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El vocero del Papa

Juan de la Borbolla R.

Hace poco más de 22 años, el entonces corresponsal del diario español ABC y presidente de la asociación que agrupa a los corresponsales acreditados no sólo ante el Vaticano, sino en general todos los que laboran en Italia, denominada “Stampa Estera” aceptó el planteamiento original que le formuló Juan Pablo II para convertirse en el jefe de comunicación social de la Santa Sede.

Cuando se le ha preguntado las razones para aceptar dicha propuesta, la respuesta simple del doctor Joaquín Navarro Vals ha sido siempre: ¿Cómo puede negársele algo al Papa?

Pues bien ahora Benedicto XVI ha aceptado la enésima solicitud formulada por Navarro Vals para ser relevado de la ardua labor de ser el vocero personal del Papa y el encargado de la oficina de comunicación social del Vaticano.

Este médico siquiatra español, quien con posterioridad estudiara la carrera de Comunicación en la Universidad de Navarra consiguió a lo largo de su paso por la oficina encargada de difundir a todos los medios informativos del mundo la imagen y la palabra, no sólo del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, sino en general del mensaje salvífico del cristianismo a un mundo postmoderno que al mismo tiempo anhela la buena nueva del evangelio ante la aridez de buenas nuevas que trasmiten los medios, aunque por otra parte hace la mueca de pretender evadir y despreciar dicho mensaje cristiano quizá por el compromiso de cambio personal profundo que promueve el escucharlo.

Creó mediante su trabajo inteligente y fecundo, toda la estructura comunicativa de la Santa Sede y su trabajo supuso una revolución en los métodos de dar a conocer dicho mensaje con un talante exento de esa visión clerical que quizá antiguamente era el imperante en los comunicados eclesiales.

Profesionalizó y adecuó al lenguaje de los medios el mensaje trascendente que se difunde desde Roma a toda aquella persona de buena voluntad que quiera recibirlo, adecuándolo técnicamente a los modos comunicacionales imperantes para los diversos medios. Por supuesto que el mérito superior en ese esfuerzo no fue del periodista español, sino que en gran medida fue obra de esa mente profundamente sobrenatural pero al mismo tiempo sensiblemente humana como la de Juan Pablo II: ejemplo vivo de cómo un auténtico santo tiene la posibilidad plena de entender cabalmente ese mundo material en el que tiene que desenvolverse su vida humana en búsqueda de dicha santidad.

Pero el mérito de Navarro Vals estuvo en conseguir que Juan Pablo II fuera el primer Papa que concediera entrevistas, que atendiera a los medios en improvisadas ruedas de prensa durante los viajes internacionales, que publicara libros firmados por él en primera persona y para una divulgación diversa respecto de los documentos pontificios tradicionales respecto de los cuales el anterior Papa fue también uno de los más prolíficos de la historia de la Iglesia.

Su labor ha tenido además un efecto multiplicador en toda la Iglesia. El esquema de comunicación que implantó, ya es modelo para conferencias episcopales y diócesis. Sin pretenderlo acabó siendo sin lugar a dudas, el portavoz más conocido del mundo.

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