Como casi todos, Morelos era un estado cómodo para el Partido Revolucionario Institucional. Todavía en 1994 el coronel Jorge Carrillo Olea se benefició de las estructuras y vicios que hacían invencible a ese partido y logró la gubernatura con el 62.5 por ciento de los votos, proporción elevadísima y contrastante con el 21.6 del candidato perredista y mucho mayor que el 9.6 por ciento del abanderado panista. Pero Carrillo Olea no pudo concluir su sexenio. La infiltración de la delincuencia organizada en su Gobierno lo puso en jaque y debió abandonar el cargo en mayo de 1998.
Pero ya antes, en marzo del año anterior, la elección municipal y la legislativa intermedia dieron cuenta de un estado de ánimo contrario no sólo al gobernador, un militar cuya experiencia administrativa se concentró en áreas de seguridad nacional y procuración de justicia y carecía de carrera política, sino al partido que lo impulsó.
Entre las victorias alcanzadas por la Oposición en 1997 sobresalió la del Partido Acción Nacional en Cuernavaca, la mismísima capital del estado. Un empresario mediano, Sergio Estrada Cajigal, dedicado a los automotores, ganó inesperadamente la alcaldía capitalina. A no pocos morelenses les sonaba su apellido, pues Vicente Estrada Cajigal gobernó a Morelos de 1930 a 1934 (salvo unos meses de 1932 en que una de las crisis del maximato lo hizo jefe del Departamento Central, es decir del DF). Cuando el general Miguel Henríquez Guzmán hizo que el partido oficial se escindiera y una amplia porción del oficialismo se agrupara en torno suyo en la contienda presidencial de 1952, Estrada Cajigal se sumó a su campaña y llegó a presidir la Federación de partidos del pueblo mexicano, el sostén formal del henriquismo.
Los morelenses decidieron que otro Estrada Cajigal los gobernara (un muy otro Estrada Cajigal), y lo eligieron en julio de 2000, a partir de su paso por el ayuntamiento cuernavaquense y debido al efecto Fox, que acabó con el predominio priista en esa entidad. Estrada Cajigal ganó el 55.1 por ciento de los votos (338, 183 en números absolutos) contra el 27.2 por ciento de Juan Salgado Brito, el candidato priista que había ganado su postulación interna imponiéndose entre otros al senador Rodolfo Becerril.
De modo casi idéntico a como había procedido en el sexenio anterior, el crimen organizado se introdujo en las esferas del Gobierno. El director de la Policía Ministerial, Agustín Montiel, purga una sentencia en el penal de La Palma, por sus nexos con la banda de Juárez, que encabezó El Señor de los Cielos que, como otros delincuentes conspicuos se avecindó en Morelos. El procurador de justicia de quien dependía el jefe policiaco tuvo que renunciar y el propio Estrada Cajigal quedó tocado por la negligencia que, por lo menos, mostró ante las acusaciones al personal a sus órdenes. Diversos intentos de la Oposición por sujetarlo a la acción de los tribunales, incluido el comienzo de un juicio político, se vieron frenados porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió fallos que favorecieron su causa. Menos eficaces, en consecuencia, fueron los señalamientos sobre su frivolidad, rayana en el peligro pues se le atribuyeron vínculos con una mujer parienta de un conspicuo narcotraficante.
Logró mantenerse en su cargo y si bien terminará con una calificación apenas superior a seis, no será un factor para que su partido pierda la gubernatura. Al contrario, encuestas recientes asignan una importante ventaja al senador (con licencia) Marco Antonio Adame Castillo, que en menos de nueve años de pertenencia al PAN ha logrado una posición política para la que no lo preparó su formación ni su trayectoria previa. Médico cirujano por la universidad local, caminó después por la administración y la docencia en un negocio propiedad de su familia, el Grupo educativo angloamericano, que incluye al Instituto superior angloamericano, del que fue director, como lo fue también del colegio Cristóbal Colón, de los lasallistas con quienes estudió una especialidad en desarrollo humano. Antes de la senaduría fue diputado federal y fue el secretario de comunicación del comité nacional panista.
La candidata del PRI, Marisela Sánchez Cortés obtuvo la postulación contra viento y marea. No sólo se impuso a sus adversarios en la contienda interna sino que derrotó varios intentos por deslegitimar su condición de morelense (ya que se le atribuye oriundez poblana, como también a Adame, en una impugnación en curso ante el Tribunal Federal Electoral). Su estilo personal (“de carácter fuerte”, “de hablar claro y directo”, dice su semblanza oficial) le ha generado animadversiones aun en su propio partido (diríase que principalmente en su propio partido). Salgado Brito, el candidato perdedor hace seis años, no se acomodó a la derrota que esta vez en el ámbito interno padeció a manos de la diputada Sánchez Cortés y se marchó del PRI. Es ahora activista en Morelos de la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Aunque no llegó a ser miembro activo del PAN, también se fue de su partido el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Fernando Josaphat Martínez Cué que como Estrada Cajigal es miembro de la nueva clase política morelense emergida desde la actividad empresarial. Martínez Cué era diputado en la bancada blanquiazul y se tornó legislador independiente, posición desde la cual alcanzó la candidatura del PRD, no sin enzarzarse en una áspera batalla con los intereses creados de ese partido.