Sin tocar aún la puerta la lucha por la sucesión en la cúpula industrial, a cuyo ring se subirán cinco candidatos, ésta se ha dividido ante intereses encontrados de dulceros, refresqueros, panaderos y propietarios de ingenios, cuya manzana de la discordia es el alto precio del azúcar.
Mientras los primeros reclaman la intervención del gobierno para equilibrar el mercado vía la importación masiva del producto, los segundos juran y perjuran que la oferta sigue siendo superior a la demanda.
De hecho, se habla de existencias en bodegas por 2.9 millones de toneladas, suficientes para inundar al país mientras se inicia el periodo de zafra? cuya producción alcanzará 5.3 millones de toneladas, en un escenario en que el consumo interno anual alcanza cinco.
Hipotéticamente, pues, el país tendría dulce para dar y prestar.
De acuerdo a la Cámara Nacional de las Industrias Azucarera y Alcoholera, así, el salto en el precio del producto no lo provocó una insuficiencia en la oferta interna, sino una homologación en el mercado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que enfrenta problemas por doble vía: un rezago en la producción que se arrastra desde diciembre de 2004, y un incremento en los costos de producción de los commodities ante el crecimiento en el precio del petróleo. Quién les manda globalizarse, pues.
Lo cierto es que el eje del problema se ubica en estricto en un segmento de la producción nacional que desequilibró gravemente la oferta: el azúcar refinada que de pronto, justo ante los problemas de Estados Unidos, se convirtió en un codiciado producto exportable.
De lo atractivo que resulta la mercancía en las actuales circunstancias habla el insólito ablandamiento del país de allende el Bravo frente a la exigencia de la Organización Mundial de Comercio de derogar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios a tasa de 20 por ciento, aplicable a las refresqueras que utilicen alta fructosa como endulzante.
El adulcorante, como usted sabe, se importa de la nación vecina o se produce en el país? por empresas de capital mayoritario estadounidense. ¿Se acuerda usted la amenaza de la Casa Blanca de cerrar la frontera a la exportación de azúcar mexicana como represalia por el incumplimiento de la resolución derivada de un panel de solución de controversias convocado por el organismo internacional?
Bien, pues hete aquí que Estados Unidos decidió aplazar su revancha hasta el año próximo, conformándose con la promesa de derogarse en diciembre próximo el tributo de la discordia? por más que la decisión no corresponda al Ejecutivo sino al Congreso.
El hecho es que en los últimos seis meses se han exportado 600 mil toneladas de azúcar refinada, en extensión a las 250 mil que llegaron en noviembre y diciembre del año pasado a las aduanas de la nación del norte.
La inesperada catarata, naturalmente, desequilibró una oferta que hasta entonces navegaba con etiqueta de superavitaria.
Estamos hablando de una producción de 2.1 millones de toneladas, frente a una demanda interna de entre 1.2 y 1.3 millones.
En la estrechez, se da el caso que algunos de los grupos de ingenios privados hayan comprometido todas sus existencias en sus propias embotelladoras. Así Piasa, ligado a Fomento Económico Mexicano, para sus marcas Coca Cola y Cadbury; así el Grupo Azucarero México, para producir Pepsi Cola; así el Grupo García Arce, para las marcas que se comercializan como Aga?
Más aún, hete aquí que en el río revuelto las diferentes comercializadoras mayoristas del país están acaparando las escasas existencias del dulce para venderlo directamente a empresas establecidas en Estados Unidos, como Carguill, Coca Cola o ED & F Man.
Y por si le faltara un pelo al gato, se da el caso que los principales ingenios que producen azúcar refinada, es decir Casasano, Providencia, Cuautitolapan, Plan de San Luis, Benito Juárez y Puga, decidieron por aquellas cosas raras de la vida orientar su producción hacia la estándar.
Lo curioso del caso es que el problema fue denunciado al amanecer de marzo pasado ante la Secretaría de Economía, concretamente en la Dirección de Cadenas Agroindustriales a cargo de Guillermo Campos, sin que se haya movido un dedo para subsanarlo.
Para entonces, el bulto de 50 kilos de azúcar refinada llevado en trailer al norte del país había subido 45 pesos en relación a su costo de principio de año, para llegar a 370, en tanto en la capital se cotizaba en 345.
Y lo curioso, además, es que tras la expropiación de 27 ingenios realizada hace cinco años por el gobierno foxista se adujo como exposición de motivos la necesidad de equilibrar la producción para ordenar el mercado.
Dueño, pues, de la mitad de la producción del país, el gobierno tenía como obligación evitar coyunturas que permitieran brotes especulativos de precios o excesos en la oferta que hicieran incosteable el negocio.
Y ya ve usted, la rapacidad sustituyó a la efectividad? qué le hace si se deschongan los industriales.
Balance general
Aunque la defensa del ex director general de Pemex Refinación, Juan Bueno Torio, frente a las acusaciones de tráfico de influencias que le formula una Comisión Especial de la Cámara de Diputados, se centra en alegar que la Transportadora Isabel, propiedad de su tío, Emilio Bueno, ya tenía contratos a su llegada al cargo, lo cierto es que no es su único familiar directo involucrado en el lodazal.
Hete aquí que durante la gestión del hoy aspirante panista a una senaduría por Veracruz se le otorgó un contrato de 25 millones de pesos a la empresa Autotanques de México, propiedad de su cuñado Juan José Ortiz Ríos.
Más aún, otro de sus cuñados, propietario de la firma Fletera Continental de Líquidos, recibió a su vez un contrato por 12 millones de pesos.
Y por si le faltara calor a la cobija para cubrir a la parentela, a la firma Turbogeneradores, propiedad en este caso de Luis Torio Ramos, se le favoreció, por la vía de la adjudicación directa, con un contrato de 23 millones de pesos para mantenimiento. Bienestar, pues, para la familia.
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Superada la sorpresa inicial frente al inesperado movimiento que provocó la ira de un grupo de accionistas de la firma, hete aquí que los analistas califican como un buen negocio la recompra por parte del grupo Alfa de un paquete de 17 millones 415 mil 895 acciones, equivalentes al tres por ciento del total. Digamos que la compañía compró en una coyuntura a la baja? que necesariamente provocará un incremento en el precio de los papeles.
Alfa utilizó en la operación 74 millones de dólares extraídos de su fondo de recompra, cuyo monto alcanzaba 100 millones. Los papeles pertenecían en su mayoría al ex presidente de la empresa, Bernardo Garza Sada, cotizándose cada uno de ellos en 48.50 pesos.
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Enrachado en la obtención de contratos, el grupo ICA cerró ayer uno más, esté para la construcción de una línea de producción de polipropileno y la modernización de otra de separación del producto, para una planta de la empresa Ildelpro, integrada por una alianza entre Alpek, el brazo petroquímico del grupo Alfa, y la firma Basell Polyolephins.
La factura, a nombre de ICA Fluor, será de 108 millones de dólares. La planta del consorcio, destinada a ser una de las más grandes y modernas de su tipo en el mundo, está en Altamira, Tamaulipas.
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