La noticia de la semana lo fue sin lugar a dudas, la sorpresa que se llevó el Consejo Directivo de Simas de Torreón al enterarse que el ex gerente Fernando Alatorre Dressel se autoliquidó chulamente con trescientos mil pesillos nada más. La nota al final del día si se le da su justa dimensión lo único que deja es para lamentarse. Está claro que es un organismo descentralizado y por ello se autorregulan en el ejercicio de su presupuesto, pero aquí y en China lo que Alatorre hizo se llama simplemente abusar.
Vámonos por partes. La conducción de la empresa de aguas de la ciudad tuvo un razonable buen desempeño. El trienio pasado, salvo algunos litigios y los dimes y diretes de siempre por las licitaciones, Simas no fue dolor de cabeza para el alcalde Anaya. Se puede decir también que se modernizó y tuberías varias fueron repuestas. Los colectores y las caídas de los mismos es historia de años, por lo que no es un factor de trascendencia en la percepción de la opinión pública que demeritara la actuación de la abastecedora del vital líquido.
Todo color de rosa hasta entonces, inclusive el Consejo de Simas propuso que Alatorre fuera incluido en terna para la selección del relevo, o sea, que se le considerara para repetir, lo que reafirma el concepto positivo de que las cosas marcharon bien durante su responsabilidad.
Sin embargo, el cobre salió a relucir. Sin menoscabar en lo absoluto la capacidad administrativa que tiene y su cotización personal, el sueldo que recibió por los tres años en que desempeñó el puesto, -alrededor de 120 mil pesos mensuales, percepción que ya estaba asignada al puesto de gerente cuando llegó, hay que decirlo- se puede deducir que realmente le fue significativo a sus ingresos personales, porque de lo contrario, no hubiese tomado la responsabilidad. Muy pocas personas trabajan gratis en el servicio público, incluso la Ley tiene ciertas prohibiciones al respecto.
Establecido este criterio, ¿cómo moralmente puede Fernando Alatorre Dressel justificar su acción? Estoy seguro que tendrá defensa legal, no lo hubiera hecho de no haberlo previsto. Si él quiere decir que quien lo puso en ese lugar se lo autorizó, dígase Guillermo Anaya, habrá de meterse en un enredo mayor, simplemente porque Alatorre continuó laborando en Simas diez días después de que José Ángel Pérez asumiera el poder, por lo que en ese momento, si hubiera considerado consultar al alcalde, ése sería Pérez. Luego entonces la conclusión es sencilla, Alatorre consideró autoliquidarse solito, el problema es que con dinero ajeno, con dinero propiamente de los torreonenses.
Es una pena, pues, que esto haya pasado, porque el prestigio de un profesionista se pone entredicho por trescientos mil pesos, que fue lo que él mismo tasó para que su fama pública estuviera en boca de todos. A los contribuyentes en esta ocasión como en tantas veces, sólo nos queda “aguantar vara” y esperar que el marco jurídico de las instituciones se reforme para evitar estas áreas grises donde se permita este tipo de situaciones.
Patricia Mercado Castro
Anoche tuve la oportunidad de ver por televisión una entrevista a la candidata del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina (PASC), a Presidencia de la República, Patricia Mercado Castro. Sentimientos encontrados sentí al término de la misma. Con cierta admiración vi en Mercado a una mujer inteligente con posiciones sólidas de izquierda moderna, respuestas inclusive valientes en temas tabú para el conservadurismo mexicano -inclusive nuestra hipocresía social- lo que me reconfortó, máxime que quien respondía era una mujer en un país machista. La pena es que en realidad, votar por ella será un tanto cuanto voto desperdiciado, ya que sólo hay tres opciones de candidatos con posibilidades reales de ganar. Ojalá y por lo menos la senda que construya esta mujer dignifique en algo la política mexicana.
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