No debió sorprender que López Obrador destapara a Juan Ramón de la Fuente como su futuro secretario de Gobernación, si gana la Presidencia, merced a su acuerdo de apoyo mutuo y porque el rector de eso pide su limosna.
Desde que era secretario de Salud con Zedillo se ilusionó con que el PRI lo postulara a la grande, pero el descontón del Presidente cuando dijo que “éste no es capaz ni de curarme un resfriado”, lo despertó de su sueño, si bien no desistió de él.
Por sus méritos de psiquiatra de Los Pinos consiguió que Zedillo lo mandara de rector a la UNAM a terminar la huelga del CGH, que ya había burlado el control del PRD cardenista y sus líderes querían acabar de una vez con la casa de estudios, por lo que precisó interviniera la Policía Federal Preventiva, ante lo que De la Fuente se hizo como los avestruces, que nada sabía. Con la ayuda de Rosario Robles, entonces jefa de gobierno del DF, ex miembro del CEU que paralizó a la UNAM en tiempos del rector Carpizo, ubicó en diversos cargos a perredistas como Daniel Cazés, René Drucker, Salvador Martínez della Rocca (el Pino) y Rosaura Ruiz, que después le sirvieron para convertir la UNAM en punto de apoyo de la candidatura de Andrés Manuel.
Reforzaron el equipo Carlos Imaz, Imanol Ordorika, Antonio Santos, también del CEU. Eliminaron a Rosario cuando se volvió incómoda al Peje, pero siguió Imaz, también contaminado por la dolariza de Carlos Ahumada, lo que prueba que AMLO sabía las transas de él y Bejarano, pues no depuso a su esposa Claudia Sheinbaum, sino la confirmó como secretaria de sus confianzas, al frente de los segundos pisos del Periférico, cuyos contratos otorgó sin licitación a empresas predilectas y se niega a rendir cuentas de ellos. ¨En prenda de su honestidad valiente? De la Fuente tomó la UNAM de trampolín para su ambición política, para lo que capitalizó el bicampeonato de fútbol de los Pumas y respaldó al exhibicionista fracasado Hugo Sánchez, aunque se malquistó con el presidente del patronato del equipo Arturo Elías Ayub, yerno del megaempresario Carlos Slim.
Las reuniones frecuentes con AMLO no le vedaron hacer su propio juego: dejarse candidatear a la Presidencia aun como candidato independiente, igual que el Dr. Simi. Eso no quitó que siguiera brindando su simpatía al Peje, condenara el desafuero y comprometiera indebidamente a la UNAM, que debe quedar al margen de partidismos políticos para permanecer autónoma.
No extrañó, por tanto, que otros personajes universitarios tomaran idéntico camino Diego Valadés, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, opinó que era injusto se desaforara al Peje por abrir una calle, soslayando cínicamente que había desacatado un amparo, la joya de nuestra jurisprudencia. ¨Consigna del rector o exceso de rastrerismo? Mas qué podía esperarse de quien, como titular de la PGR declaró desde la escalerilla del avión, sin que se iniciara aún la averiguación penal y sin pisar suelo de Tijuana, que el asesinato de Colosio lo había consumado un asesino solitario.
Que las prepas estén en manos de porros y vendedores de droga -según quejas frecuentes de paterfamilias y alumnos, que prefieren callar, pues denuncias ante autoridades universitarias son premiadas con golpizas, y no logran nada- no le importa al rector. El está en lo suyo y muy orgulloso tras el “destape” que hizo López O; sobre el que dijo va a pensarlo, pese a que bien se sabe que es su sueño dorado para proyectarse a futuro.
No importa si eso importunó a Camacho Solís, Monreal o Encinas, aspirantes a secretarios de Gobernación del Peje; ni que el primero se sienta jefe del gabinete, como su enemigo cordial Joseph Maríe Córdova Montoya, ni que le cumpla al rector AMLO. Este ya dio un campanazo en su campaña y es lo que cuenta.
Por eso no tenía por qué recordar que el año 2000 llamó a De la Fuente “peón de Zedillo”. Quiso darse gusto en alimentar la ambición de su rector apoyador, pues la UNAM bien vale esta puntada y quién quite le gane simpatías en algunos estamentos universitarios.
Si al rector “le vale” contaminar de lopezobradorismo a la máxima casa de estudios, ¿qué opinarán los universitarios auténticos, quienes no venden la autonomía y prestigio de su “alma mater” por un hueso político o por el simple olor de éste?