Genio y figura, el presidente Vicente Fox intentó hace unos días voltear hacia sí los reflectores, al alardear públicamente de haber cumplido al fin una de las promesas centrales de campaña, al grito revanchista de ¡Sí-se-pudo!
La euforia apuntaba a un dato desestacionalizado: en mayo pasado el acumulado de crecimiento económico del país alcanzó siete por ciento? es decir la meta fijada en la búsqueda de votos al fragor de la pelea por la silla.
El problema, más allá de minucias de la ortodoxia que obligan a promediar las cifras de acuerdo al año calendario, es que la oferta hablaba de un ritmo sostenido a lo largo del sexenio, es decir siete por ciento año con año.
Y aunque a la hora de la verdad se adujo que la cifra cabalística llegaría al sexto año de gobierno, lo cierto es que se marginó de las posiciones esperadas al asesor que le aconsejó la temeridad al candidato, es decir Fausto Alzati.
El hecho es que el siete por ciento extraído de la manga a jalones y estirones, no empata con la fase feliz del asunto: la creación de empleos.
Aunque en los últimos 12 meses la fiesta se empezó a animar con un crecimiento creciente de plazas, el país está muy lejos aún del millón 250 mil prometido? cuya cifra galoparía en cada uno de los años del sexenio.
El rezago es brutal.
Si el bache de 2001 y 2002, apagada la esperanza del cambio tras haberse cancelado la dictadura perfecta priísta, nos remitía al final de 2004 a un déficit de tres mil plazas respecto a las existentes al inicio del sexenio, para 2005 se planteaba una cifra positiva de 634 mil, es decir 126 mil empleos por año.
El problema es que en el periodo la población económicamente activa creció en 4.23 millones de personas, lo que arrojó un faltante de 3.59 millones de plazas, o si lo prefiere 85 por ciento.
El boquete es mayor a los 3.19 millones que representó el faltante entre 1993 y el año 2000, periodo en el que se crearon dos millones 790 mil empleos formales, frente a un crecimiento de 5.98 millones de la población en edad de trabajar.
Si integramos las cifras, en los primeros 12 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, reputado como detonante de un boom de empleo, se crearon 3.42 millones de puestos de trabajo, mientras la población económicamente activa crecía en 10.22 millones, lo que nos remite a un déficit de 6.79 millones de plazas.
De ahí, pues, el éxodo brutal de trabajadores migrantes hacia los Estados Unidos.
Ahora que si nos metemos al detalle, durante los cinco primeros años del gobierno foxista la industria más golpeada por la pérdida de empleos fue la manufacturera, con un saldo rojo de 904 mil? por más que la de la construcción, a contrapelo del crecimiento explosivo en materia de casas-habitación, perdía 111 mil plazas, y la minería seis mil.
Y aunque la balanza pareció equilibrarse con un crecimiento espectacular de 105.7 por ciento en el empleo de la industria maquiladora de exportación entre 1993 y 2004, equivalente a 573 mil plazas, el escenario muestra claroscuros.
Mientras de 1993 al 2000 la cosecha fue de 743 mil nuevos integrantes de la nómina, de éste al 2004 perdieron la chamba 173 mil trabajadores, es decir el 13.23 por ciento.
Ahora que aún con una ligera recuperación en 2005, el balance del gobierno foxista en el renglón presenta un faltante de 118 mil plazas respecto a las heredadas.
Digamos que el país perdió el impulso inicial del acuerdo mercantil, cuando México estaba en el centro de la moda, al no instrumentarse programas, proyectos y estrategias que permitieran apretar el paso, por más que la mitad de la economía del país sigue dependiendo del comercio exterior.
De hecho, al no incorporarse mayor volumen de insumos a la industria maquiladora ni al proceso exportador por vía directa o indirecta, México perdió aceleradamente la posibilidad del valor agregado que nos habría dado credencial de tú a tú en la internacionalización.
Digamos que el gobierno foxista convocó a crecer sin saber la receta.
Balance general
Reputada como infalible por el sector privado, quien le encarga sus mediciones en materia de aceptación de marcas, preferencias de los consumidores, aceptación del público frente a estrategias de comercialización y demás etcéteras, la firma IPSO-BIMSA se metió, a solicitud de un grupo compacto de empresas gigantes, al terreno electoral.
El resultado de la tarea, realizada en el periodo posterior al debate entre los aspirantes a la Presidencia de la República, arroja una ventaja de 5.5 puntos porcentuales del candidato de la Alianza por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, sobre el panista Felipe Calderón Hinojosa.
El detalle de los números está saltando de las oficinas de los presidentes y directivos generales de las firmas a las de los dirigentes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.
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Finalmente será hasta la última semana del mes que corre cuando la Comisión Federal de Competencia haga pública su resolución sobre la autorización solicitada para la fusión entre las firmas de transporte de carga Ferromex y Ferrosur.
El handicap para la dependencia autónoma encabezada por Eduardo Pérez Motta es que se enfrenta a un hecho consumado, toda vez que las compañías operan ya desde noviembre del año pasado como una sola.
¿Se atrevería, pues, a ordenar la disolución de un matrimonio ya consumado entre las empresas de Germán Larrea Mota Velasco y Carlos Slim Helú?
El caso es que hace dos años, ante una solicitud similar, la dependencia dijo no, esgrimiéndose argumentos idénticos a los que había manejado originalmente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, es decir el producto de la boda será un monopolio.
Por lo pronto, de lo espinoso del asunto que coloca en jaque el esquema de tres grandes troncales en competencia diseñado a la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México, hablan las 20 mil fojas del expediente que analizará el pleno del organismo.
En estas se condensan los resultados de las consultas realizadas lo mismo a usuarios que al resto de las empresas ferroviarias del país, es decir las que operan las rutas Chiapas-Mayab y Chihuahua Pacífico además, naturalmente, de Kansas City Southern México, la firma propietaria del tercer troncal.
El volado está en el aire.
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Pese a los vientos adversos que corren, la industria fabricante de autobuses, camiones y tractocamiones registró en mayo pasado incrementos tanto en producción como en ventas, incluídas las destinadas al mercado externo.
En el primer caso el salto en relación con el mismo mes de 2005 fue de 14.3 por ciento, alcanzándose siete mil 492 unidades. El acumulado en el año alcanza 34 mil 356.
En el segundo se logró un avance de 17.8 por ciento, al venderse 622 unidades más, en tanto en el terreno internacional se exportó 17.4 por ciento adicional, es decir tres mil 824 vehículos.
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Esta mañana se formaliza el canje de acciones entre Dermet de México, la Tenedora Pochteca y la Comercializadora Química Minera pactado para sellar la fusión de todas ellas.
Los accionistas de la segunda recibirán 95 nuevos valores de Dermet a cambio de cada uno de los que mantengan de la firma, en tanto los de la tercera recibirán uno por cada cuatro en su poder.
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