Estamos en vísperas de que tenga lugar el IV Foro Mundial del Agua, que será organizado por México, instancia en la que como ya es tradicional, por la importancia y controvertido del tema, salen a relucir posiciones divergentes acerca de los diagnósticos y propuestas sobre como encauzar dicha cuestión. Por cierto, la realización de este evento, en un país, como el nuestro, en el que se verifican todas esas características que describen la idea de una ?crisis del agua?, es pues muy oportuna.
En efecto, el crecimiento poblacional, la sobreexplotación y contaminación de los mantos acuíferos, así como una desigual distribución de este vital líquido en las distintas regiones del país, son parte de este cuadro de crisis.
Desde luego que a esta situación también contribuye la falta de una cultura del agua entre la población, que pueda reflejarse en el uso racional y eficiente del líquido. A esto también hay que agregar que, según estudios recientes, en la red de distribución del agua se pierde alrededor del 40 por ciento del líquido por fugas, debido a la deteriorada infraestructura.
En este sentido, reportes del Banco Mundial señalan que México tiene críticos problemas relacionados con el agua, que se deben atender con urgencia, entre los que se mencionan la sobreexplotación y contaminación de los mantos acuíferos, tanto en la superficie como subterráneos, en las más importantes regiones del país, en términos de población y contribución al Producto Interno Bruto (PIB).
En este contexto se inscribe la reiterada advertencia de los especialistas en el sentido de que: la escasez; el desabasto; la deficiente infraestructura; el desperdicio en su traslado; la contaminación; la insuficiencia de presas y la limitada recarga de los acuíferos configuran un cuadro de crisis del agua, que se perfila como un ?problema de seguridad nacional?, en vista de las implicaciones sociales y económicas que ello tiene.
Este es pues un tema en curso de discusión, en el cual arribamos, como ya se mencionó, al IV Foro Mundial del Agua, para el cual se habla de la inclusión de 202 sesiones temáticas, presentándose proyectos de más de 300 organizaciones, provenientes de más de 51 países. Al evento asistirán más de 80 ministros encargados de asuntos relacionados con el agua en igual número de países.
De manera esquemática podemos decir que los planteamientos del Foro Mundial se orientan más en el sentido de que para resolver los problemas del agua señalados anteriormente, habría que buscar soluciones de mercado, a fin de incentivar el uso más eficiente y racional del líquido, así como su mejorar la infraestructura de distribución y, por lo tanto, su disponibilidad. En una palabra, proponen que el agua sea considerada un bien económico, pero además, analizado desde la óptica neoliberal, precisaríamos.
En esta línea se ubica la posición del gobierno mexicano, cuyas políticas públicas en los últimos años han avanzado en esta dirección y actualmente se está buscando la manera de profundizarlas.
En términos conceptuales, al parecer la idea es introducir el concepto de los derechos de propiedad y configurar mercados del agua. Y en términos prácticos, según expresiones de funcionarios de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ?la participación privada se debe entender mediante concesiones, pues ello puede contribuir ha hacer más eficiente el servicio, renovar la infraestructura y evitar fugas?.
Pero casi de manera simultánea a la realización del Foro Mundial del Agua, tendrá verificativo, también en la ciudad de México, el Foro Internacional por el Derecho al Agua que, como su nombre lo indica, considera al vital líquido como un derecho, un derecho social; no como un bien económico, sujeto, por tanto, a las leyes del mercado.
En opinión de organizaciones de este evento alterno, el Foro Mundial está diseñado de forma que impide un diálogo real entre autoridades, expertos, y agrupaciones civiles, por lo que al no reflejar todos los puntos de vista relevantes sobre el tema, carecerá de legitimidad. En esta óptica, señalan que la crisis del agua está relacionada con la carencia de políticas de Estado, transparentes y eficientes, que modernicen la gestión pública de este líquido, respetándola como un derecho social y ?no como una mercancía al alcance del mejor postor?. En una palabra, el problema no es de financiamiento, sino de un modelo de gestión.
Y bueno, aquí es muy pertinente recordar que en el año 2002 en las Naciones Unidas finalmente se logró el consenso para declarar que el acceso al agua constituye un derecho humano fundamental. En esta misma tesitura, los europeos están empujando la idea de un contrato social del agua y de una convención específica de la ONU sobre el tema, que sea vinculante.
Así pues, profundizar en la reflexión que se hacen algunos especialistas, en el sentido de en el modelo ?neoliberal? la sociedad debe garantizar las condiciones de la ganancia privada, y no la iniciativa privada contribuir al alcance de las metas colectivas, puede ser una pauta que nos de pistas fructíferas sobre el tema. Hay tareas.