De recia lana y los colores ocres con que la tierra boliviana tiñe la piel de sus hijos legítimos, así es el suéter de Evo Morales: ¡simbólico e imprescindible! Arropado en su suéter al que mi imaginación atribuye poderes especiales, Evo resiste ahora el éxito como antes resistió la adversidad. El indígena que hasta hace unos años dormía en el suelo en convivencia con las alimañas que pueblan Villa Tunari, es el mismo en quien hoy, los bolivianos han depositado todas sus esperanzas y a quien con el voto han colocado en la Presidencia de su país; que por cierto nunca antes tuvo tanta presencia en el escenario internacional como la que le ha dado Evo, siempre arropado en su suéter.
“Estamos contentos con Evo porque representa a las mayorías, a los que siempre fuimos invisibles e hijos de padres invisibles” declaró emocionado un joven durante las singulares y coloridas celebraciones de toma de posesión. Arropado en su suéter de tosca lana, desde los más altos balcones de la comunidad europea Evo saludó a las multitudes que acudieron a solidarizarse con él.
Para escándalo de un protocolo dictado por gente ajena y distante que nada conoce ni entiende del indigenismo y su historia milenaria; Evo asumió la Presidencia de su país estrenando un suéter confeccionado especialmente para la ocasión. Pero ahora resulta que en nombre del protocolo quieren despojar a Evo de su suéter.
Ahora resulta que lo quieren poner “presentable” con traje y corbata. No es asunto menor que después de 513 años de espera, un indio de mejillas brillantes y áspero cabello, un indígena de purísimo cobre, sonrisa de mazorca y recia identidad, asuma democráticamente el Gobierno de un país donde más del 60 por ciento de la población es indígena y analfabeta, porque además de saquear y conscientes de que un pueblo ignorante es más fácil de mantener sojuzgado; ninguno de los gobernantes blancoides se preocupó por alfabetizarlo.
Conste que ni por mi estilo de vida ni por mi condición de mestiza blancoide me identifico con la izquierda represora y retrógrada que representa el alucinógeno Chávez o el senil Fidel; pero deseo con todo mi corazón que Evo Morales, quien representa en este momento la única posibilidad de algo diferente; logre, en sus propios términos, insertarse en una Izquierda progresista -como Lagos en Chile o el PSOE en España- que conduzca a su pueblo hacia la educación y la salud, porque a la larga, la justicia y los capitales fluirán ahí donde se encuentre el hombre educado.
Después de todo, allá en el siglo XIX nosotros tuvimos también un presidente indígena llamado Benito Juárez que considerando sus circunstancias no lo hizo nada mal.
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