A contrapelo del discurso triunfalista del gobierno que habla de una creciente integración de cadenas productivas para reforzar el potencial exportador del país, el peso mayor de la tarea sigue concentrado en un puñado de empresas gigantes que caminan por su cuenta.
De hecho, el 59.1 por ciento de la facturación de México en el exterior lo soportan apenas 114 compañías, con una exportación per cápita de 439.5 millones de dólares.
En un segundo segmento se ubican 429 firmas cuya capacidad de presencia en los mercados internacionales alcanza entre 20 y 100 millones de billetes verdes, concentrando el 21.02 por ciento del global.
Su promedio unitario de ventas globales alcanza 41.08 millones de dólares. Juntos, pues, los dos bloques representan el 80.12 por ciento del total de exportaciones no petroleras del país.
En 543 mosqueteros, así, se concentra el pabellón de México en el planeta. Y aunque existen otras 952 empresas que concentran el 11.4 por ciento del total exportador, es decir nueve mil 258 millones de dólares, su promedio per cápita es de sólo 9.72 millones de billetes verdes.
El resto es infantería: Aunque el año pasado se incorporaron tres nuevas empresas a la lista de exportadoras medianas, para alcanzar un total de mil 98, su potencial conjunto se abatió entre el 2000 y el 2005 de tres mil 500 a tres mil 417 millones de dólares. Porcentualmente, su participación en la piñata se redujo del 5.11 al 4.08 por ciento, con una facturación per cápita que bajó de tres millones 196 a tres millones 112 mil dólares.
Y si le seguimos, aún cuando las firmas pequeñas con capacidad de exportación incrementaron su número en 225, para llegar a 20 mil 804, el monto de sus ventas descendió en lo que va del sexenio de cuatro mil 93 a tres mil 933 millones de dólares, es decir del 5.97 cayó al 4.69 del total.
En el último plano se ubican 16 mil 71 compañías cuyo potencial apenas llega a 200 mil dólares anuales, que en conjunto exportaron el año pasado 610 millones de dólares, es decir el 6.73 por ciento del global del país, con un promedio de 38 mil billetes verdes. Lo dramático del caso es que en el año 2000 éste había llegado a 49 mil dólares, es decir vamos en reversa. Y si nos vamos más lejos, de 1997 al año pasado la participación de las empresas grandes en los mercados externos se incrementó en 5.72 por ciento, en tanto la de las empresas medianas y pequeñas se redujo 5.78, al pasar de 14.55 a sólo el 8.77.
Y lo dramático, además, es que la exigencia de incorporar nuevas empresas al potencial exportador del país se plasmó desde 1988, último año del sexenio Delamadrilista, en el Programa de Modernización de la Industria y el Comercio Exterior.
El escenario lo integraban cinco puntos, entre ellos el desarrollo intensivo de nuevas tecnologías; la promoción hacia la productividad y calidad; la desregulación de sectores, y el mejoramiento del mercado interno.
El país, pues, tuvo seis años para prepararse a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte? con la novedad de que se tejió una alfombra a las empresas maquiladoras.
Si bien la facturación al exterior del país creció entre 1993 y el año pasado en 312.9 por ciento, la que se apuntala en los programas Pitex (Importación temporal para exportación) y maquila, se incrementó en 329.7 por ciento.
De hecho, el año pasado el 49.6 por ciento de las ventas mexicanas al exterior lo constituyeron insumos extranjeros, con la novedad de que las maquiladoras apenas utilizan el tres por ciento de productos nacionales en su valor agregado.
De acuerdo a su volumen de exportación, las maquiladoras se clasifican en pequeñas, cuando alcanzan hasta dos millones de dólares; medianas, hasta cinco, y grandes, más de cinco. En total, existen en el país dos mil 811 empresas de ese tipo, la mayoría de capital estadounidense, cuyo monto de exportación alcanza 96 mil 700 millones de dólares, es decir un promedio per cápita de 34.4 millones.
El problema es que muchas de ellas se han orientado al mercado interno aprovechando las facilidades que les ofrece la Secretaría de Hacienda para importar materias primas o mercancías semielaboradas sin arancel o impuesto alguno.
El gran engaño para el fisco.
Lo cierto es que el cuello de botella que impide la integración de cadenas productivas se encuentra en dos vías: la carencia de una política que permita añadir mayor valor a la exportación, y la ausencia de una política de promoción coherente, diseñada en función de la oferta nacional y de su estructura.
La paradoja del caso es que algunos supuestos expertos en comercio internacional están planteando como panacea para incrementar la competitividad el mecanismo de acumulación regional, por más que la aportación de México al valor de las exportaciones se estreche aún más. ¿Cruzada por los mercados?
Balance general
La noticia es que del plato a la boca se le está cayendo al grupo industrial Minera México la posibilidad de plantear una oferta por el 51 por ciento de la firma estadounidense Phelps & Dodge, vía su matriz, la empresa peruana Southern Cooper.
Hete aquí que la compañía Teck Comunic acaba de plantear una oferta no deseada por la filial más importante de la empresa en proceso de venta, es decir INCO Ltd, con sede en Canadá, a lo que se califica como la cereza del pastel.
La paradoja del caso es que Phelps & Dodge había adquirido la firma hacia sólo unos meses.
De aceptarse ésta, la también estadounidense estaría a un tris de quedarse con la matriz.
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En afán de evitar un mayor deterioro de Mexicana de Aviación y de lograr reactivar el interés de posibles compradores de Aeroméxico, el gobierno está tratando de ubicar las vías para reducir el costo de la turbosina, disfrazándola de un descuento por pronto pago a las aerolíneas.
El mecanismo operaría sólo para las empresas que están al corriente en sus pagos con Petróleos Mexicanos. Por lo pronto, la primera empresa que podría tronar ante la presión en sus costos de producción es Líneas Aéreas Azteca, a quien se ubica en la misma vía que Aerocalifornia ante sus graves problemas financieros.
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La paradoja del caso es que mientras las líneas aéreas grandes se truenan los dedos, las de bajo costo están volando más alto.
Volaris, la empresa que surgió de una inaudita sociedad entre Pedro Aspe, Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean y la línea aérea Transportes Centroamericanos (TACA), inaugura el martes tres nuevas rutas: Toluca-Hermosillo; Hermosillo-Tijuana, y Hermosillo-Monterrey.
La compañía acaba de estrenar un nuevo avión, con lo que su flota llega a siete. Su terminal central, como usted sabe, está en Toluca, conectando a Guadalajara, Monterrey, Tijuana y Cancún. Durante julio pasado Volaris logró operar al 90 por ciento de su capacidad.
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Ante la pasividad de la Secretaría de Relaciones Exteriores para informar con certeza sobre el escenario postelectoral del país, muchos empresarios están urgiendo al Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (Comce) para llenar el hueco. Como usted sabe, el organismo encabezado por Valentín Díez Morodo tiene Comités Bilaterales a nivel privado con los principales países del mundo.
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