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En direcciones opuestas

por Salvador Kalifa

Los bancos centrales de varios países desarrollados y algunas naciones emergentes han elevado recientemente sus tasas de interés ante el temor de que resurjan las presiones inflacionarias, ya que el efecto favorable de la incorporación de los productos chinos al comercio internacional que, en vez de afectar los índices tradicionales de inflación, desvió el exceso de liquidez hacia los mercados inmobiliarios y bursátiles, se desvanece paulatinamente ante la fortaleza del crecimiento global y los incrementos en las cotizaciones de las materias primas y los energéticos.

Las autoridades monetarias saben que la efectividad en la lucha contra el alza de precios de una modificación de las tasas de interés, se aprecia, por lo general, entre doce y dieciocho meses después. Los incrementos de tasas en esos países, por tanto, son una medida preventiva que surtirá efecto sobre la actividad económica y, por ende, sobre los precios, en el mejor de los casos entrado 2007.

Ello explica la pausa de la Reserva Federal (Fed) la semana pasada en su proceso alcista de tasas, ya que viene haciéndolo desde hace dos años y ahora espera ver los efectos de esos incrementos en los meses próximos. En general, sin embargo, es clara la tendencia restrictiva de los banqueros centrales, lo que contrasta con la estrategia adoptada por Banco de México (Banxico), quién decidió ir en sentido contrario, disminuyendo desde 2005 su tasa de interés de referencia hasta ubicarla al día de hoy en 7 por ciento.

Considero que este nivel, en el contexto interno y global, es bajo y muy difícil de sostener si realmente queremos un intervalo de dos a cuatro por ciento de inflación para 2007. De hecho, la diferencia entre nuestra tasa de corto plazo y la de referencia en Estados Unidos se encuentra en un mínimo histórico de 1.75 puntos porcentuales, lo que desde mi punto de vista también es insostenible.

Este contraste entre el relajamiento de las condiciones monetarias en México y las restricciones en el exterior, da la impresión de que Banxico considera innecesario tomar acciones preventivas para evitar más delante que la estabilidad actual pueda vulnerarse y repunten los precios en nuestro país. Es cierto que la inflación se encuentra hoy en el intervalo meta de nuestras autoridades monetarias, pero también es cierto que parte de ese resultado se debe a que el gobierno mexicano decidió no reflejar por completo las alzas de precios de los energéticos sobre los precios que afectan a los consumidores finales.

Los precios de la gasolina, la electricidad y otros productos derivados del petróleo se han mantenido artificialmente bajos, evitando que ello se refleje en las expectativas de inflación. El Gobierno Federal ha dicho, además, que acciones de este tipo se pueden hacer extensivas al azúcar, cuya cotización ha registrado un considerable aumento en los mercados internacional e interno, en gran parte por su uso para producir etanol, sustituto de la gasolina.

Una estabilidad de precios duradera no se logra con controles de precios o con la interferencia del gobierno en los mercados. Estas acciones sólo entorpecen la lucha contra la inflación y restan transparencia al ejercicio de la política monetaria. Existen, además, otras razones para dudar de la solidez de nuestra estabilidad de precios actual. El ritmo de crecimiento interno está resultando bastante vigoroso debido a la expansión estadounidense, a la política monetaria laxa que se aplica desde el año pasado y al gasto de las campañas electorales, lo que junto con las alzas de precios externas es muy probable que tengan repercusiones no deseadas sobre el nivel general de precios el año próximo.

No perdamos de vista que la preocupación por un posible repunte de la inflación de tantos bancos centrales no es gratuita y que el capital internacional seguirá buscando mayor seguridad, cosa que por ahora nosotros ofrecemos, pero que ante el alza de tasas en el exterior será difícil sostener si las nuestras permanecen tan bajas. Todo indica, además, que México no va a ser una excepción en medio de presiones crecientes de precios. Por consiguiente, hay elementos suficientes en el entorno interno y externo que ameritan que la Junta de Gobierno de Banxico adopte, como lo están haciendo otros bancos centrales, acciones preventivas, que en nuestro caso implicarían un alza de su tasa de interés de referencia, que paulatinamente puede llegar a ser de hasta un punto porcentual.

No parece, sin embargo, que esa sea por ahora la opinión de nuestro banco central, ya que ellos ven que hoy día la inflación se mantiene dentro de su intervalo meta. El problema, como lo señalé antes, es que las condiciones del entorno externo e interno apuntan hacia un incremento de las presiones inflacionarias en los meses siguientes, por lo que la tarea de Banxico será más difícil si se concentra en apagar fuegos en vez de prevenirlos.

Considero, por tanto, que nuestras autoridades monetarias tendrán que dejar en algún momento futuro su actitud complaciente en el manejo de las tasas de interés internas y se verán obligadas a elevarlas nuevamente en sincronía con lo que sucede en el resto del mundo. Si se resisten a ello, aumentará considerablemente el riesgo de un repunte de la inflación, en particular durante 2007, cuando se refleje por completo el relajamiento actual de la política monetaria en nuestro país, y para ese entonces las medidas correctivas tendrían que ser más severas.

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