Ayer, después de una prolongada precampaña, se formalizó la postulación de Beatriz Paredes como candidata a la jefatura de Gobierno del DF por la alianza del Partido Revolucionario Institucional y el Verde Ecologista de México. Se completa así el elenco de quienes contenderán por ese cargo, pues el domingo pasado Demetrio Sodi fue elegido candidato del Partido Acción Nacional y desde el cuatro de diciembre pasado por el PRD lo es Marcelo Ebrard. Ayer también aparecieron en Reforma los resultados de una encuesta realizada el 21 y 22 de enero sobre las preferencias electorales de los capitalinos. Los datos confirman el papel preponderante del PRD en la Ciudad de México, cuyo Gobierno ha sido ganado por ese partido en las dos ocasiones, 1997 y 2000, en que ha estado en disputa. En esos dos turnos electorales, con variantes y en 2003, el perredismo obtuvo la mayoría (o el grupo más grande) en la Asamblea Legislativa y casi todos los Gobiernos delegacionales.
En este momento rige 13 de las 16 delegaciones, mientras que el PAN lo hace en dos y el PRI en una. Si las elecciones locales ocurrieran cuando se levantó la encuesta, votarían por Ebrard el 57 por ciento de los ciudadanos, mientras que por Paredes y Sodi lo harían veinte por ciento en cada caso. O sea que unidas las votaciones de ambos (en algún momento se llegó a plantear una imposible alianza de PAN y PRI) quedarían 17 puntos por debajo de la expresada a favor del perredista.
Las proporciones se repiten, con alguna variación, en tratándose de la elección legislativa. Sufragaría por los candidatos a diputados de la Alianza por el bien de todos (integrada por PRD, Partido del Trabajo y Convergencia) 57 por ciento, exactamente el mismo porcentaje que lo haría por Ebrard. Votaría por el PAN 24 por ciento, cuatro puntos por arriba del voto posible para Sodi. La fuerza personal de la candidatura de Paredes queda evidenciada por el porcentaje de quienes votarían por candidatos priistas a la Asamblea Legislativa: 14 por ciento, seis puntos debajo de los que obtendría la aspirante a la jefatura del Gobierno.
Como es comprensible en un país y en una ciudad donde predominó un partido largo tiempo y era un partido tan ancho que ocupaba casi todo el espacio político, la contienda en el DF se entabla entre políticos que fueron priistas (Paredes sigue siéndolo), pues la Oposición al tricolor se engrosó y eso ocurre hoy mismo todavía, con disidentes de ese partido.
Ebrard militó en el PRI de 1978 a 1995. Ingresó a ese partido a los 19 años, cuando era todavía estudiante de relaciones internacionales en el Colegio de México, donde fue alumno de Manuel Camacho quien lo invitó a partir de 1983 a diversas responsabilidades administrativas, incluida la secretaría de Gobierno en el DF y la subsecretaría de relaciones exteriores. Su militancia directa en el PRI tuvo lugar de 1989 a 1991, cuando fue secretario general del comité capitalino. En esa condición encabezó la lista de candidatos a asambleístas pero la rotunda victoria priista en 1991 lo dejó fuera de la Asamblea, pues ganaron todos los candidatos de mayoría y no ingresó, por ende, ninguno de los de representación proporcional.
Como lo hizo Camacho, Ebrard se apartó del PRI en el primer año del Gobierno de Zedillo, cuya política en el rescate bancario combatió desde la Cámara, a que llegó como candidato independiente en la lista del Partido Verde.
Vinculado siempre a Camacho, lo acompañó en el Partido del Centro, por el cual fue candidato a la jefatura de Gobierno, posición que declinó a favor de Andrés Manuel López Obrador que contrajo con él, por ese gesto, un compromiso que se tradujo en su incorporación al Gobierno de la Ciudad (como secretario de Seguridad Pública y de Desarrollo Social) y en apoyo para la candidatura que con amplia ventaja en una votación muy concurrida ganó hace dos meses.
Nacido en 1944, Sodi ingresó al PRI en 1980, tiempo después de haberlo hecho a la administración pública, tras una exitosa carrera en la empresa privada. Ocupó cargos en organismos descentralizados y en el Gobierno de la Ciudad de México y fue elegido diputado federal en 1988 y miembro de la Asamblea de representantes tres años después. En abril de 1994 renunció al PRI y en 1997 fue postulado como candidato externo del PRD a una diputación.
En ese mismo año ingresó a ese partido, del que se apartó el año pasado cuando fue claro que, como en 2000, no tenía posibilidad de ser candidato al Gobierno capitalina. Ganó el domingo 29 la candidatura panista con amplia mayoría en una votación exigua.
Beatriz Paredes ha cubierto una amplia trayectoria pública, desde que a los veinte años de edad ingresó al PRI y fue poco después diputada local. Federal lo fue tres veces y una vez senadora, habiendo presidido en varias oportunidades ambas Cámaras. Fue gobernadora de Tlaxcala de 1987 a 1992. Ha ocupado tres subsecretarías de Estado, una en la Reforma Agraria y dos en Gobernación. Por un breve lapso fue embajadora en Cuba.
En el PRI ha ocupado diversas posiciones, entre ellas la secretaría general (y tuvo el mismo cargo en la CNC). En 2002 contendió por la presidencia de su partido con Roberto Madrazo, en una elección que ella misma y sus colaboradores cercanos descalificaron por las graves irregularidades demostradas. Se avino, sin embargo, al resultado y poco después pasó del antagonismo a la colaboración con su antiguo adversario, por lo cual fue nombrada presidenta de la Fundación Colosio.
Ya candidata priista no podrá insistir en que lo es ciudadana.