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En Durango, ¿vamos creciendo?/Paideia

Gabriel Castillo

En los últimos días se ha visto incrementado el número de spots, tanto en televisión como en radio, que el Gobierno del Estado de Durango ha promovido para convencer a los ciudadanos que paguen, además del oneroso impuesto federal por tenencia de automóviles, el abusivo cargo por el innecesario replaqueo, promovido por la Administración del C. P. Ismael Hernández Deras, como parte de una política recaudatoria a todas luces lesiva para los intereses de los duranguenses.

Es éste, desde luego, un asunto polémico, pues es sabido que en países de mayor desarrollo que el nuestro la tenencia de autos no se cobra y el portar placas es resultado de un trámite sencillo y bastante barato. Pero dejemos por ahora otros países y el resto del nuestro para concentrarnos en la entidad duranguense, que efectivamente tiene necesidad de recursos económicos dados los lamentables rezagos sociales que se padecen, pero cuyos Gobiernos anteriores y actual no hicieron, ni hacen, lo suficiente para ganarse la confianza de los contribuyentes.

Como ciudadano de la Región Lagunera de Durango tengo una percepción de muy poco avance, en cuanto a resultados, en la Administración del gobernador Hernández Deras. Frente a la propaganda que habla de que “Vamos creciendo” en la entidad, conviene plantearnos la pregunta: ¿en qué? Fuera de algunos logros en apoyos federales para el programa carretero, que tiene como propuesta estelar la autopista a Mazatlán, me parece que no se está atendiendo eficientemente la compleja problemática que aqueja al estado. Se siguen resolviendo con exasperante lentitud las solicitudes de audiencia en las dependencias de Gobierno o de plano no se resuelven.

Quizá el gobernador se convenció que le fallaron quienes debieron ser sus principales operadores políticos, especialmente desde la Secretaría de Gobierno, aunque también en algunas otras. Por ello, puede ser que el contador Hernández Deras, esté aprovechando la coyuntura política para deshacerse de algunos funcionarios, los cuales por andar en abierta búsqueda de una candidatura a diputados o senadores descuidaron sus responsabilidades concretas. ¿O será que está premiando la ineficiencia?

Los cambios en el Gabinete del gobernador Hernández Deras lo que realmente hacen crecer es la incertidumbre. ¿Tienen que ver con la falta de resultados? ¿Son el reconocimiento de la primera autoridad estatal de haberse equivocado en la selección de sus colaboradores? ¿Son reflejo de una fractura del priismo duranguense que tiende a afectar la Administración gubernamental? ¿Se está haciendo evidente la falta de habilidad política y el clásico mareo con el poder en el primer círculo de Gobierno?

Son muchas más las preguntas que podríamos formular, porque son muchas las dudas que surgen de las actuales circunstancias. Existen voces de distintos sectores que señalan los riesgos de retroceso que conlleva el realizar los mencionados cambios en el Gabinete, aunque no obstante le conceden el privilegio de la duda a los nuevos funcionarios, pero sin dejar de expresar que se observó más improvisación en estos nombramientos que al principio del Gobierno, especialmente en lo que se refiere a seguridad pública y procuración de justicia.

De acuerdo con lo anotado hasta aquí, resulta claro que la gestión del contador Hernández Deras como gobernador no aparece bien librada. Más aún si tomamos en cuenta la llamada “renuncia por dignidad” que presentó el secretario de Salud, José Ramón Enríquez Herrera, quien acusó que la razón de Durango ya no es el esfuerzo de quienes ejercen el poder en la entidad, señalando además la existencia de egocentrismo, manipulación y concentración del poder por el poder mismo.

No es cosa menor lo expresado por el ex funcionario, quien por si fuera poco enfatiza la pérdida de rumbo de esta Administración respecto a lo trazado en un principio. Lamentablemente para los duranguenses no es el único que piensa de esa manera, por lo que se ha visto en el ejercicio del actual Gobierno. Por ello el título de esta colaboración: En Durango, ¿vamos creciendo? Sí, pero en incertidumbre y desconfianza. De ahí la incomodidad o abierta molestia que genera el tener que pagar un innecesario replaqueo según lo expresé al inicio.

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