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México, DF.- Si en el anonimato cibernético fracasó el supuesto romance entre Carlos de Inglaterra y Britney Spears, el ?cuento de hadas? de Mara, una mexicana de 53 años y ?Speed?, un británico de 70, es el botón de muestra: Cupido vive en Internet.
Es cierto que el ritmo del ?ciberamor? ha caído de manera notable desde su boom hace seis años y que muchas cibernautas conectadas a estos sitios se quedaron solas con una larga y triste lista de encuentros decepcionantes y citas fallidas.
Pero si las mujeres que buscan pareja o amigos en sitios Web tienen la suerte de Mara, detectan y evitan aquellos que sólo buscan ?cibersex? y logran que potenciales galanes caigan en mentiras y falsedades, no es remoto que encuentren su media naranja en Internet.
Le tomó seis años, pero la duranguense navegó siempre con prudencia, astucia y cuidado, hasta lograr su objetivo.
En los chats acostumbraba visitar la ?sala? general, sin irse a ?privado?. Así, aprendió a leer entre líneas y fue ?conociendo a las personas por su escritura, sus horrores ortográficos?, hasta identificarlos incluso cuando cambiaban de alias.
Abrió un correo especial para sus comunicaciones con las más de 300 personas que conoció y siguió al pie de la letra las reglas de ?Internet Dating Safety?, que alerta sobre los peligros de las relaciones online e insta a no revelar sus datos de manera prematura.
Desde Durango, primero organizó reuniones a distancia con grupos de chats y, cuando logró un nivel de confianza razonable, en por lo menos seis ocasiones antes de conocer a ?Speedy?, Mara asistió a reuniones en lugares públicos, una vez acompañada por uno sus hijos.
?Organicé citas a distancia en México, y participé en reuniones en Guadalajara y Monterrey, donde conocí gente lindísima, pero sólo diez saben mi nombre, que soy de Durango y que tengo dos hijos?, cuenta en correo electrónico desde su nueva residencia en Inglaterra.
A pesar de los peligros, ?es muy fácil encontrar pareja o amistades en Internet?, especialmente para mujeres separadas con hijos que no salen de casa, para las que carecen de recursos para organizar reuniones sociales o las ?desatendidas? por sus parejas.
Ahora, aunque mantiene algunas amistades de sus años en los que ese mundo de Internet consumía su tiempo, dejó de frecuentar los chats. Está profundamente enamorada de ?Speedy?, a quien conoció en uno de tantos sitios donde elaboró un perfil y subió fotos.
Recuerda que cuando leyó los datos de quien ahora es su compañero de vida, primero se dijo: ?Este hombre no me gusta pues dice que disfruta mucho el vino, debe ser un alcohólico?.
Él se sintió atraído por el perfil de Mara y le mandó tres mensajes. Ella reaccionó con el título del último: ?Por favor?.
Sintió ?un vuelco en el corazón? porque ?Speedy?, un ingeniero británico separado, con cuatro hijos casados, hablaba español.
Pronto, el potencial galán viajó hasta Durango para conocer a su Dulcinea. La pareja convivió en el estado norteño desde enero hasta abril de este año, fecha en que se mudó a Inglaterra, donde ahora vive lo que Mara define como ?un cuento de hadas?.
Júpiter Research, una empresa de investigación, asegura que la industria online del chat y los sitios de citas cibernéticas sólo creció nueve por ciento el año pasado hasta alcanzar 516 millones de dólares, cifra que palidece ante los miles de millones del año 2000.
También es un hecho que la actividad roba tiempo, que la navegante tiene que distinguir los fraudes y los maridos infieles de las almas con buenas intenciones, además de seguir al pie de la letra un código de conducta que aconseja el anonimato, entre otras cosas.
Según MarketWatch, este año dos de cada cinco solteros en Estados Unidos buscan pareja en Internet. Y Meetic, el sitio de encuentros más popular en Francia, mantiene 11 millones de suscriptores, cifra que tenía a principios de siglo en ese país.
En México, no existen datos para medir la popularidad de la industria de Cupido en Internet. Pero hace seis meses, después de seis años de navegar de manera regular en busca del compañero ideal, al menos Mara encontró su media naranja.