El neologismo político de moda en el Zócalo capitalino es la ?purificación? de las instituciones públicas nacionales que, de acuerdo a la óptica del perredismo, deberían ser sometidas a un tratamiento detersivo con el fin de eliminar la corrupción que padecen, según han afirmado el mesiánico señor López, artífice de las tormentas y sus fieles seguidores.
El vocablo ?purificación? es usual en el rito cristiano como acción de lavatorio. Con tal óptica la purificación de la vida pública significaría limpiarla de toda venalidad, vicio o error; en suma purgarla de los pecados cometidos y acendrarla como hizo, ha hecho y hará secularmente el sacramento del bautismo respecto al pecado original, a través del acto ritual en que los émulos de San Juan Bautista derraman aguas lustrales sobre la mollera de los recién nacidos pero ya pecadores, según la dogmática católica.
Sin embargo, según aclaró en entrevista con la agencia Apro uno de los apóstoles del nuevo Mesías, Manuel Camacho Solís, la purificación que propone nada tiene que ver con lo religioso, pues la detergencia propuesta ?proviene de la mejor tradición política mexicana, el liberalismo? corriente ideológica que, por cierto, jamás usó los procedimientos de facto que ahora utiliza el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal en la creación de tormentas sociales diseñadas a su conveniencia.
Cercado por la creciente certidumbre jurídica popular de la sociedad sobre las elecciones, y asustado, quizá, ante la respuesta crítica de los habitantes del Distrito Federal por la ocupación del Zócalo capitalino y del, hasta hace poco, bellísimo Paseo de la Reforma, el nativo de Macuspana se refugia tras la retórica de su precaria formación marxista-leninista en un reiterado intento de amedrentar a los magistrados del Tribunal Electoral de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, conforme se acerca el día en que se conocerá la verdad jurídica -vale decir la verdad de las verdades- sobre los resultados de la elección presidencial del dos de julio.
No necesitaremos vivir mucho para conocer la dicha sentencia judicial, pues la fecha última para declarar qué candidato y cuál partido recibieron el aval ciudadano en los susodichos comicios federales es el miércoles seis de septiembre, cinco días después del último informe presidencial de Vicente Fox Quesada y diez días antes de la celebración de la gesta insurgente de 1810 la cual, según declaración del secretario de la Defensa Nacional, tendrán lugar sin interrupciones, ni escándalos, ni de inseguridad para el pueblo que los días 15 y 16 concurra a los eventos precisamente en el Zócalo, hoy ocupado por la gente del Partido de la Revolución Democrática. Ya veremos, mientras conversaremos sobre...
Parras en la
tormenta
Lamentamos la pérdida de vidas y otras deplorables consecuencias provocadas por el golpe de agua que arrasó con casas particulares, cultivos, vías públicas e instalaciones fabriles de Parras de la Fuente el pasado jueves 17 de agosto. El columnista no tiene noticia de que un fenómeno semejante haya acaecido anteriormente en esta población, ni muchos de mis amigos, siempre memoriosos y veraces, acatan a dar con un precedente significativo.
Lo cierto es que la manga de agua que hizo tanto daño en Parras no se produjo sobre la mancha urbana, pues la lluvia destructora provenía del lado Sur del pueblo, en el faldeo de la Sierra, exactamente sobre el abrupto sector conocido como La Casita a más o menos 20 kilómetros del sitio a donde vino a hacer los daños.
Allá cayó un inusitado y tormentoso aguacero cuyas aguas encontraron cauce propicio en el Arroyo Ojo de Agua el cual condujo apresuradamente sus turbulencias, luego las derramó en un área llana y corrieron entre calles y casas, se acumularon donde encontraban trancas, las destruían y así cubrieron una zona habitada de la Hacienda del Rosario para finalmente ir a dar a las instalaciones de la Fábrica La Estrella, en las que rompieron la pared de una bodega que contenía materias primas y mezclilla en rollos lista para su entrega que fueron acarreados y conducidos a la vía pública tanto en la Hacienda, como en el callejón del Aguacate, como en la calle Guerrero y sin respetar condiciones económicas hicieron democrático rasero de las antiguas, pero bien conservadas casas que fueron de Francisco de Urdiñola, de don Evaristo, don Benjamín y don Salvador Madero, más las que construyeron para su descanso y solaz las familias González, Madero y Zambrano.
Cosa nunca vista, decían los parreños, que no se detuvieron en el comentario: alentados por la visita del gobernador Moreira y de su gente de confianza se organizaron y ayudaron en el rescate y salvamento de algunos bienes, de unas cuantas personas en riesgo de sufrir daños físicos y vigilaron que no sobreviniera el pillaje de los que, a veces, aprovechan las fatales circunstancias para beneficio personal.
Otra vez algo nunca visto: la ayuda que el gobernador otorgó a los damnificados por la tromba que padecían necesidad fue dinero contante y sonante. No había tiempo para entretenerse en la compra de menaje de casa o consumibles. Identificadas las familias perjudicadas y evaluados los daños, se les entregó dinero para que resarcieran ágilmente las pérdidas. Inusuales soluciones, sí; pero prácticas e inmediatas.
Hoy Parras está tranquilo, la Feria de la Uva ya concluyó y la tromba, sus consecuencias y sus avatares quedarán para la memoria que los parreños mantienen muy viva. A estas horas alguien estará inspirado dale que dale a la vihuela y al lápiz para componer ?el corrido del ?agual? que llegó del Sur?...