto Madrazo, estaban empatados en segundo lugar. La ventaja no es imposible de remontar, por supuesto. López Obrador no ha podido superar la barrera del 40 por ciento. Algunas encuestas, de hecho, muestran una baja en las preferencias por el perredista en los últimos meses.
Cinco puntos porcentuales a cuatro meses de una elección no son de ninguna forma definitivos. Pero en los medios políticos parece haber una aceptación ya de la posibilidad de un triunfo de López Obrador. Hasta hace relativamente poco tiempo esto parecía todavía imposible. Las encuestas señalaban o incredulidad acerca de un triunfo del perredista -cuántas veces me han dicho: “pero cómo puede ir adelante López Obrador si aquí en Nuevo León (o en Sonora o en Coahuila) nadie lo quiere”-o dudas acerca de si el Gobierno o Washington permitirían su triunfo. Si ha habido un cambio en la actitud de los ciudadanos en los últimos meses es percatarse de que realmente López Obrador está adelante en las encuestas nacionales, de que en verdad puede ganar y de que si gana nadie le impedirá tomar el poder.
La ventaja que tiene Andrés Manuel no es decisiva, pero tampoco es fácil de borrar. El tabasqueño no sólo comete pocos errores sino que supera con facilidad los que hace. Dijo que José María Pérez Gay, su posible secretario de Relaciones Exteriores, era miembro del servicio exterior, cosa que resultó falsa. Afirmó en una entrevista que era católico, cuando aparentemente no lo es. Ha presentado propuestas en el sector energético, como por ejemplo eliminar las importaciones de gas, cuando los especialistas señalan que son imposibles de cumplir. Pero ninguno de estos “problemas” ha afectado su popularidad. De hecho, la capacidad que tuvo para recuperarse de los escándalos de Nico y de René Bejarano es sorprendente. Si hay en la actual elección un “candidato teflón”, un candidato al cual se le resbala cualquier acusación, es sin duda López Obrador.
¿Por qué está teniendo éxito Andrés Manuel? Parte de la razón es su forma de hablar. Al contrario de Madrazo y Calderón, que utilizan un discurso muy tradicional, López Obrador ofrece un lenguaje sencillo y de palabras accesibles. Le hace daño, quizá, en los actos masivos el forzar la voz, lo cual le da un tono chillón. Pero en entrevistas y en su programa de televisión, que es donde realmente se define el voto, habla de manera natural.
Los ratings de televisión, que se obtienen en estos días minuto a minuto, demuestran que hay un gran cansancio de la gente en torno a la política. Las notas de los noticiarios sobre los candidatos bajan el interés del público. La gran excepción es López Obrador. Es el único candidato que sube el rating. Si en este momento hubiera que hacer una apuesta sobre el resultado de la elección del dos de julio, no hay duda que habría que colocar todo el dinero en Andrés Manuel. No la tiene segura, pero es el más probable vencedor.
La pregunta importante es, pues, si será un buen gobernante. La respuesta se ve indudablemente coloreada por la actitud de cada quien hacia el candidato. Pero si vemos la experiencia en la Ciudad de México tendremos que reconocer que López Obrador distó mucho de ser el peor gobernante de la capital. La responsabilidad gubernamental, de hecho, tiende a matizar los excesos.
Basta echarle un vistazo a Félix Salgado Macedonio, actual presidente municipal de Acapulco, para darse cuenta. El viejo rebelde, defensor en la tribuna de la Cámara de Diputados del “mañanero”, que parecía ser uno de los políticos más irresponsables en el panorama nacional, se ha convertido en un alcalde trabajador, comprometido y, hasta este momento, sensato. A su vez, López Obrador hace mucho tiempo ya que dejó de ser el activista que bloqueaba pozos petroleros. Y como presidente de la República, sin duda se volverá todavía más sensato.
FUERO ESPECIAL
Ni los periodistas ni nadie más deben tener fueros especiales. No tiene ningún sentido nombrar a un fiscal especial para los delitos que se cometen en contra de los miembros de una ocupación en particular. Pero esto es lo que hizo ayer el presidente Vicente Fox al hacer fiscal especial para delitos contra periodistas a David Vega Vera. Que se garanticen los derechos y la seguridad de todos los gobernados, eso es lo que todos debemos pedir, incluso los periodistas. No que haya fiscales especiales para los delitos que se cometan en contra de los miembros de una profesión en especial.
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