¡Cuántas personas quisieran trabajar en la Administración de Humberto Moreira! No es que sea un honor recibir órdenes suyas, ni mucho menos que sea un líder digno de seguir. El motivo es que burócratas que permanecían en las oficinas estatales desde hace ya varios sexenios, fueron relevados en sus cargos por quienes apoyaron al profe durante la campaña.
Según cuentan, Humberto Moreira y su gente no se han tentado el corazón a la hora de cortar cabezas. Esta medida sería justificable si existiera un plan de reducir la nómina estatal, pero en realidad sólo se busca sustituir una persona por otra y así cumplir con los compromisos adquiridos en los tiempos de proselitismo.
Y mientras unos están desesperados buscando empleo en las distintas dependencias estatales, otros piensan ya en abandonar sus puestos. Uno de ellos podría ser Salomón Juan Marcos Issa, secretario de Fomento Económico.
A pesar de la enorme oportunidad recibida para servir a los coahuilenses, al parecer el lagunero ya se cansó de su nuevo cargo y ahora su nombre está en la lista de los aspirantes a ocupar un escaño en el Senado de la República.
Cuando un funcionario público de cierto rango abandona su puesto luego de unos días de haberlo ocupado, normalmente recurre a “motivos personales” para justificar su salida. Así sucedió en el caso de Eloy Dewey, quien se arrepintió muy pronto de ocupar la Secretaría de Finanzas en tiempos de Enrique Martínez. Pero en el caso de Salomón Juan Marcos podría presentarse un motivo muy distinto: su ambición política.
Si alguna razón existe para sentir respeto y admiración por el político lagunero, ahora ha desaparecido. Su falta de seriedad asombra, y aunque no ha declarado abiertamente su decisión de separarse del cargo, si su nombre es incluido en el grupo de aspirantes es porque él mismo así lo provocó. ¿Cómo pretende que los coahuilenses votemos por un candidato oportunista y negado a lograr el desarrollo del Estado?
De ninguna manera repruebo que Salomón Juan Marcos pudiera contender por una candidatura al Senado. Él es libre de hacer lo que le venga en gana, y es su derecho aspirar a nuevas posiciones políticas. Sin embargo, no debemos olvidar que el ex alcalde de Torreón recién ha adquirido un compromiso con nosotros y ahora sus sueños lo han orillado a faltar a su palabra de fomentar el empleo en el Estado.
Una de las prioridades de esta Administración es la creación de empleos. Durante su campaña Humberto Moreira nos prometió hasta el cansancio impulsar la llegada de nuevos inversionistas. Para ello era indispensable contar con colaboradores capaces y, sobre todo, comprometidos con su misión.
Hoy nos damos cuenta que Moreira se ha equivocado, pues eligió a un funcionario comprometido sólo con su propia ambición política. ¿Acaso puede esperarse algo de un funcionario así?
Al ocupar la Secretaría de Fomento Económico, Salomón se llenó la boca diciendo que su meta sería negociar un total de dos mil 300 millones de dólares con inversionistas interesados en establecer sus empresas en Coahuila. Por si fuera poco, anunció que el objetivo de su gestión era el de crear diez mil empleos formales anuales, diversificando el sector industrial.
Salomón Juan Marcos se autonombra como empresario, pero es más bien un político con todos los defectos que conlleva el serlo. Por tal motivo, los coahuilenses ganaríamos si él abandona la Secretaría que se le ha confiado. Lejos de existir resultados que nos obligaran a lamentar su partida, la pérdida de ocho mil empleos en las últimas semanas es sólo una probadita de su talento.
El Rey Salomón no está contento con su trabajo, y ahora busca una oficina en la que no tenga que trabajar. Quizás gane una nueva posición política, pero merecerá también el desprecio de los coahuilenses por haber desaprovechado la valiosa oportunidad de contribuir al desarrollo del Estado.
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