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En el abandono, murales de grandes maestros

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- A más de 80 años de que Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Jean Charlot y Fermín Revueltas, entre otros, tomaran los pinceles y subieran a los andamios para convertir las paredes de esta ciudad en obras de arte, una parte del legado de estos muralistas permanece ignorada por el público y otra se encuentra en el abandono.

El desgaste de los colores, las grietas, el polvo y algunas veces hasta el cochambre ponen en riesgo una obra que, según Octavio Paz, en la década de los 20 ?fue ante todo un descubrimiento del presente y el pasado de México, algo que el sacudimiento revolucionario había puesto a la vista...?.

De acuerdo con la Guía de Murales del Centro Histórico, elaborada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y que comenzará a circular a partir de noviembre, en la ciudad pueden ser visitadas 95 pinturas de gran formato elaboradas por 38 artistas. Todas ellas se encuentran en 22 recintos ubicados en el primer cuadro de la ciudad. De la Secretaría de Educación Pública al Palacio de Bellas Artes, del antiguo Colegio de San Ildefonso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

A pesar de los esfuerzos que las autoridades culturales han realizado para difundir esta riqueza artística, algunas obras siguen escondidas entre los muros, o se han mimetizado en la cotidianidad de la urbe más grande del mundo. Entre los menos conocidos se encuentran: Cuauhtémoc Contra el Mito (1944), de David Alfaro Siqueiros; Mural de Hierro (1961), de Manuel Felguérez; La Lucha de los Obreros Contra los Monopolios (1934-35), de Pablo O? Higgins, o La Influencia de las Vitaminas (1934-35), de Ángel Bracho.

?CÓRTENLO CON SERRUCHO?

Uno de los periplos más caprichosos realizados por un mural es el sufrido por Cuauhtémoc Contra el Mito. David Alfaro Siqueiros (1896-1974) lo pintó en una casa ubicada en Sonora número nueve, donde vivía su familia política.

El arqueólogo Salvador Guilliem, jefe de la zona arqueológica de Tlatelolco, donde ahora se ubica la obra, refiere que los dueños de la casa, la familia Arenal, tuvieron que venderla debido a problemas económicos. En ese sitio se estableció, años más tarde, un prostíbulo: todas las noches el Cuauhtémoc de Siqueiros presidía las escenas protagonizadas por los parroquianos y sus bellas acompañantes.

La obra quedó en la penumbra hasta que un periodista visitó la casa de citas y publicó una nota sobre el abandono en que se encontraba el mural. El ex presidente José López Portillo -dice Guilliem-se enteró por el periódico y ordenó que fuera trasladado a Tlatelolco, donde se encuentra el Tecpan, la antigua casa de Gobierno de Moctezuma. Ahí se levantó el recinto que albergaría esta obra monumental. El traslado puso en peligro la existencia de la pieza. El dueño de la casa ordenó que la desprendieran con serrucho para que el proceso avanzara con mayor rapidez.

En esos años, Siquieros estaba preso en el Palacio Negro de Lecumberri. Desde ahí, el artista dirigió las obras de restauración, que estuvieron a cargo de su cuñado: Luis Arenal. Sin embargo, las cicatrices brutalmente causadas por el traslado, aún se perciben.

En números...

Algunos datos de la obra mural en el DF:

-95 pinturas de gran formato pueden ser visitadas en el primer cuadro de la ciudad.

-38 artistas tienen la autoría de dichas obras monumentales.

-22 recintos albergan los murales, entre ellos un mercado.

FUENTE: Guía de Murales del Centro Histórico

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