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EMPRESA| ¡Milagro!

ALBERTO BARRANCO

Perla en un mar de dislates, proyectos fallidos y promesas incumplidas del gobierno foxista, la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito logró en un sexenio más de lo alcanzado en los primeros 30 años de vida de la institución fundada en 1959 por el presidente Adolfo López Mateos.

Los números abruman: mil 400 millones de libros impresos; 400 millones de piezas de material de apoyo educativo, ya dípticos, trípticos, carteles, separadores? con énfasis en los símbolos nacionales. El Himno Nacional en un separador de libros.

La catarata alcanza el inaudito de libros de arte al alcance de escolares que apenas los veían de reojo en las secciones de lujo de las librerías; libros para la familia; obras impresas en macrotipos para alumnos con baja visión; volúmenes en braille editados en lengua maya, de cara a la trágica realidad de una zona del México profundo?

Y más: libros en braille para secundarias, en paralelo a tres volúmenes de cultura general obsequiados a cada uno de los 27.5 millones de alumnos y maestros. Solamente en lo que va del año la dependencia ha producido tres mil 767 títulos adicionales a los libros de texto gratuito, 12 volúmenes entregados en propiedad a cada alumno desde preescolar a tercero de secundaria, y siete piezas de materiales de apoyo educativo.

Ahora que la joya de la corona la constituye la instalación de las bibliotecas de aula, a cuya magia se pactó la compra del número mayor de libros en toda la historia de México a las editoriales privadas.

Estamos hablando de 340 millones de ejemplares a lo largo y ancho del sexenio, es decir 57 millones anuales, en una derrama que alcanzó a 150 compañías particulares que facturaron seis mil 400 millones de pesos.

De la magnitud del apoyo público al esfuerzo privado habla un solo dato: De 1990 al año 2000 el gobierno le compró 80 millones de ejemplares a las editoriales en manos de particulares, favoreciéndose sólo a 30 de ellas. La marca se rompió en sólo un año del actual régimen: 2005.

La sorpresa mayor, empero, es que el programa diseñado en 2002 e implantado en la lógica de que el hábito de la lectura lo cultiva la presencia cercana de los libros, se logró gracias a ¡los ahorros alcanzados por la dependencia! Estamos hablando de mil 600 millones de pesos transformados en 90 libros para cada uno de los 851 mil salones de clase del país, es decir 76 millones de ejemplares.

El milagro se explica por la designación como titular de la dependencia de un personaje legendario de la industria editorial mexicana: Jorge Velazco, en cuya larga cuerda se anudan decenas de hazañas.

Conocedor profundo de las entrañas del monstruo de tinta y papel, el funcionario llegó a desfacer entuertos de corrupción, dispendio, componendas y acuerdos bajo la mesa, en cuyas batallas sacó algo más que heridas: dos libros que lo ubicaban justo como adalid de lo contrario contra lo que luchaba.

La primera tuerca en apretarse fue el desperdicio de papel en la producción, que según un acuerdo no escrito con los funcionarios de turno, representaba algo así como una demasía en las ganancias para las editoras.

La merma adjudicada por el proveedor era de 20 por ciento.

La segunda fue el precio pagado por el papel, base sobre la cual se ubicaba el costo de producción, con la novedad de que los números si inflaban al infinito.

De hecho, la base actual para pactar un contrato se fundamenta en una fórmula cuyo eje es, justo, el precio real de la materia prima.

Del tamaño del abismo habla un sólo dato: En el año 2000, último del sexenio zedillista, la Conaliteg adquirió 60 mil toneladas de papel pagándolo a ocho mil 410 pesos por unidad, en tanto en lo que va del 2006 se han adquirido 160 mil? a nueve mil 200 por unidad.

La paradoja del caso es que el presupuesto de entonces era mayor al actual. Estamos hablando de mil 878 millones de pesos, frente a los mil 834 de este año. La magia, pues, del más con menos.

Ahora que ya curtido en la lucha, Velazco se lanzó a una tarea que parecía absurda: la compra del papel desperdicio de las entidades públicas, es decir periódicos, síntesis, archivos muertos, cartón para reciclarlo.

Naturalmente, la resistencia fue tenaz, dado que el negocito representaba un extra para funcionarios sin escrúpulos.

Ahora que la guillotina les cayó de lleno con la publicación de un Decreto Presidencial que volvió obligatoria la pepena de 100 mil toneladas de desperdicio, sobre la base de exigencias del programa ?Recicla para leer?.

En la carambola se logró otro milagro: evitar la tala de 1.5 millones de árboles, equivalentes a mil 150 hectáreas de bosques, es decir dos veces Chapultepec; el ahorro de 2.5 millones de metros cúbicos de agua, equivalentes al consumo de 13 mil 900 familias por año, y el ahorro de 410 millones de kilowatts de energía eléctrica, equivalentes a su vez al consumo de 50 mil familias.

Y conste que no hablamos de las tres mil toneladas de partículas sólidas contaminantes que dejaron de entrar al ambiente. Una de cal?

Balance general

A punto ya de cumplirse un año de la irrupción violenta del huracán Wilma en las costas del caribe mexicano, la pesadilla parece diluirse, al menos en el terreno de la reparación de daños.

Hete aquí que las compañías integradas a la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS)), han cubierto ya dos terceras partes de las pólizas reclamadas, cuya suma global alcanza 19 mil 256 millones de pesos. En total las aseguradoras han pagado nueve mil 487 millones de los 11 mil 200 en que se valuaron los daños más considerables.

En el caso de las pérdidas en materia de vivienda se ha cubierto el 94.8 por ciento de los siniestros reportados cuyo monto alcanza 107 millones. En el de los restaurantes la cobertura llega al 93.2 de un total de 628 millones, en tanto en automóviles se cubrió el 99.9 por ciento de los 107 millones perdidos.

En Estados Unidos la mitad de los damnificados del huracán Katrina sigue peleando la validez de sus seguros.

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Lo cierto, frente a las versiones que hablan del descongelamiento de cuentas del sindicato minero por un global de 25 millones de dólares, es que el amparo logrado por uno de los miembros del grupo afín a Napoleón Gómez Urrutia fue ?para efectos?, es decir exigir que el juez que decretó la medida cautelar valore nuevas pruebas de descargo.

Revisadas éstas podría reintegrarse la vigencia de ésta, por más que al parecer sólo se afecta una fracción de los depósitos, es decir los que ubicaban como titular al reclamante, Héctor Félix Estrella.

Los 25 millones de dólares no los alcanzan todas las cuentas que abrió el sindicato, cuya exigencia de la dirigencia reconocida es que se reintegren al fideicomiso del que se extrajeron los recursos.

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A la callada, el presidente del Club de Industriales, José Carral fue reelecto por aclamación para un nuevo periodo de dos años. En la asamblea del organismo convertido, paradójicamente, en una de las pasarelas políticas y culturales más importantes del país, se eligieron a dos nuevos consejeros: el ex radiodifusor estrella del país, Clemente Serna Alvear, y el presidente del grupo Geo, Luis Orvañanos.

El resto generaría la envidia de la más poderosa empresa multinacional: Pedro Aspe Armella, Carlos Gómez y Gómez, Carlos Fernández, Adolfo Autrey, Henry Davis, Manuel Arango, Alejandro Álvarez Guerrero, Ernesto Rubio Del Cueto?

Por cierto, a la biblioteca del recinto se le acaba de poner el nombre del fallecido Juan Sánchez Navarro, por décadas ubicado como el gurú de la causa empresarial.

albertobach@yahoo.com.mx

barrancoalberto@prodigy.net.mx

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