La selección de Ghana encarnó el resurgir africano en el Mundial de Alemania y dio al continente negro la primera victoria en ocho partidos adornada con una exhibición de fuerza física que desbordó a la República Checa (2-0).
BERLÓN, ALEMANIA
EFE
Matthew Amoah fue un constante quebradero de cabeza para la defensa checa, incapaz de contener la marea ofensiva que se le venía encima en oleadas.
Sólo cinco días después de ofrecer en Hannover una pobre imagen frente a Italia, ante la que perdió por 2-0 en la primera jornada del grupo E, Ghana resucitó frente a los checos con el fútbol rápido y sin complejos que le llevó a conquistar cuatro Copas de África, la última en 1982.
Su historial en los Mundiales, sin embargo, permanecía inédito. Ghana participa por primera vez en una fase final de la Copa del Mundo y sus dos goles a la República Checa, obra de Asamoah Gyan y de Sulley Muntari, son los primeros que consigue en el torneo.
El futbol africano, representado en el Mundial de Alemania por cinco equipos (Ghana, Costa de Marfil, Angola, Togo y Túnez), había dejado pasar siete partidos sin ofrecer la menor consistencia y, a cuatro años de recibir en casa -Sudáfrica- la próxima edición de la Copa, la alarma había empezado a sonar.
Un empate (2-2) de Túnez frente a Arabia Saudí en el grupo H y otra igualada, ésta sin goles, de Angola contra México eran los dos únicos puntos obtenidos por África en ocho días de Mundial. La victoria de Ghana marca un cambio de tendencia.
Cuatro de los cinco equipos africanos están todavía en condiciones de clasificarse para la segunda fase: Togo en el grupo G, Túnez en el H, Angola en el D y Ghana en del E, aunque la esperanza de los tres primeros pende de un hilo y necesitan victorias en sus próximos partidos para seguir con vida.
